fbpx
VISITA NUESTRO
NUEVO SITIO WEB

 

 

 

 

Posts @IPDRS

Actualmente el sector agrícola ha cambiado mucho en comparación con varias décadas atrás. La gran demanda de sus productos y las facilidades para el comercio y la venta, han dejado la mayor parte de la producción agrícola en manos de grandes empresas y multinacionales que se dedican a la gestión de los productos.

En consecuencia, la mayoría de estos productos son cultivados con ayuda de abonos y pesticidas químicos que terminan alterando la composición orgánica de cada uno.

Sin embargo, aún existe uno de los movimientos agrícolas más importantes de América Latina: El Movimiento de los sin Tierra y es, además, el mayor productor de arroz orgánico del sur americano. Hace más de tres décadas, nació el movimiento MST, de carácter político y social iniciado en Brasil. Con principios marxistas, el MST luchaba por defender lo que numerosas veces hemos oído como ‘la tierra es de quien la cultiva’.

“Es un movimiento invasor, que roza la actividad guerrillera y que ha estado detrás de conflictos que amenazaban la vida de otras personas en varias ocasiones” afirmaba Pablo Ricardo da Souza Dias, presidente de la Comisión de Asuntos Agrarios de la Federación de Agricultura del Estado de Rio Grande do Sul.

Con este principio de justicia social, muchos agricultores recibían sus ingresos de este sector y tenían que mantener a sus familias, algo que no era nada fácil para un trabajo lento y con necesidad de mano de obra. Para ampliar su negocio, los agricultores necesitaban más tierras que, en lugar de comprar por los altos precios y solo por un pequeño cultivo, decidieron ocupar o invadir las tierras libres que encontraban. Cuando esto ocurría, el gobierno asignaba directamente estas tierras como propiedad de los campesinos que las cultivaban, por el bien económico y social, y en cambio recompensaban a los dueños para mantener la justicia y equidad.

El movimiento aún existe y ahora es una organización consolidada conocida como el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra y en tres décadas, se ha convertido en el mayor productor de arroz orgánico, sin modificaciones químicas, de toda América Latina, según indica el Instituto Riogradense de Arroz (IRGA).

Aunque algunos agricultores tradicionales no estén muy de acuerdo y consideren que el movimiento que luchaba por los derechos de las familias del sector agrícola se haya vuelto capitalista, el MST sigue teniendo sus beneficios en comparación con grandes multinacionales.

“En ese contexto, la visión era incluso un poco ingenua: la tierra es de quien la trabaje. Se trata de un principio justo, pero insuficiente para resolver los problemas de la producción de alimentos. A medida que el MST fue evolucionando, fuimos adaptando nuestro programa e incorporando la agricultura ecológica” defendía el coordinador nacional de MST, Joao Pedro Stedile para el diario BBC.

El MST espera recolectar la cantidad de 27.000 toneladas producidas de 22 asentamientos diferentes de la cosecha de arroz orgánico en el periodo 2016-2017. Gracias a las 616 familias dedicadas a ello, se estima que recolectarán 22.260 sacos de arroz, una cantidad realmente grande.

Desde hace ya 15 años tras lograr grandes producciones, el MST puede permitirse la exportación del arroz, y según Emerson Giacomelli, el coordinador del grupo de gestión de este movimiento, ya se está exportando el 30% de su arroz ecológico.

“Los beneficios son de salud, tanto para quienes lo producen como para quienes lo consumen. Ayuda a que los agricultores permanezcan en la tierra, pero también a que los consumidores no tengan que preocuparse por los efectos nocivos de los pesticidas” afirmaba Giocomelli.

Gran parte de la exportación y de que otros países puedan alimentarse de este arroz ecológico es gracias al zootécnico Anderson Bortoli, que no es miembro del MST, pero sí uno de sus clientes. Bortoli trabaja para la empresa Solstbio, en Santa María, y se dedica a comprar el arroz ecológico de tres de los asentamientos del MST con la finalidad de exportarlo. Bortoli envía algunas muestras de arroz a Bélgica, lugar donde se analizan y reciben la certificación de producto orgánico, y finalmente comercializa los productos en Estados Unidos, Alemania, España, Noruega, Nueva Zelanda, Chile y Mexico.

Según Giacomelli, los agricultores que trabajan en cooperativas ganan un 15% más que los agricultores independientes y defiende que es posible debido al aporte de un producto de calidad en el mercado y con un precio un poco más alto que el producto de las multinacionales.

Esta diferencia ayuda además a los propios agricultores, a seguir teniendo un beneficio para su familia y la gestión de sus cultivos.

Aunque haya un sector que no esté a favor del progreso de MST en esta dirección, el movimiento sigue produciendo beneficios para todos, un producto de calidad y una posibilidad de trabajo y recompensa a sus agricultores.

FUENTE: EN POSITIVO