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Pese a la pauperización o la tensión en que viven por hechos de violencia en sus territorios, más de un millón de indígenas luchan por su identidad en la pluriétnica y pluricultural Colombia.

En el país sudamericano se reconocen 86 pueblos indígenas, con 65 lenguas diferentes. Según estudios especializados, el grupo más numeroso son los nasa, que habitan en el suroccidente del país, en los dos flancos de la cordillera Central, departamento del Cauca.

Precisamente en ese escenario, entre nasas, guambianos y yanaconas, surgió en 1972 la primera organización reivindicativa indígena contemporánea, el Consejo Regional Indígena del Cauca.

Siguen en número los wayú, sociedad de pastores que ocupan las tierras semidesérticas de la península de la Guajira.

Un tercer grupo demográficamente importante son los emberaes, pobladores de las selvas húmedas del occidente del país.

Los nasa, los wayú, los emberaes y los nariñenses representan casi el 60 por ciento de la población indígena colombiana.

Están también los amazónicos que se estiman en 50 mil habitantes, con cerca de 50 grupos étnicos y diez familias lingüísticas.

Carl Henrik Langebaek, antrópologo y vicerrector de la Universidad de los Andes, afirma que en 1492 los nativos eran unos siete millones, lo cual, aunque exagerado, desmiente la idea de un territorio prácticamente desocupado a la llegada de los españoles.

Los pobladores originales se desplazaron inicialmente de norte a sur, pero luego también lo hicieron de sur a norte, de las tierras bajas a los Andes y viceversa.

Ello explica por qué a la llegada de los españoles la población indígena ya era mestiza, derivada de diversas mezclas, no solo genéticas sino culturales, acotó el reconocido académico para la revista colombiana Semana.

Grupos numerosos, añadió, ocuparon algunas partes del país como la cordillera Central, el Alto Magdalena, la sabana de Bogotá y la Sierra Nevada de Santa Marta. En otras regiones la presencia fue menor, como en la Amazonia, los Llanos Orientales y la costa del Caribe.

Pese al exterminio de los conquistadores, la población indígena en Colombia sobrevivió, no solo en términos biológicos, sino a través del mestizaje y en términos culturales, indicó Langebaek.

Hoy están concentradas en los departamentos de Vaupés (66 por ciento), Guainía (64 por ciento), La Guajira (45 por ciento), Vichada (45 por ciento) y Amazonas (43 por ciento). También en el Cauca (22 por ciento) y Putumayo (21 por ciento).

Algunas poblaciones son, desde el punto de vista económico, campesinas, otras son urbanas y algunas se dedican al comercio. El 75 por ciento vive en zonas rurales.

Entre las comunidades con fuerte protagonismo en territorio colombiano se encuentra la Embera-Chamí (gente de la cordillera) que en fecha reciente se comprometió a erradicar la práctica de la mutilación genital de sus mujeres cuando nacen.

Según trasmitió la Radio Santa Fe de Bogotá, el compromiso fue formalizado con la gobernadora Dilian Francisca Toro, del departamento Valle del Cauca, donde habita una parte de la citada etnia.

La decisión se tomó luego de la intervención hecha desde el año pasado por parte de las autoridades locales colombianas que insistieron en el riesgo que significa la ablación para la vida de la mujer.

Se estima que haya unos 30 mil embera-chamí en territorio colombiano, localizados en los departamentos de Risaralda, Caldas, Antioquia, Caquetá y Valle del Cauca.

Durante cientos de años han desarrollado una cultura adaptada a los ecosistemas de selva húmeda tropical.



LA ANCESTRAL LUCHA POR LA MADRE TIERRA 

Un estudio de la Organización Nacional Indígena (ONIC) reveló que '25 líderes y autoridades tradicionales indígenas y 24 miembros de juntas de acción comunal' fueron asesinados en Colombia en 2016 y el primer semestre de 2017.

Paradójicamente, varios de los crímenes se cometieron en áreas cercanas a regiones priorizadas para la implementación del acuerdo de paz que se firmó entre el gobierno y la exguerrilla de la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), subrayó la ONIC.

Justamente la ONIC denunció la semana anterior el asesinato por desconocidos del gobernador indígena del Cauca, Oscar Tenorio Sunscue, hecho al que la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas en el país dijo dará seguimiento.

La ONIC alertó también sobre el atentado que sufrió otro gobernador, Pete Vivas, quien fue atacado por desconocidos cuando se dirigía 'a cumplir con compromisos en el ejercicio de autoridad tradicional'.

El Consejo Regional Indígena del Cauca y la ONIC instaron en consecuencia a la Fiscalía, Procuraduría y Defensoría del Pueblo a investigar los hechos y determinar los responsables de las agresiones.

Tres días después de la masacre de campesinos en Tumaco, localidad del departamento de Nariño, fue baleada una comunicadora indígena cuando cubría una confrontación entre comuneros y policías en el municipio Coconuco, oriente del Cauca.

Señala la emisora local Contagio Radio que para las comunidades autóctonas es preocupante que, en un escenario de paz, se presenten estos casos que ponen en riesgo la vida de los indígenas y de los colombianos en general.

Lo ocurrido en Coconuco se trata, en opinión de expertos, de una pelea de vieja data entre indígenas, terratenientes y empresarios.

Los indígenas han reivindicado sus derechos en torno a lo que califican 'recuperación de la madre tierra', predios que consideran suyos desde hace más de 500 años.

Se estima que la gran mayoría de tierras cuya fertilidad es propicia para la siembra y producción de cultivos en Colombia se encuentran en manos de grandes empresarios agroindustriales.

Tan sólo el 12 por ciento de la tierra perteneciente a los resguardos indígenas sirve para producción pecuaria y agrícola, y el 82 por ciento restante corresponde a zonas con vocación forestal, de las cuales, el 18 por ciento constituyen páramos, afirma la Asociación de Cabildos Indígenas del Cauca.

Aunque institucionalmente están protegidos los derechos de los pueblos originarios en Colombia, muchas veces son desconocidos y violentados.

Vale solo un dato: Los desplazados en Colombia son mayoritariamente afrocolombianos e indígenas.

Por eso reclaman del Estado una mirada más profunda hacia su realidad.

La Declaración de la ONU de 2007 reconoce los derechos colectivos e individuales de los pueblos indígenas, especialmente a sus tierras, bienes, su cultura, identidad y lengua.

También prohíbe la discriminación contra los indígenas y promueve su plena y efectiva participación en todos los asuntos que les conciernen y el derecho a mantener su diversidad y a propender por su propia visión económica y social.

* Corresponsal en Colombia