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Fuente: Hernán Ruiz Fournier

Autoría: Hernán Ruiz Fournier

Fecha: Martes, 04 Julio 2017

Letreros gigantes adornan carreteras, avenidas, calles, plazas, canchas, postas, escuelas y cuanta obra de cemento se yergue en las comunidades y barrios, de los más de 300 municipios de los 9 departamentos del país, promocionando la imagen de una autoridad pública que tuvo la suerte o la destreza de llegar a ocupar un cargo en el aparato público en cualquier nivel de gobierno del Estado Plurinacional.

Estas sobredimensionadas propagandas son solo una pequeña parte de millonarias campañas mediáticas, que se despliegan por cuanto medio de comunicación masivo se encuentre disponible en la jurisdición correspondiente, a veces incluso se amplían tanto que rebasan los límites del ámbito político de interés y se extienden desmesuradamente gracias a la existencia de recursos, que deben ser gastados para justificar una administración que, en algunos casos, no cumple con los mandatos populares y debe disfrazar sus fracasos políticos con falsas historias de éxito y bonanza.

La población incauta admira estas figuras casi mitológicas de la política y “compra” el producto ofertado por ellas, otorgando casi indefinidamente su confianza a tales, mediante su voluntad expresada en las urnas, legitimando un círculo vicioso de “mercantilización de la política”, como diría mi amigo El Chato… Lo anormal de toda esta situación es que todo el espectáculo se financia con las arcas públicas, es decir, con el dinero del pueblo que proviene de los impuestos que muchos pagamos a veces por encima de nuestras verdaderas capacidades económicas y que otros “privilegiados” evaden misteriosamente, burlando el estricto y casi inquisidor control fiscal. Otros, son presos de sus conciencias pues, a sabiendas de los hechos “oscuros”, defienden el orden sin importar el costo social que ello conlleva.

Un alud inesperado de renta estatal de miles de millones de dólares, percibida por el incremento temporal de los precios y existencias de minerales e hidrocarburos, fue la fuente principal de riqueza que le tocó administrar a las autoridades de turno en los últimos 10 años, sin la capacidad política institucional proporcionalmente preparada para manejar tal cantidad de dinero de un día para el otro y sin planes de desarrollo concertados desde la base de la sociedad con una visión de largo plazo.
A manera de paréntesis debemos recordar que el origen del concepto “política” según lo explicara Sartori -aquel prominente cientista social italiano- proviene de la noción de convivencia en la sociedad de muchos (la polis griega) por lo que no sería posible distiguir de lo “social” (término de origen latín atribuido a Aristóteles por traductores medievales), porque en esencia significan lo mismo. A lo largo de la historia moderna, la política fue asociada principalmente con la disputa y el ejercicio del poder, así como el orden impuesto a través del Estado, dejando atrás aquella noción raíz de ser una característica de la naturaleza del ser humano como ser social. Con esta breve referencia de este y muchos otros estudiosos que han analizado la política, reflexionamos sobre el verdadero sentido de esta faceta de la sociedad, como algo que debe permitirnos una vida armoniosa entre quienes la componemos y no como algo que le sirve a los que administran lo público (la res pública) para sus propios intereses.
Pero, volviendo a nuestro análisis del presente, no solo los que administran son los responsables, lo fueron también y son los que aceptan como paradigmas normales de la sociedad y de la política la “viveza criolla” de aquellos. No es raro escuchar en conversaciones los dichos populares como: “este roba pero por lo menos hace gestión …” Esta devaluación moral de la política y de su concepción, tanto en los que gobiernan como en los que son gobernados (por supuesto que existen excepciones como en todo) se relativiza al extremo, porque la gran cantidad de recursos ha provocado una “ceguera” temporal en la población, que ha soportado estas lacras por la expectativa de lograr por lo menos, un pedazo de la “torta”, porque, quien sabe lo que vendrá después…?
Y ese día llegó a Bolivia, a Tarija y al Chaco, ese día que algunos pájaros de “mal agüero” anunciaban con reiterativas invocaciones a la reflexión sobre la agotabilidad de los recursos naturales, la volatilidad de la bonanza económica y la imperiosa necesidad de previsionar el futuro con planes de desarrollo y estrategias de racionalización de los beneficios y su equitativa distribución a la población.
Ahora quedan por doquier obras inconclusas, largas filas de desempleados y penosos negocios que se cierran o subsisten “a duras penas” el invierno económico del país y la región. Nuevos retos políticos trae la autonomía y la propia crisis económica, pero nuevas ventanas de oportunidad también se abrirán, se requiere imaginación, creatividad, esfuerzos conjuntos y hasta sacrificios heroicos quizás, con austeridad, transparencia y sobre todo, con mucha humildad de líderes de aire fresco y limpio, que le devuelvan a la política de hoy, el sentido de un verdadero servicio para la sociedad