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A pocos días de recordarse los 26 años de emprendida la primera marcha indígena por el territorio y  la dignidad (1990), se llevó a cabo la presentación del documental "El camino es el río" (2016) del director Marco Arnez y la difusión del caso # 90 del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio en el Auditorio del CESU – UMSS en la ciudad de Cochabamba.

Dirigidos por el docente Carlos Crespo, el colectivo Territorios en Resistencia y el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) se encargaron de presentar el contexto y producto del proceso de sistematización del caso denominado TIPNIS: Defendiendo nuestra Casa Grande como parte de los mil casos que reúne la iniciativa sudamericana.

Marco Arnez aclaró que los especialistas en el TIPNIS y quienes relatan su trabajo documental son la familia Maleca Teco, a quienes conoce y acompañó en diferentes momentos en los últimos años, conociendo así, no sólo su testimonio en resistencia al proyecto de la carretera que atravesaría su territorio, sino además, su cotidianidad y pensamiento.

La encargada de comentar este documento audiovisual fue la antropóloga Sarela Paz, quien destacó el trabajo por reflejar lo complejo de la vida en el TIPNIS desde el título y es que ‘el camino es el río’ implica la comprensión del territorio como una unidad respecto a la lógica de parcelación y vertebración de sendas camineras que implican las colonias y la producción de coca. Rememorando un período de investigación en los años ochenta, Paz insistió en que la actual resistencia por mantener la integridad del núcleo del territorio tiene que ver la actualización del avasallamiento que vienen viviendo desde hace tres décadas, cuando las familias que llegaban del altiplano en busca de tierras, no sólo buscaban tumbar bosque para sembrar su autosuficiencia alimentaria, sino que buscaban mayores extensiones de bosque para imponer el monocultivo. Esta dinámica de avasallamiento territorial, en definitiva determinó también la transformación de los modos de vida en el territorio.

El conflicto actual por la imposición estatal de una carretera, despierta entonces elementos de la memoria de estos avasallamientos y modificaciones, trayendo al presente el permanente riesgo de la parcelación y la generación de las sendas funcionales al tránsito de las cosechas. El camino es el río, al contrario, da cuenta del saber de la navegación y el conocimiento del territorio como un bien común que se distribuye bajo un sistema de asignación de lo que técnicamente se conoce como barbecho, que se debe a la disponibilidad de los ríos.

Estos aspectos que la visión gubernamental no toma en cuenta, tampoco consideran que según el proyecto de la carretera sólo 20 de las 64 comunidades indígenas se beneficiarían. El resto de las comunidades utiliza el río para llegar a los principales centros poblados en el departamento del Beni y se les duplicaría la dificultad sólo en llegar a la carretera.

Sarela Paz destacó que la demanda del sector colonizador y principalmente cocalero, es por la ceja de selva y el pie de monte que en Bolivia está disponible desde el norte del departamento de La Paz hasta el parque Amboró en el departamento de Santa Cruz. Entonces, el TIPNIS ubicado entre los departamentos de Cochabamba y Beni resulta ser un nudo que no permite la circulación de los colonizadores; ni que se diga de los planes por explorar hidrocarburos y petróleo.

Marco Arnez, respondiendo a las inquietudes del público, explicó que en efecto, su trabajo no es periodístico y por tanto, uno de sus objetivos es develar lo que está escondido detrás del discurso de la pobreza y mostrar que lo que está en debate es el modelo de desarrollo bajo el que acceden a la salud y educación. Destacó que la información que ha circulado en y sobre el TIPNIS son documentos oficiales que muestran a su población como sujetos no desarrollados y no productivos, bajo los parámetros de la modernidad y la industrialización a ultranza.

El TIPNIS en Bolivia, ha llamado la atención a propios y extraños, entre la población urbana ha suscitado diversas expresiones de solidaridad y activismo, pero también un discurso basado en el mito del ‘buen salvaje’ que remite al imaginario de una población pasiva y congelada en el tiempo. La contribución del caso 90 del Movimiento y el documental El Camino es el río, tiene que ver con el cuestionamiento de estos estereotipos y la comunicación abierta con una población que está articulada al mercado, sus nuevas generaciones están al tanto de las transformaciones tecnológicas y cuyo proceso de resistencia territorial comprende una alternativa al extractivismo y la crisis alimentaria global.