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“Las minas de Muzo, una zona conocida como la "capital esmeralda del mundo" han producido grandes fortunas para sus propietarios.

Si bien las Guerras Verdes de los años 80 han terminado, todavía hay un conflicto de índole medioambiental, mientras los barequeros compiten por el acceso a las piedras preciosas, aun a costa de sus vidas.”

Vidas por piedras

Los barequeros (mineros informales) tienden a vivir una existencia difícil en los barrios marginales de las laderas de las montañas circundantes, sin agua corriente ni servicios y cuando encuentran una esmeralda, puede tratar de pagar a un tallador para que con su trabajo aumente el valor de la piedra preciosa o venderla directamente en diversos comercios de las calles de Bogotá.

Es más fácil vender las esmeraldas si ya están talladas, pero algunos compradores prefieren las “crudas”, sin cortar para supervisar este proceso delicado ellos mismos, antes de colocarlas en los mercados internacionales.

Alrededor del 95% de las esmeraldas colombianas están destinadas a la exportación.   En este sistema de informalidad la riqueza extraída de las minas colombianas es muy difícil de calcular.

Esto también se aplica al valor de la esmeralda misma, puesto que precio se basa en una serie de características, como el color, el tamaño, la talla y la transparencia y varía dependiendo de quién la ofrezca.

  Pobreza y leyes ignoradas Aunque las leyes ambientales colombianas ahora prohíben el vertido de restos de arena y rocas de la excavación minera, muchos desechos siguen siendo abandonados en las tierras y los ríos alrededor de las minas. A menudo con sus propias manos, hay quienes buscan unas pocas esmeraldas entre estos escombros.

 

Otros minan el área informalmente.

Colombia es un país con una población en gran parte pobre, que vive en un suelo increíblemente rico.

El derecho a explotar sus recursos es una lucha continua, en la que los más débiles tienen que intentar sobrevivir como puedan.  

En medio de esa lucha, se encuentra la que tiene que ver con el Medio Ambiente, víctima de esta problemática, dado que, si bien existen leyes que pretenden controlar la contaminación, en la zona de Muzo, casi no se lasa respeta. 

Recorrer la tierra buscando esmeraldas es un trabajo completamente manual y requiere la capacidad de detectar el resplandor verde de las pequeñas piedras que pueden aparecer mezclados con la roca negra y los detritus de las minas, dejados negligentemente en cualquier sitio.

Las piedras que pueden encontrar los barequeros más pobres son pequeñas y de bajo valor, pero en cuanto hallan una, se guardan de inmediato en la boca, para que nadie vea lo que ha conseguido. Y con ellas así escondidas, estos hombre y mujeres siguen hurgando entre los escombros, mientras el ecosistema se hace pedazos y nadie hace nada por remediarlo.



Fuente: Eco América