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Fuente: Terra

En una finca de 76 hectáreas en el norte de Colombia que estuvo cerrada durante siete años por la presencia de paramilitares, expertos se dedican a investigar y experimentar variedades de plantas para orientar a los campesinos de la zona sobre las más adecuadas para el cultivo.

"La finca cerró hace diez años por 'inconvenientes' y fue reabierta hace tres años con la mejora de la situación", dijo a Efe el ingeniero agrónomo Rafael Novoa, investigador máster de la subsede del Centro de Investigación de Turipaná en la localidad de El Carmen de Bolívar, situado en la conflictiva región de los Montes de María.

Novoa evita mencionar directamente a los grupos armados ilegales porque a pesar del proceso de paz, quienes viven en zonas que empiezan a dejar atrás el conflicto armado todavía enfrentan muchos riesgos.

Este centro, que depende del principal de Turipaná, en el también caribeño departamento de Córdoba, pertenece a la estatal Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica), y se dedica a experimentar cultivos de hortalizas, tubérculos y aromáticas.

Pequeñas plantaciones de diferentes clones de batata, ñame, tabaco, yuca y aguacate, entre otros, están regadas por la finca, donde Novoa, experto en suelos, junto con otros dos agrónomos especialistas en riego y en ingeniería ambiental, y un grupo de operarios, les hacen seguimiento a la matas para escoger las que mejor se adaptan a las condiciones del área.

"Vemos cuáles son las más adaptables a la sequía, al suelo y la maleza de la región", explica Novoa mientras muestra el follaje de uno de los muchos clones de ñame sembrados.

De los distintos cultivos que mejor se adaptan se escogen los tipos de semillas que son entregados a los campesinos para que siembren aquellas que tienen una producción garantizada.

"Hacemos la transferencia a los campesinos pero con paquetes de capacitación tecnológica", agrega.

Pero con este programa, Corpoica no busca comenzar de cero ni enseñar a los campesinos a sembrar sino de combinar dos culturas agrícolas, la técnica y la tradicional, para obtener los mejores resultados posibles desde el punto de vista comercial y que los campesinos puedan obtener mejores ingresos por sus productos.

"Buscamos darle a los productores materiales y tecnología para que sean competitivos", explica Novoa.

Este programa ha devuelto la vida al Centro de Investigación, que por su posición geográfica, en el corazón de los Montes de María, una región de baja montaña situada entre los departamentos de Bolívar y Sucre, se convirtió en un lugar de paso de los diferentes grupos armados ilegales que se disputaban la zona, primero guerrilleros y luego paramilitares.

Por eso tuvo que ser cerrado hace una década y los investigadores se vieron forzados a abandonarlo para no correr riesgos.

Una bodega en ruinas sobre cuya puerta principal aún se alcanza a leer la palabra "Colombiano", escrita en letras verdes, borradas parcialmente por el paso del tiempo, el sol y la lluvia, es un testigo mudo del abandono en que estuvo el lugar que ahora las autoridades esperan recuperar totalmente con el apoyo de la empresa privada.

El programa incluye, además de la transferencia de tecnología agrícola, la recuperación de las construcciones de la finca que aún están en ruinas, entre ellas la bodega, que volverá a utilizarse como un almacén de insumos, explica Andrea Amado Salas, asesora de la Gobernación de Bolívar en proyectos de desarrollo económico.

Para ello se creó la Agencia de Desarrollo Territorial para los Montes de María, una iniciativa de la Gobernación de Bolívar con el apoyo de Corpoica y de organizaciones privadas sin ánimo de lucro, como la Fundación Argos y la Fundación Semana, entre otros.

"En enero se va a hacer el lanzamiento de la agencia y allí se va hacer un festival gastronómico llamado 'Los Sabores de María'. Queremos aprovechar todo esto que se está haciendo en materia de investigación y producción agrícola en la preparación de platos de la región", afirma la funcionaria.

La idea es que con el impulso de la paz que vive el país, los campesinos de los Montes de María, muchos de ellos desarraigados, vuelvan a sembrar la tierra y a producir más y mejor.