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Con apoyo y decisión, esta comunidad nativa quechuahablante de la selva de San Martín ya no tala árboles para ampliar sus parcelas de sembrío. Ahora, más bien, apuesta por diversificar sus cultivos, mejorar su producción de café bajo la sombra y con fertilizantes orgánicos; sus agricultores saben que pueden contribuir con su ejemplo a reducir el cambio climático.

Isabel Carreño G.

El estruendoso sonido de una sierra eléctrica corta abruptamente la tranquilidad en la que vive la comunidad nativa de Chirikyacu; el hombre está a punto de derribar, una vez más, un árbol muy cerca de sus límites. Felizmente, desde hace un tiempo reciente, sus habitantes ya no amplían sus terrenos de cultivo arrasando árboles como sus vecinos sino que apuestan por proteger sus bosques y reforestarlos. 

Tras recorrer un camino tortuoso de dos horas en una camioneta todoterreno se llega a Chirikyacu, una pequeña comunidad de agricultores quechuahablantes, descendientes de los chancas y pocras del antiguo Perú y que forman parte del área de conservación regional “Cordillera Escalera”, región San Martín, que pertenece al distrito de San Roque de Cumbaza, provincia de Lamas.

El apu (jefe) Segundo Amasifuén comenta con optimismo a los foráneos que ellos quieren "dar el golpe" y ser un ejemplo en conservación forestal. 

La mayor parte de sus 180 habitantes se dedican a cultivar el café –base de su economía– bajo la sombra; porque para ellos, debido a la deforestación las lluvias no son como antes y las cosechas tampoco.

Han logrado entender que el cambio climático amenaza la calidad de sus cultivos. El 'apu' comenta que lo sabe bien porque hace dos años, la plaga de la roya –que se desarrolla  por causa de las altas temperaturas– arrasó con sus cultivos, lo que afectó su economía. 

"De la noche a la mañana todo se vino abajo con la roya.  Incluso empezamos a sembrar sacha inchi. Cuando iniciamos la siembra costaba seis soles el kilo; al momento de la cosecha, un sol. Es difícil seguir", recuerda Segundo Amasifuén.

Ante este complicado escenario, la comunidad está probando con fertilizantes orgánicos como el 'barbasco', el  que sus abuelos usaban para la pesca, y prueban otros para evitar que la roya los vuelva a afectar. 

También ha ampliado su variedad de sembríos con semillas de frijol, maíz, maní del monte, entre otros. Una parte de estas cosechas están destinadas para el consumo interno, y otra porción para su comercialización en poblados sanmartinenses. 

Jarnio Salgama, dirigente de la Federación de Pueblos Indígenas Kechwas de la Región San Martín (Fepikresa)apunta que en Lamas se vende el café a S/.5.70 el kilo y el sacha inchi a S/. 3.50. Cada productor puede llegar a vender alrededor de  800 a 1,500 kilogramos.

Los agricultores de Chirikyacu admiten que necesitan capacitación para mejorar su productividad y esperan junto a otras comunidades reforestar 54 mil árboles en toda la cuenca del Cumbaza. 

Gracias a la Fepikresam, un grupo representativo de la comunidad dejó la selva unos días para estar presente en el reciente evento de la COP20 y exponer sus propuestas en Voces por el Clima. 

A través de convenios y coordinación con Fepikresam, las ONG CEDISA y The Nature Conservancy (TNC), y con fondos de la Agencia para el desarrollo de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), ellos empezaron la labor de reforestación hace más de un año. 

El Área de Conservación Regional Cordillera Escalera, de la que forma parte Chirikyacu, tiene una superficie de 149,870 hectáreas que se extiende al noreste de la ciudad de Tarapoto.

Se calcula que alrededor de 75 hectáreas de cultivos bajo la sombra serían implementadas con apoyo técnico y bajo un sistema de agroforestería (esto sumado a otras iniciativas como el cacao, frutales,entre otros). 

Con la idea de seguir por este camino, este mes la comunidad nativa firmó un convenio por cinco años con el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la mitigación del Cambio Climático y desde el 2015 recibirá un incentivo de 10 soles anuales por cada hectárea conservada.

En total, Chirikyacu protege 5,300 hectáreas de bosques, apunta Derteano Tapullina, otro de los miembros de la directiva de la comunidad. 

El "Programa Bosques" fue creado para reducir este problema, sumando entre las fortalezas de su gestión la inclusión de comunidades nativas y campesinas. También las comunidades de Aviación, Alto Shamboyacu y Chunchiui están trabajando de forma similar. 

Su objetivo principal es conservar 54 millones de hectáreas de bosques tropicales al 2021, año del bicentenario de la Independencia peruana, lo que equivale al 42% de la superficie del país.

La coordinadora responsable de la Oficina Zonal de San Martín del Programa Bosques, Karla Mendoza, detalla que actualmente están trabajando con seis comunidades nativas de las 29 tituladas. El 5% del área forestal en San Martín está ocupado por comunidades nativas. 

Los convenios como el que firmó está comunidad tiene como finalidad que en el quinto año la propia localidad se autogestione con diferentes ingresos basados en lo que producen en sus tierras.

Para que puedan acceder a este programa, el proceso ha sido difícil porque la desconfianza en el Estado es patente. También, la población debe cumplir con metas planteadas en los planes de vida y proyectos de inversión. 

Diversificar, la clave

Manuel Bernales, pequeño productor de café que cuenta con una parcela de tres hectáreas de café y que forma parte de la Asociación de Conservación y Protección Alto Ahuashiyacu, junto con otros 24 productores cafetaleros, ha diversificado, desde hace dos años, su parcela con especies forestales nativas de rápido crecimiento. Sus otras 7 hectáreas  están dedicadas a cultivos de plátano, cocona, sacha inchi y tienen como finalidad estabilizar sus actividades, reducir la deforestación y contribuir a la captura de carbono.

"Nosotros reforestamos con cedro, capirona, caoba. Con el café tenemos una industria para cuidar porque la roya nos afectó mucho. Al año, podemos cosechar 50 quintales", dice Bernales.

Al igual que en Chirikyacu asevera que el precio del café ha variado y que el quintal podían venderlo cerca de 90 soles. Según información de The Nature Conservancy (TNC),  en una buena época cada quintal puede costar S/. 515; las campañas de cosecha y venta se dan entre febrero y julio. 

La labor realizada por los pobladores como la de la comunidad Chirikyacu es una muestra de que el apoyo y la perseverancia son la clave para impedir que la deforestación continúe. 

 

Un paraíso natural por descubrir

 

Uno de los elementos potenciales de Chirikyacu poco explotados son sus atractivos naturales, entre los que se cuenta sus cataratas como Rumi Yacu, Sunipicausani. 

Esta última es una de las más grandes y está a dos horas de la comunidad. Cuenta con un albergue llamado Valencia Wasi, que acoge a 16 personas. Ofrecen caminatas para conocer el ecosistema, sus cultivos y cultura.
 
También hay, en la zona de Lamas, un gran número de cataratas como la del Ahuashiyacu que está a cargo de la asociación de Flora y Fauna y la que cuenta también con un albergue, y distintas rutas para hacer caminatas ya sea para el avistamiento de aves o para explorar la biodiversidad. 

Por ejemplo, la Asociación de Conservación y Protección Alto Ahuashiyacu participa en el cuidado y protección del agua y la biodiversidad y en el mecanismo de retribución por servicios ecosistémicos hídricos del Cumbaza, con apoyo de la Iniciativa para la Conservación de la Amazonía Andina (ICAA).

Claves

apoyos.  De otro lado, el Estado ha puesto en práctica el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la mitigación del Cambio Climático, y que tiene el objetivo de convertirse en una especie de autoridad que articule a los diferentes actores del Estado para reducir la deforestación.

meta. El programa de Bosques, con el que la comunidad de Chirikyacu firmó un convenio este mes, tiene como meta conservar 54 millones de hectáreas de bosques tropicales al 2021, lo que representa el 42% de la superficie del país, según cifras del Minam. 

Cifras

5,300 hectáreas es el área protegida por la comunidad nativa Chirikyacu actualmente.

54 mil árboles se espera reforestar en la cuenca de Cumbaza.