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Tres cuartas partes de los 925 millones de personas que pasan hambre en el mundo viven en zonas rurales de países pobres y en desarrollo, y mejorar su capacidad de producción y acceso a los alimentos es la clave para combatir este problema, afirmó hoy el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

"Se trata de productores pobres, con las tasas de productividad más bajas. Tenemos que mirar ahí para encontrar la respuesta al problema del hambre", dijo Graziano da Silva en una conferencia organizada por "The Economist" para debatir sobre la capacidad del mundo para alimentar a 9.000 millones de personas en el año 2050.

Graziano da Silva subrayó la necesidad de aumentar la producción y mejorar la distribución y suministro "donde más se necesita, en los países en desarrollo, y combinarlo con medidas que mejoren el acceso a los alimentos para las personas más necesitadas".

En este sentido, abogó por "potenciar los vínculos entre la producción local y el consumo a través de programas de dinero en efectivo por trabajo y transferencias de dinero en efectivo".

Estas medidas, argumentó el director general de la FAO, "no solo incrementan la capacidad de recuperación de las familias, sino que estimulan la producción y los mercados locales al traducir sus necesidades alimentarias en un impulso del consumo".

Graziano da Silva recordó que hoy en día la comida a disposición de cada persona es un 40 % superior que en 1945, pese a que la población se ha incrementado desde entonces en 4.500 millones de personas, algo que no se ha traducido en un reparto equitativo.

"La evidencia de nuestro fracaso colectivo es que casi 1.000 millones de personas están malnutridas y que más de 1.000 millones de personas sufren de sobrepeso o de obesidad", destacó.

Graziano da Silva explicó que si no se mejora el acceso alimentario en el ámbito local, se corre "el riesgo de tener un mundo en 2050 con suficiente comida para todos, pero todavía con millones de personas desnutridas. Muy parecido a hoy".

"Incluso si ampliamos nuestra producción agrícola en un 60 % (en los próximos 40 años), el porcentaje de malnutrición en los países en desarrollo estará en torno al 4 % en 2050, es decir, habrá 300 millones de personas insuficientemente alimentadas", expuso.

"La pregunta no es si podremos alimentar a la población mundial en 2050, sino cómo lo hacemos", ya que existen los recursos y la capacidad -"hoy y en las próximas cuatro décadas"- para garantizar la seguridad alimentaria de la población mundial, según Graziano da Silva.

El director general de la FAO llamó la atención también sobre el derroche de comida, ya que en la actualidad se tira o se malgasta un tercio de los alimentos que se producen, unas 1.300 millones de toneladas de alimentos al año, sobre todo en el mundo desarrollado.

El derroche 'per cápita' de los consumidores de Europa y América del Norte es de entre 95 y 115 kilos al año, mientras que en el África subsahariana y en el sur y el sudeste de Asia la media anual de comida que se desperdicia es de entre 6 y 11 kilos 'per cápita'.

"Si redujéramos el derroche y la pérdida de alimentos en torno a un 25 %, tendríamos comida adicional para unos 500 millones de personas al año sin tener que producir más", añadió Graziano da Silva.