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Fuente: Opinión

Autoría: Mónica Novillo G.

Fecha: Lunes, 20 Noviembre 2017

 Cada día llegan los alimentos a nuestras mesas y pocas veces nos preguntaremos cómo llegaron o quiénes los produjeron. Aunque no lo crea, la alimentación tiene que ver con el género. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE), 1.6 millones de mujeres bolivianas viven en zonas rurales. Según la FAO, ellas producen alrededor de la mitad de los alimentos que se consumen en el país. 

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Las mujeres asumen varios roles en relación a la producción y provisión de alimentos, particularmente las mujeres rurales, no solo porque participan en el cultivo, siembra y cosecha de alimentos para la comercialización, sino porque cumplen también la tarea de la producción de alimentos, cría y consumo familiar, asegurando la variedad y el balance en la alimentación de la familia y sus comunidades. 

Como se ve, la alimentación y las mujeres rurales tienen una relación cercana, no solo porque sus días se celebran uno después del otro (15 y 16 de octubre), sino por la directa vinculación con la seguridad alimentaria de nuestra sociedad. 

A pesar del aporte de las mujeres a la producción agrícola, este no es valorado. Su participación en los espacios de toma de decisión comunitarias y familiares es limitada, al igual que su acceso a bienes para la producción, como a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados es restringida. En el área rural persisten situaciones que limitan el acceso a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria; y a infraestructuras, como el agua y saneamiento. Adicionalmente, son las mujeres del área rural quienes viven en peores condiciones los efectos del cambio climático y la falta de agua. 

El empoderamiento de las mujeres rurales es el tema central elegido por la Comisión del Estatus Jurídico de las Mujeres de Naciones Unidas en 2018, como reconocimiento de los enormes desafíos que enfrentan las mujeres rurales para alcanzar la igualdad de género, el reconocimiento de su aporte a la riqueza y desarrollo de las naciones. Es de justicia asegurar no solo la valoración social de su contribución, sino políticas orientadas a promover y fortalecer su rol como productoras, y modificar las situaciones de desigualdad en las que todavía viven.

Artículo Original Disponible en: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2017/1025/noticias.php?id=234218