fbpx
VISITA NUESTRO
NUEVO SITIO WEB

 

 

 

 

Posts @IPDRS

 

El nuevo director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, señaló el lunes que dará gran importancia a América Latina, en particular a Centroamérica.

"América Latina tendrá una atención especial, y una preocupación particular el Caribe y Centroamérica para poder hacer frente a los desastres climáticos", declaró Graziano da Silva en su primera conferencia de prensa en calidad de director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

El funcionario de 61 años es el primer latinoamericano que dirige la FAO desde su fundación en 1945.

Dijo que la agencia debería hacer frente a esos desafíos, como la sequía que se registra en esa zona del mundo, para lo cual "deberemos incorporar el tema de la emergencia en nuestro cotidiano".

"En Centroamérica estamos tratando de impulsar los programas de alimentación escolar con entidades locales y queremos extenderlos a otros lugares del mundo", afirmó.

El funcionario brasileño fue elegido el domingo en la segunda votación. Se impuso por cuatro votos al español Miguel Angel Moratinos, 92 contra 88.

Subrayó que la primera tarea de la FAO es combatir el hambre que sufren 1.200 millones de personas en el mundo, aunque no se fijó metas.

"No queremos combatir el hambre sólo del personal de la FAO", dijo sonriendo. Esta tarea primordial de la agencia, agregó, no estaba muy clara para los que trabajan en la sede regional de la FAO en Chile.

"Cuando llegué a dirigir la sede regional (cargo que mantuvo hasta ahora), le preguntaba a todos cuál era la función de la FAO, y me daban respuestas muy elaboradas, y sólo el 10% dijo que era combatir el hambre", manifestó.

Sobre la seguridad en la procuración de alimentos, sostuvo que la mujer "tiene una gran responsabilidad en la seguridad alimentaria, razón por la cual se deberá incrementar su papel en esta materia".

Con relación al uso de biocombustibles, recordó lo que ha dicho el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, de quien fue ministro, de que "es como el colesterol, en que hay buenas y malas experiencias, como sucede con el colesterol, en que hay bueno y malo".

"No sólo en Brasil, sino en otras partes del mundo, hay producción de biocombustible que no afecta la seguridad alimentaria, como el caso de Argentina, con su excedente de granos oleaginosos", expresó.

"No creo que los biocombustibles sean una bala de plata para usarla en toda circunstancia, pero tampoco se deben demonizar, aunque los pueden utilizar sólo algunos países", señaló.

Reconoció que en los comicios para elegirlo había quedado de manifiesto una división entre los votantes, pero dijo que "lo importante es tener la confianza de los países miembros para trabajar bien".

Los países del norte que votaron en favor de Moratinos "no están en contra de mí, y después de la elección, todos se han empeñado en sostener esta organización, que debe tener un papel importante para enfrentar los nuevos desafíos".

"Debemos iniciar una nueva era y debemos proseguir la reforma interna para separar las divisiones", afirmó.

Aclaró por otra parte que las relaciones de Brasil con Italia no se han visto afectadas por la decisión de su país de no conceder la extradición de Cesare Battisti, el prófugo italiano condenado en ausencia en Italia a cadena perpetua por la muerte de cuatro personas en la década de 1970.

Dijo que fue una decisión de la justicia brasileña y que "a la abuela y al Supremo Tribunal Federal (STF, la Corte Suprema) no se le puede contradecir".

Graziano da Silva creó el Programa Hambre Cero en el gobierno de Lula como ministro Extraordinario de Seguridad Alimentaria.

Es doctor en Economía por la Universidad Estatal de Campinas, y fue profesor titular de Economía Agrícola en la misma universidad. Tiene un posgrado en la Universidad de California y en el Instituto de Estudios Latinoamericanos del University College de Londres.  

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha publicado una guía en la que presenta las claves para una intensificación sostenible de la producción agrícola mundial, que podría multiplicar hasta seis veces el rendimiento de los cultivos.

Titulado "Ahorrar para crecer", el libro anima a "volver a contar con la naturaleza en la agricultura", regulando los flujos de agua, la polinización y los depredadores naturales de las plagas. Con este modelo "se aplican los insumos externos en el momento y en la cantidad adecuada, ni más ni menos de los que la planta necesita".

Este enfoque deriva en parte de las técnicas de la agricultura de conservación, que preserva la estructura y la buena salud del suelo. Los residuos de las plantas cubren los campos y se alterna el cultivo de cereales con el de legumbres que permiten enriquecer el suelo.

Las pautas de "Ahorrar para crecer" contribuirían, según la FAO, a responder al reto de alimentar a una población mundial que se prevé que alcance los 9.200 millones de personas en 2050.

Además, estos métodos, dirigidos principalmente a los pequeños agricultores de los países en desarrollo, permiten que los cultivos se adapten al cambio climático, produzcan más alimentos y reduzcan las necesidades de agua y de energía en un 30 y un 60%, respectivamente.

La FAO asegura que en algunos casos es posible incrementar el rendimiento hasta seis veces, según demuestran los ensayos con maíz realizados recientemente en África meridional.

"El paradigma actual de producción agrícola intensiva no es capaz de responder a los desafíos del nuevo milenio. Para poder crecer, la agricultura tiene que aprender a ahorrar", concluye la FAO.

El agua disponible para la producción de alimentos disminuirá por el cambio climático durante las próximas décadas, según el estudio 'Cambio climático, agua y seguridad alimentaria' elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Así, el organismo ha detallado que se trata de un estudio "completo de los conocimientos científicos existentes sobre las consecuencias previsibles del cambio climático sobre el uso del agua en la agricultura".

En este sentido, prevé la disminución de la escorrentía de los ríos y de la alimentación de los acuíferos en el Mediterráneo y las zonas semiáridas en América, Australia y África meridional, regiones que ya sufren de estrés hídrico.

Por otra parte, se estima que en Asia se verán afectadas amplias zonas que dependen del deshielo y de los glaciares de montaña, mientras que las áreas densamente pobladas de los deltas fluviales están amenazadas al combinarse un menor flujo de agua, aumento de la salinidad y la subida del nivel del mar.

Además, el estudio advierte de una aceleración del ciclo hidrológico del planeta, ya que las temperaturas en alza incrementarán la tasa de evaporación de la tierra y el mar. "La lluvia aumentará en los trópicos y a latitudes más altas, pero disminuirá en las zonas que tienen ya carácter seco y semiárido y en el interior de los grandes continentes y se espera que las zonas del mundo que sufren ya de escasez de agua se vuelvan más secas y calurosas", precisa.

 A pesar de que no es posible hacer estimaciones certeras sobre la alimentación de los acuíferos bajo los efectos del cambio climático, la FAO ha considerado que "es previsible que el incremento de la frecuencia de sequías promueva un mayor aprovechamiento del agua subterránea para amortiguar el riesgo para la producción de los agricultores".

 Concretamente, la pérdida de glaciares --que sostienen cerca del 40 por ciento del riego a nivel mundial-- afectará finalmente a la cantidad de agua de superficie disponible para el riego en las principales cuencas productoras, ha precisado.

En todo caso, el incremento de las temperaturas alargará la temporada de crecimiento de los cultivos en las zonas templadas del norte, pero reducirá la duración en casi todos los demás lugares. Unido a una mayor tasa de evapotranspiración, lo que provocará un descenso del potencial de rendimiento de los cultivos y de la productividad del agua.

Finalmente, ha indicado que el informe también presta atención a las iniciativas que pueden tomar los responsables políticos nacionales, las autoridades de las cuencas hidrográficas regionales y locales, y los campesinos individuales para hacer frente a estos nuevos desafíos

El informe "Perspectivas alimentarias" de la FAO revela que las cosechas récord de alimentos como los cereales apenas sirven para cubrir el consumo. Los precios de los productos básicos han aumentado un 37% en un año.

La escalada de precios de los productos básicos no tiene visos de pararse, según el informe "Perspectivas alimentarias" de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Pese a que en mayo el Índice de la FAO que mide los precios de los alimentos tuvo un promedio de 232 puntos, tres puntos menos que en abril, la subida con respecto a mayo de 2010 es del 37%.

El informe explica que el descenso de las existencias y el escaso aumento de la producción en la mayoría de los cultivos (arroz, trigo, cereales) provocan la situación de precios elevados, que pone en peligro a los países con menos recursos y con más necesidad de alimentos. Las condiciones meteorológicas y los anuncios de Rusia y Ucrania de levantar la prohibición a las exportaciones de cereales a partir del mes de julio condicionarán el futuro de los precios.

El descenso de apenas el 1% en mayo se debió a la bajada de los precios de los cereales (-1%) y del azúcar (-10%). Sin embargo, el precio de los cereales ha crecido un 69% desde mayo del pasado año. Por su parte la carne alcanzó un nivel récord en su precio, y está previsto que su producción sólo vaya a aumentar un 1% en 2011 respecto a 2010, debido a los elevados precios de los piensos, los brotes de enfermedades y el agotamiento de las existencias de ganado, explica la FAO.

Quienes más sufren esta situación son los países menos desarrollados y aquellos con ingresos bajos y déficit de alimentos. La FAO espera que la factura global por la importación de alimentos será un 21% mayor que en 2010, llegando a 1,29 billones de dólares estadounidenses, lo que provocará que estos países tengan que gastar entre un 27% y un 30% más en importaciones que el año pasado. La importación de alimentos les supondría el 18% de todas sus importaciones, mientras que el promedio mundial está situacio en el 7%.

Además, la FAO hace un llamamiento a vigilar de cerca el mercado de futuros y a mejorar su transparencia.

La Organización No Gubernamental (ONG) Oxfam, en su capítulo Francia consagrado a la lucha contra el hambre, pidió hoy aquí medidas concretas de la ministerial del Grupo de los 20 (G20) de París a fines de junio.

  El responsable de Oxfam para cuestiones agrícolas en Francia, Jean Cyril Dagorn, declaró a la prensa que la situación con los alimentos se agudiza en el mundo como consecuencia de un período de sequía devastador.

Los desafíos son inconmensurables y estamos viendo de forma directa un problema derivado del cambio climático, por lo cual lanzamos a la comunidad internacional varios llamados de alarma, argumentó Dagorn.

Por su integración y probable capacidad para actuar en representación de buena parte de la humanidad, el G20 es una de las esperanzas ante una situación que Oxfam calificó de dramática y sin perspectivas de solucionarse en el corto plazo.

Los ministros de Agricultura del G20 se reunirán en esta capital los días 22 y 23 de junio para intentar dar respuestas encaminadas a enfrentar con determinación otra crisis alimentaria que ya tiene carácter inminente.

En un análisis de Oxfam titulado Cultivar un futuro mejor, la explosión de la pobreza a partir del incremento de los precios de los alimentos avizora una tragedia, particularmente en países de Africa subsahariana, América Central, Mongolia y Sri Lanka.

Si no se adoptan medidas audaces y compromisos reales de los ricos, en los próximos 20 años seguirán elevándose los precios de los alimentos entre 80 y 160 por ciento, adelantó la ONG.

Todo esto sin tomar en cuenta al detalle las amenazas que constituye el calentamiento global de la atmósfera, sentenció.