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Por: Fabiola Pomareda

La región latinoamericana tiene, por un lado, gobiernos neoliberales que defienden que el modelo hegemónico de agronegocio es el único modelo de desarrollo posible y, por otro lado, aquellos gobiernos que saben que los campesinos tienen una participación estratégica política muy importante para garantizar la soberanía alimentaria.

Bernardo Mançano Fernandes habló de estas dos visiones. De cómo los agronegocios -todas las operaciones de producción, manufactura y distribución de producción agrícola- han desplazado a los campesinos y de cómo estos campesinos han resistido al desplazamiento y conquistado nuevas tierras.

Mançano es doctor en geografía, y un estudioso del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST). E n una entrevista exclusiva, realizada en San José, Costa Rica, el p rofesor de la Universidad Estatal de Sao Paulo, y experto en economía política y temas agrarios en América Latina, conversó sobre las políticas de soberanía alimentaria, la concentración de la tierra, los conflictos socio-territoriales, el MST, los transgénicos y la posición de China en la región.

A continuación un extracto de la entrevista:

¿Podría explicar cómo la concentración de la propiedad ha incidido en la disminución de la producción de alimentos y el aumento de este desplazamiento de los campesinos que usted menciona?

“La concentración de la propiedad se ha dado precisamente a causa de la producción a gran escala de los commodities agrícolas (materias primas o bienes primarios) como la soya, la caña, la palma, la piña, la naranja, el banano. Entonces, conforme las grandes compañías, las corporaciones multinacionales, han comprado tierra y más tierra y han desplazado a los campesinos y a los indígenas para ampliar las áreas de producción, hay una concentración de la propiedad. Pero no es sólo la concentración de la propiedad, hay una concentración también de poder, de conocimiento, política y todo esto ha reducido la capacidad campesina de producir alimentos para el mercado doméstico, por ejemplo. Esta expansión de los commodities ha creado una crisis alimentaria. Los campesinos de la Vía Campesina crearon el concepto de la soberanía alimentaria. O sea, lo importante no es tener apenas garantizada la producción de alimentos. La producción ¿a dónde?, ¿en qué territorios? ¿es Costa Rica autosuficiente? ¿en qué tipo de alimentos? ¿hay una política alimentaria en Costa Rica? ¿cuánto de lo que Costa Rica consume, lo produce? Soberanía alimentaria significa trabajar con la diversidad, trabajar con comida sin veneno, sin agroquímicos, trabajar con comida en el desarrollo local. Y la soberanía alimentaria tiende también a desconcentrar la tierra porque usted tiene que producir en pequeña escala, con trabajo familiar, con trabajo cooperativo, para poder sostener la producción local, no para producir para la exportación. Entonces estos dos modelos, el de la producción doméstica y local, y el de la producción para la exportación, compiten por el control del territorio y por las políticas de gobierno”.

¿Pero qué alternativa real tienen los productores agrícolas frente al modelo de la producción para la exportación, si dependen de los grupos industriales para que les compren sus productos y ahora además tienen que competir con lo entra producto de los TLCs y acuerdos comerciales?

“Es necesario que el país tenga una política de desarrollo de la agricultura campesina. ¿Cuál es la política que tiene? ¿Cuáles son los mercados para esta agricultura? Cuando un país tiene solamente desarrollo para agronegocios, los campesinos no tienen ningún espacio, ningún territorio. En Brasil por ejemplo, creamos dos políticas públicas para el mercado campesino. Una es el Programa para Adquisición de Alimentos, en que un 30% de los productos que se requieren para abastecer el mercado nacional debe ser producido por el campesinado. La otra es la Política Nacional de Alimentación Escolar; en que los campesinos tienen una cuota para abastecer las escuelas, los hospitales, los asilos. Es posible que un país cree políticas de desarrollo para esta agricultura campesina porque si un país no desarrolla esta agricultura y se queda subordinado al modelo de las grandes corporaciones, mañana esas corporaciones pueden dominar este país y derrumbar los gobiernos porque ellos pueden manejar la producción de alimentos y crear una crisis alimentaria cuando quieran. Por lo tanto, el Estado tiene que tener el control de la producción de alimentos porque esta es una condición de manipulación muy importante si se queda en manos de las grandes corporaciones”.

¿Entonces Brasil ha podido revertir esa tendencia de que los productores agrícolas dependan del modelo de agronegocios o de producir sólo para la exportación?

“Sí. Brasil creó un mercado institucional que ha permitido a los campesinos disminuir su subordinación al mercado del agronegocio. Creo que es muy importante que los gobiernos puedan crear mercados institucionales y mercados populares para que los campesinos puedan tener una participación importante en la producción de alimentos y en el abastecimiento de alimentos de la población de su país. El agronegocio nunca va a producir para todos; produce principalmente para exportación. El mercado nacional tiene que tener una participación importante de la agricultura campesina y esto se define por ley; no es una decisión de mercado sino que es una decisión del Estado”.

¿Se ha analizado el papel de China en la región centroamericana o latinoamericana y su eventual relación con la necesidad de producir alimentos?

“China ha tomado una posición muy contradictoria en relación a la producción de alimentos. Dentro de China predomina la agricultura campesina; no hay agronegocio. Pero China utiliza el modelo del agronegocio para producir en Latinoamérica, en África y en Asia. China compra o alquila grandes extensiones de tierra para producir commodities y abastecer su mercado y necesita esto porque cambió mucho su modo de vida y ahora la población consume mucho más de lo que consumía antes. Entonces la producción agrícola interna de China no abastece el país y así tienen que explorar otros países para poder abastecerse. La pregunta es ¿hasta dónde los países se van a subordinar a China, porque China está asumiendo una postura muy imperialista como hicieron antes otros países con Latinoamérica. Pienso que nuestros gobiernos tienen que saber cómo respetar la soberanía nacional. O sea, podemos hacer negocios con China pero no podemos permitir que China se apropie de nuestras tierras para producir alimentos cuando falta alimento en nuestros países”.

¿Cuáles vías y mecanismos de lucha están dando buenos resultados en la resolución de los conflictos socioambientales que se viven en Centroamérica y México?

“Para minimizar estos conflictos, que se dan básicamente por la fumigación y la contaminación del agua y de la tierra, debemos tener una política de ordenamiento territorial. Tenemos que definir territorios donde la producción campesina no puede estar amenazada por el agronegocio. ¿Cuáles son las áreas de producción del agronegocio? ¿Cuáles son las áreas de producción campesina? Si no conseguimos hacer ese ordenamiento territorial no vamos a poder superar estos problemas. Los gobiernos tienen que decir, por ejemplo, ‘aquí no se puede producir caña de azúcar’. Nosotros en Brasil tenemos un problema muy claro que es el Acuífero Guaraní, en Sao Paulo, donde yo vivo. Ahí se prohibió la producción de caña de azúcar porque la capa freática está tan cerca de la superficie que si se produce caña ahí, se contaminaría toda el agua que abastece la ciudad. Las comunidades campesinas sufren con casos de contaminación de este tipo todo el tiempo; pero los gobiernos solo actúan cuando las grandes corporaciones empiezan a contaminar el agua de la ciudad. Muchos gobiernos tratan a los campesinos como si fuesen residuales y no respetan sus comunidades, ni su cultura, ni su historia. Si la sociedad defiende los derechos de los campesinos y los respeta como ciudadanos, como personas, y respeta sus territorios, los gobiernos no pueden permitir que las corporaciones contaminen su agua ni su tierra. Esto es un problema de seguridad nacional”.

Pareciera que el tema de reforma agraria no se puede ni mencionar en algunos países latinoamericanos porque se considera símbolo de expropiación y de gobiernos totalitarios. ¿Por qué es eso?

“Brasil está haciendo reforma agraria hace 40 años. Es necesario reconceptualizar la reforma agraria porque ya no es la reforma agraria revolucionaria como ocurrió en la Revolución Mexicana o la reforma agraria como ocurrió en Cuba o en Perú o en Bolivia. Esa reforma agraria abrupta, de desapropiación se acabó. No hay correlaciones de fuerza hoy para hacer eso. Cuando nosotros hablamos hoy de reforma agraria estamos hablando de desarrollo territorial, de estrategia de producción de alimentos, de la necesidad que tienen nuestros países de garantizar la soberanía alimentaria. La reforma agraria está dentro de una perspectiva de ordenamiento territorial para que se garantice la producción de alimentos. En estos 40 años que tenemos en Brasil, la reforma agraria no ha sido de expropiación sino regulatoria; o sea, se trata de personas que tienen su tierra y no tienen los documentos, entonces el gobierno regulariza los documentos. Pero tampoco podemos permitir que una gran corporación tenga 6.000 hectáreas, que toque cuatro o cinco municipalidades y que no produzca alimentos; sólo produzca caña de azúcar, o palma o soya. No podemos permitir esto. Esto es un impacto social y ambiental innecesario. Pienso que la reforma agraria es una política actual. Estoy publicando ahora un libro que se llama ‘La Actualidad de la Reforma Agraria en Latinoamérica’, donde estamos debatiendo esto: ¿cómo podemos hacer para que la reforma agraria siga siendo una política del futuro?”

Con respecto a la necesidad de producir alimentos sanos y no transgénicos, entiendo que Brasil permite la producción de transgénicos. ¿Cuál es la posición del MST sobre estos cultivos?

“La posición del Movimiento Sin Tierra es contradictoria porque el MST está en contra de la producción de transgénicos; pero de momento los campesinos del MST producen transgénicos. Tienen una postura en contra pero no consiguen que en la práctica las personas no produzcan transgénicos. El gran reto del movimiento campesino ha sido pasar de la producción de transgénicos y uso de agroquímicos, a la agroecología. Como ahora el gobierno brasileño creó la Ley de Agroecología, hay apoyo del Estado para que los campesinos que trabajan con transgénicos y agroquímicos puedan hacer el cambio hacia la agroecología. Esta ha sido una lucha muy grande. Pienso que todos nuestros países deberían debatir este proceso porque no consigo concebir que nosotros tengamos que consumir comida con veneno o modificada genéticamente. Yo puedo consumirla; pero también tengo que tener el derecho de no consumirla. Cualquier persona sana no va a querer comida con veneno, va a querer comida sana. Pienso que este es un debate para el siglo XXI. Si el siglo XX fue el debate por la tierra, el siglo XXI es el del debate por la comida”.

· Estos campesinos aceptan producir estos alimentos o semillas porque les están comprando sus productos.

“Sí, porque es el paquete tecnológico disponible, entonces ellos no tienen cómo producir otra cosa porque sólo tienen este paquete tecnológico. Cuando los campesinos creen otro paquete tecnológico desde la agroecología, ahí hay una salida”.

¿Cómo es que el MST ha logrado sobrevivir tantos años? ¿Cómo ha sido la organización, el liderazgo, la cohesión?

“Son 30 años desde su creación en 1984; pero desde 1979 ocurrió la primera ocupación. La existencia del campesinado en el mundo tiene más de 10.000 años. Usted puede destruir a los campesinos, matar a los campesinos, desplazar a los campesinos; pero ellos siempre se van a reconstruir. Ellos sólo existen en contextos democráticos. Cuando hay un gobierno totalitario, estos gobiernos destruyen a los campesinos. En Brasil ellos sobreviven hasta hoy por dos motivos: porque estamos en una democracia y porque ellos resisten y luchan todos los días”.

Por último, ¿cómo ve el papel del campesinado, poblaciones indígenas frente a los proyectos de extractivismo en los países latinoamericanos? Incluso en países con gobiernos progresistas.

“En el caso de los gobiernos progresistas, ellos creen que el agronegocio es el único modelo posible, por lo que financian extractivismo en tierras indígenas y en tierras de los campesinos porque para ellos es una forma de cambiar la realidad incluyendo a los indígenas y a los campesinos. Pero ocurre el desplazamiento porque este modelo no incluye a los campesinos ni a los indígenas. En Latinoamérica tenemos que construir un modelo de desarrollo que se oponga al modelo de los agronegocios, porque mientras tanto, no se tendrá una visión distinta a la que existe hoy”.