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Las esperanzas de la humanidad hacia un futuro exento de egoísmos y respetuoso del medio ambiente adquirieron hoy (7) aquí visibilidad, bajo la mirada escéptica y las incertidumbres.

En un mundo azotado por guerras y crisis económica, con el precedente cercano de una cita cimera en Roma para llamar la atención de la existencia de más de mil millones de personas hambrientas, Copenhague puede ser la última oportunidad.

Los habituales discursos, esta vez menos protocolares y más concretos, dieron la arrancada de la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), que se extenderá hasta el 18 de diciembre.

Si puede considerarse una buena noticia, vale destacar que ya son 105 los jefes de Estado o Gobierno que confirmaron su participación en el evento, ante la presión internacional y la gravedad del calentamiento global de la atmósfera. La pregunta que domina la cumbre, excedida de 15 mil a 34 mil personas acreditadas y con problemas de logística para la prensa, apunta hacia si se darán declaraciones de intención o predominará la voluntad real de responder a los desafíos del clima.

En la fecha, 56 diarios de 15 países, entre ellos Le Monde de Francia, publicaron grandes editoriales en los cuales demandan a los ricos "meter las manos generosamente en sus monederos", y también a las naciones en vías de desarrollo, a mostrarse unidos.

Si hay un objetivo ahora de justicia social, mirando con honestidad al porvenir de la humanidad, debe ser inclusivo y preciso en una Declaración de Copenhague, apuntó el cotidiano francés.

La COP 15 fue inaugurada en el plenario Tycho Brahe del palacio de congresos Bella Center de esta capital, con palabras del primer ministro danés, Lars Loeke Rasmussen, y el secretario de la ONU sobre cambio climático, Yvo de Boer.

Estamos en una conferencia depositaria de las esperanzas de la humanidad en las próximas dos semanas, sentenció Rasmussen en su intervención.
De Boer, a su turno repitió sus conceptos expresados la víspera en rueda de prensa, al recalcar que los gobiernos deben acordar acciones en tres campos.

Son ellos implementación rápida y efectiva en torno al calentamiento global; compromisos ambiciosos para limitar y cortar emisiones; y una visión compartida a largo plazo para bajar las emisiones de CO2.

Con amenazas tan inminentes como el deshielo en las cimas del Himalaya y las fatales consecuencias para mil 300 millones de asiáticos, las ONGs aparecen en Copenhague como una suerte de grupos fiscalizadores y dudosos de la actitud de los políticos.
En presencia además de la presidenta de la COP 15, Connie Hedegaard, y el director científico de las Naciones Unidas sobre el clima, Rajendra Pachauri, se proyectó un documental que alerta sobre las catástrofes que amenazan al planeta.

Ante los mil 200 delegados de 192 países que tomaron parte en la ceremonia, el material fílmico muestra a una niña que duerme junto a su oso de peluche. Al despertar se encuentra en un paisaje desértico, antes de ser arrollada por un oleaje desencadenado.
A continuación aparecen el ex arzobispo sudafricano Desmond Tutu y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que llaman a concluir un acuerdo ambicioso para evitar que el mundo sea presa de ese tipo de catástrofes.