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No va a ser una gran segunda mitad del año para la agricultura uruguaya. La cosecha de soja sintió los excesos del clima y no pudo seguir la tendencia ascendente de los últimos años. Los precios dieron una mano y los agricultores pudieron hasta comienzos de junio aprovechar una firmeza que no estaba en los papeles en virtud del aumento previsto en la producción mundial. Pero los rendimientos del año pasado no lograron sostenerse. El clima, particularmente las lluvias, no solo complicaron los cultivos de verano recortando la cosecha. No han hecho las cosas nada fáciles para los cultivos de invierno.

Cuando se traspasó ya la primera mitad de junio el avance en la implantación de trigo y cebada está por detrás de los planes. Para el trigo hay una creciente convicción de que no se llegará a la intención de siembra a no ser que “abra” el clima y pare de llover por más de una semana o 10 días. En cualquier caso, la segunda mitad del año comenzará con menores ingresos por soja y con una superficie de cultivos de invierno inferior a la prevista, lo que supone menos dinero en el mercado.

La zafra 2013/2014 de soja supuso un nuevo incremento en el área de la oleaginosa. Las estimaciones privadas –ya que las oficiales difieren mucho entre sí y de lo que ve el mercado– apuntaban a un crecimiento de la superficie hasta 1,45-1,5 millones de hectáreas.

A medida que se fue sembrando el mercado acompañó en el mundo. EEUU no paró de sacar soja hacia China a pesar del incremento esperado en la producción sudamericana y del bajo stock del que contaba. Eso generó firmeza en los valores internacionales que fueron aprovechados por los agricultores locales. Volvieron los US$ 500 por tonelada que muchos no esperaban y se llegó a máximos al productor de casi US$ 520/t.

Cuando empezó la cosecha los comentarios generalizados afirmaban que los rendimientos eran inferiores a lo esperado. La soja genera una confianza por su plasticidad que llevó a tener expectativas altas a pesar del intenso calor de diciembre y el mundo de agua que cayó entre fines de enero y la primera mitad de febrero, a lo que siguieron semanas con baja radiación solar. Las plantas lucían bien pero el peso de los granos fue inferior a lo esperado.

Hasta ahora no hay estimaciones oficiales sobre cuánto será el volumen total cosechado. En la ExpoActiva las previsiones iban sobre 3,6 millones a 3,8 millones de toneladas. Sin embargo, la realidad fue otra. Una forma de evaluar la producción esperada está entre los stocks, embarques y previsiones de rendimiento del último tramo de la recolección de la soja.

Hasta el 1° de junio los stocks de la oleaginosa llegaron a 1,637 millones de toneladas, según el registro de existencias del Plan Nacional de Silos. Según las estimaciones de operadores privados, hasta junio se habían embarcado algo así como un millón de toneladas. De esa manera se llegaba a cerca de 2,7 millones, a lo que debía agregarse lo que restaba por ingresar a plantas hasta el 1° de junio. Hasta esa fecha había previsiones de que faltaba cosechar alrededor del 20%. Es así que se podría estimar un total de producción sobre 3,2-3,3 millones de toneladas frente a los algo más de 3,5 millones del ciclo anterior.

Además de una producción que será inferior, el valor promedio de la exportación también  lo será. De modo que ingresarán menos dólares a la economía por el principal producto agrícola. En el acumulado del año hasta los primeros 10 días de junio se habían dado solicitudes de exportación por 1,909 millones de toneladas con un precio FOB promedio de US$ 508 por tonelada, llevando el total a US$ 971 millones.

En igual período del año anterior se habían registrado colocaciones por 1,737 millones toneladas con un valor FOB promedio de US$ 531 por tonelada. Finalmente las exportaciones terminaron 2013 con 3,5 millones de toneladas. Pero el mayor volumen exportado al inicio de este año tiene su origen en un fuerte avance de la cosecha.  En comparación al año pasado el volumen será inferior en lo que queda de este año.

Los precios solo pueden repuntar por el factor petróleo. Mirando hacia la próxima zafra el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por su sigla en inglés) pronosticó una cosecha récord de soja para ese país de casi 100 millones de toneladas y a Brasil superando los 90 millones.

Con ese marco, las referencias en la primera mitad de junio para la soja 2015 eran de US$ 420-US$ 425 por tonelada. Se espera que, como sucedió en años anteriores, las proyecciones iniciales del USDA sean de máxima y que luego el clima, la logística y la demanda hagan más ajustado el mercado.  Pero aún así, el tándem trigo/soja tiene fuertes desafíos por delante.

Perspectivas complicadas

Los cultivos de invierno no la tienen fácil luego del clima de mayo y las primeras semanas de junio. La siembra de trigo está bien retrasada respecto al año anterior. Es difícil manejar una superficie debido a la falta de acuerdo entre los privados y entre las propias oficinas del gobierno.  La DIEA manejó para la zafra anterior una superficie de 460 mil hectáreas contra 515 mil hectáreas de Opypa. Dados los volúmenes de producción es probable que el área haya estado sobre las 500 mil hectáreas.

Hasta ahora se avanzó con siembras de ciclos largos a fines de abril y comienzos de mayo. Luego, la alta humedad y las lluvias impidieron el progreso de los trabajos y las siembras que se realizaron estuvieron lejos de condiciones óptimas. Ya la Dirección de Recursos Naturales adelantó que será flexible con la fiscalización de los planes de uso de suelos para los productores que no puedan cumplir con las siembras previstas de trigo, cebada o colza.

El clima ha distado de ser benigno al inicio de la campaña de invierno, tanto en Uruguay como en algunas zonas de Argentina y del sur de Brasil. Y lo preocupante es que la alta probabilidad de un episodio de El Niño hace prever una primavera y comienzos de verano complicados con lluvias por encima del promedio. Los agricultores lo saben y no están entusiasmados con plantar. Hay que tener en cuenta que el doble cultivo tiene mejores números que la opción cobertura y cultivo de verano de primera, siempre que luego del trigo o la cebada se pueda plantar a tiempo la soja de segunda.

Comprometer una buena fecha y plantar sobre fines de diciembre o comienzos de enero le quita potencial de rendimiento a la soja y eso pesa sobre los márgenes finales. Un aspecto que cuenta es la necesidad que tengan los productores de caja luego de una producción de soja que en promedio fue inferior a la prevista. Si no se planta trigo o cebada los bolsillos podrán llegar flacos a la cosecha de soja del año próximo.

En términos de precios, el mercado no genera –hasta ahora– señales atractivas para la siembra. El trigo, luego de avanzar  en los primeros meses del año, corrigió muy fuerte a la baja. Tanto el USDA como la FAO o el Consejo Internacional de Granos prevén una muy buena cosecha en el hemisferio Norte. Las buenas perspectivas de cosecha para Europa y el Mar Negro compensarían una reducción del orden de 10% en la producción estadounidense.

En la región, el gobierno brasileño proyecta –en los papeles– un aumento de más de 30% en la producción respecto a la zafra anterior, mientras en Argentina la suba del área estaría entre 15% y 20%. Todos estos son pronósticos que el clima puede perfectamente derrumbar.

Hoy se proyecta una región que pasará de ser deficitaria a ser superavitaria en trigo. La apuesta es que el clima vuelva a castigar alguna región importante de Brasil y de Paraguay como el año pasado, y que en Uruguay el Niño diga hola de lejos.