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CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ecolatina). Desde hace algunos meses las principales commodities comenzaron a registrar una marcada aceleración en el proceso de suba de sus cotizaciones. De hecho, muchas de ellas se ubican actualmente por encima de los niveles récord alcanzados hacia mediados de 2008.

El caso más notorio es el de los alimentos. Según el FMI, en los últimos seis meses el precio de este conjunto de productos se elevó 35%. Por su parte, la FAO advirtió que el costo de los alimentos a nivel mundial se encuentra -en términos reales- en el nivel más alto desde que comenzó la medición en 1990.

Dentro de este grupo, los granos fueron los más dinámicos. Desde junio, impulsados por las adversas condiciones climáticas que afectan a los principales países productores, el precio del trigo se duplicó mientras que el maíz se elevó 74%, la soja 47% y el girasol 40%.

Entre los principales factores que exacerbaron la escalada se encuentran las restricciones a las exportaciones impuestas por diversos países productores, los bajos niveles de stocks disponibles y la creciente demanda de biocombustibles.

En cuanto al índice que agrupa al conjunto de metales utilizados como insumos industriales (excluyendo al oro), sus cotizaciones también exhiben una clara tendencia alcista a partir de 2010. Desde entonces, sus precios se incrementaron en promedio 34%, ubicándose apenas por debajo del máximo histórico de mediados de 2007.

Ante la recuperación de la economía mundial las fábricas aumentaron sus niveles de producción, por lo que parte del aumento de los metales responde en última instancia a una mayor demanda global.

Por caso, el incremento de los requerimientos de cobre por parte de China (principal consumidor a nivel global explicando casi 40% del total) disparó su precio cerca de 50%, batiendo un nuevo récord en su cotización.

El petróleo transita una situación similar. Entre julio de 2010 y enero último el precio del crudo trepó casi 25% y, por primera vez en dos años, el costo del barril superó la barrera de US$ 100.

Además de la recuperación económica, en las últimas semanas la suba estuvo impulsada por la situación de Egipto (parte del petróleo proveniente de los países árabes pasan por el Canal de Suez) y el miedo a que las protestas se extiendan al resto de los países de la región.

De todas maneras, el petróleo se encuentra aún lejos de los niveles previos a la quiebra de Lehman Brothers cuando el barril se ubicó cerca de US$ 150. Si bien la tendencia es alcista y la OPEP no incrementó por el momento el volumen de producción, actualmente los fundamentos son muy diferentes a los que dieron lugar a la escalada dos años atrás.

Cabe destacar que este nuevo boom de las commodities no sólo responde a factores reales sino también a cuestiones financieras.

El exceso de liquidez global -exacerbado por la inyección de nuevos fondos por parte de la FED-, las bajas tasas en los principales mercados y el mayor apetito por el riesgo de los inversores, impulsaron las cotizaciones de prácticamente la totalidad de los activos, en especial de las commodities.

Más allá de los fundamentos reales detrás de las subas y las cuestiones meramente especulativas, lo cierto es que el aumento de las commodities genera preocupación pues se espera que la dinámica se mantenga alcista.

Una escalada que preocupa

El fuerte incremento de las cotizaciones de las commodities comenzó a sentirse en el bolsillo de los consumidores alrededor del mundo. Las subas recientes en los índices de precios fueron más profundas que en los meses previos, por lo que las autoridades comenzaron a inquietarse por su impacto social y el riesgo que implica para una economía global que aún transita un período de recuperación.

La intensidad de las últimas subas en los índices giró el eje de la discusión en materia de política económica. Hace tan sólo un año la economía mundial comenzaba a salir lentamente de la crisis y en los países desarrollados todavía existían riesgos de deflación. Pero ahora la fortaleza de los emergentes y el impulso de los mercados financieros aceleran la discusión en torno de las medidas que se deben adoptar para contener los precios.

En varias economías la tasa de inflación superó los límites estipulados como objetivos explícitos de los bancos centrales, como es el caso de Brasil, Inglaterra o incluso el conjunto de la Unión Europea.

En otros, donde la pauta inflacionaria no está previamente definida, el ritmo de aumento de los precios finalizó 2010 en niveles preocupantes. En este segundo grupo de encuentran entre otros India (+9,5% i.a.), Indonesia (+7% i.a.) y China (4,6% i.a.).

Como primer punto es importante destacar que la escalada actual de las commodities dista de la experimentada en 2008, cuando las cotizaciones alcanzaban sus récords previos. Por caso, en junio de aquel año la suba de las materias primas registraban una variación de 62% i.a., cuando ahora se ubica en 27% i.a. Evidentemente, si bien la suba de los índices de precios se está acelerando, el impacto al consumidor no tiene aún la misma magnitud que en el pasado.

Por otro lado, no es similar el tratamiento de la cuestión inflacionaria entre los países desarrollados y los emergentes. En el primer grupo la inflación es baja y el problema pasa por la fortaleza de la recuperación económica. Por ello la atención de la política monetaria y fiscal se centra en la consolidación del crecimiento.

En estos países las expectativas de inflación anual se mantienen en torno de 2% por lo que no se justificaría la eliminación de los incentivos oficiales dispuestos. Además, con niveles de desempleo todavía elevados, se descartan presiones que provengan de incrementos salariales o recomposición en los márgenes empresariales.

Pero la realidad de los países emergentes es muy diferente. Este grupo parte de un nivel de actividad más elevado pues en conjunto logró sortear la recesión de 2009, manteniendo bajo el nivel de desempleo. Por este motivo, la suba de las commodities suma presión a la dinámica de los precios.

Como además en los países en desarrollo se destina una porción mayor de los ingresos a alimentos, la inflación en ese rubro genera serios riesgos sociales.

Por estos motivos, se observan acciones tendientes a controlar la situación. Las medidas apuntan a suavizar el crecimiento actual para maximizar el de largo plazo. Por ejemplo, Brasil incrementó el ahorro fiscal y los controles sobre el ingreso de capitales.

El aumento de los alimentos vuelve a ser una noticia alarmante. Si bien el contexto actual dista del de 2008 (el mundo se sumía en una crisis histórica), el escenario alcista que se perfila merece atención y coordinación de medidas por parte de las autoridades. Mientras se mantenga la flexibilidad fiscal y monetaria las cotizaciones seguirán subiendo.

Recientemente la FED negó que su política monetaria sea la que impulsa las cotizaciones de las commodities y llamó a los emergentes a apreciar sus tipos de cambio como paliativo. Claramente esta situación mantiene el problema de fondo, pues la falta de acuerdos seguirá perjudicando a las poblaciones de países de bajos recursos que son importadores netos de alimentos.

 

 

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