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Esta semana se lleva a cabo en Montreal un coloquio Internacional, para permitir a representantes de organizaciones indígenas de varios países de América Latina y de Quebec presentar al público universitario, así como a otras organizaciones indígenas y grupos populares, sus experiencias de lucha por la defensa del territorio contra los megaproyectos extractivos que los amenazan: minas de tajo abierto, presas hidroeléctricas, líneas de alta tensión, oleoductos y fracturación hidráulica (fracking) para la extracción de hidrocarburos.

Empresas mineras e hidroeléctricas canadienses están en primera fila para esos proyectos extractivos que tienen un impacto devastador, tanto a nivel social como medioambiental.

En Canadá hay leyes, pero se cumplen poco. En América latina también hay leyes pero que se cumplen menos, dice el antropólogo Beaucage.

Le señalamos a Pierre Beaucage que en Canadá las mineras no provocan hechos violentos, como muertes, como sí lo hacen en México, Chile, Argentina, por ejemplo.

Eso se debe en particular a que tienen más connivencia con los estados allá, más abiertamente, dice Pierre Beaucage. Y también a la fuerza del movimiento de la oposición.

En la sierra norte de Puebla, los pueblos indígenas dicen No, aquí no entran. No dicen vamos a negociar para reducir el daño o para que nos paguen más. Dicen aquí no llegan ustedes.

Pero el problema no es solo el gobierno sino el crimen organizado, dice el antropólogo canadiense. Y esa es una característica típicamente mexicana, señala.

El crimen organizado controla casi todo el campo, en el norte, el este y el oeste. Y para que una empresa se establezca tiene que tener el visto bueno. Es una realidad que no existe en Canadá.
Las comunidades innu que bordean la Isla de Anticosti se opusieron firmemente a todo proyecto petrolero en la isla. © Radio Canadá

¿Por qué este coloquio ahora en Montreal?

Yo y mis colegas antropólogos de McGill, Colin Scott y Daviken Studnicki-Gizbert, que nos interesamos en lo mismo, movimientos indígenas y minas nos dijimos ¿por qué no hacemos algo para que aquí se conozca? Nosotros acumulamos conocimientos que desgraciadamente quedan dentro de nuestras clases y seminarios. Para hacer que esos movimientos se contacten entre ellos. En Chile y México hay movimientos pero no tienen la oportunidad de encontrarse. Y con grupos de las primeras Naciones canadienses que también supieron decir No, por aquí no pasan.

Una minería ecologista y respetuosa del ambiente y del ser humano. ¿Es utópico?

Hacen falta para eso gobiernos sensibles al bienestar del conjunto de la población y no obsesionados con empresas para que les den algo, indica el profesor de la Universidad de Montreal. Luego, es fundamental la participación de los actores locales que puedan expresar sus puntos de vista.

Pierre Beaucage, antropólogo, Profesor Emérito, Universidad de Montreal

Los cambios positivos

Primerola educación generalizada  en los pueblos indígenas

Ahora aprenden sobre leyes, sobre medioambiente, sobre ingeniería. Eso se da en Quebec también. En la Bahía James, en la costa norte, donde la gente previene, cuando llega una minera, sobre los daños que va a causar o sobre la posibilidad de dejarla trabajar, pero de otra manera.  Son indígenas con conciencia, dice Beaucage.

Segundo, la participación de las mujeres.

Las mujeres indígenas, como antes era en otras sociedades, según la división del trabajo,  les había tocado lo del hogar,  ahora están presentes, fuertes en los plantones, en las reuniones.

Tercero: las victorias

Los innu ganaron contra la petrolera de la isla de Anticosti. En México obtuvieron amparo contra Almaden, por lo que la minera no tiene derecho a operar en tierras de las comunidades indígenas.

Antes la historia era de víctimas, ahora es de victorias.

“Y saben cómo hacer alianzas con otros sectores de la sociedad, con los sindicatos, las iglesias, los antropólogos, los ecologistas, la juventud. Todos juntos ven la solución, cuando es justa”.

Beaucage dice que Canadá se beneficia todavía de un  prejuicio favorable en América latina, si se lo compara con Estados Unidos, aunque ya no en las comunidades indígenas donde operan las mineras.

FUENTE: RADIO CANADA