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Brasil superará a Estados Unidos como el mayor productor mundial de soya en la próxima década, mientras que el aumento de la producción de maíz será impulsado principalmente por América Latina, según el nuevo informe Perspectivas Agrícolas 2017-2026.

Argentina y Brasil experimentaron la mayor expansión en las áreas de cultivo en los últimos 10 años, sumando respectivamente 10 millones de hectáreas y ocho millones de hectáreas a las tierras de cultivo mundial.

Durante los próximos 10 años, se espera que la expansión de las tierras de cultivo se encuentre en un rango similar para estos dos países. La tendencia se extenderá también por países vecinos, con especial incidencia en Bolivia y Paraguay.

Particularmente Bolivia ya está entre los 10 máximos productores de soya del mundo con 3,3 millones de toneladas. Representa el 3 por ciento del Producto Bruto Interno del país (PBI), y emplea a 45.000 trabajadores directamente, mientras que genera 65.000 trabajos más indirectamente.

Paraguay produce ya 10 millones de toneladas métricas por el avance de los desmontes en el Chaco y en Argentina se alcanzan las 53 toneladas métricas anuales. Brasil actualmente produce unas 86 millones de toneladas mientras que Estados Unidos ya produce más de 108 millones.

Aumento de producción mundial de maíz por impulso de América Latina 

En el período analizado por el informe (2017-2026), la producción global de cereales crecerá alrededor de uno por ciento anual, lo que dará lugar a un aumento total en 2026 de 11 por ciento para el trigo, 14 por ciento para el maíz, 10 por ciento para los cereales secundarios y 13 por ciento para el arroz.

En el caso del maíz, la expansión del área representa solo 10 por ciento del aumento total de la producción, un incremento impulsado principalmente por el crecimiento de la superficie cultivada en América Latina, que aumentará 6,6 por ciento, de 33,5 millones de hectáreas en el período base a 35,7 millones de hectáreas en 2026.

América Latina aportará 28 por ciento del aumento total de la producción de maíz, 39 millones de toneladas. De esta cifra, alrededor de un cuarto se debe al aumento de las superficies cultivadas.

Asia y el Pacífico representarán 24 por ciento de incremento, 33 millones de toneladas. En contraste con América Latina, el crecimiento en Asia y el Pacífico será casi exclusivamente por aumento de rendimientos.

Norteamérica contribuirá con 31 millones de toneladas, 22 por ciento del aumento total. En conjunto, estas tres regiones representarán 74 por ciento del incremento total.

Brasil superaría a EEUU Durante el período analizado en el informe, se espera que la producción global de soya continúe expandiéndose, pero a un ritmo de 1,9 por ciento anual, lo que está muy por debajo de la tasa de crecimiento del 4,9 por ciento anual de la última década.

Se espera que la producción de soya en Brasil crezca a 2,6 por ciento anual, el mayor crecimiento de los principales productores, ya que dispone de más tierras, comparado con Argentina (2,1 por ciento anual) y Estados Unidos (1,0 por ciento anual). En consecuencia, se proyecta que Brasil supere a Estados Unidos como el mayor productor de soya. Las exportaciones de la oleaginosa en 2026 estarán dominadas por Brasil y Estados Unidos, que juntos representan casi 80 por ciento de las exportaciones mundiales.

Carne, azúcar, leche 

Aunque se espera que los países desarrollados representen algo más de la mitad de las exportaciones mundiales de carne para el año 2026, su participación disminuirá de manera constante en relación al período base.

Por otra parte, se prevé que la participación de los dos mayores países exportadores de carne, Brasil y Estados Unidos, en las exportaciones mundiales de carne, aumente hasta alrededor de 44 por ciento, contribuyendo casi 70 por ciento del aumento previsto de las exportaciones mundiales de carne durante el período analizado.

El mercado de la carne verá crecer su concentración a medida que los proveedores de las Américas se beneficien de una mayor productividad y un suministro local favorable de cereales forrajeros, así como de la depreciación del tipo de cambio en Brasil y Argentina.

El índice de concentración para las aves de corral en 2026 será impulsado por el crecimiento de Brasil, los Estados Unidos y la Unión Europea. Para la carne de vacuno, la concentración del mercado también aumentará para 2026, impulsada por el crecimiento en Brasil y Australia.

La depreciación proyectada a mediano plazo de la moneda argentina y brasileña con respecto al dólar de Estados Unidos estimulará el crecimiento de las exportaciones de leche de estos países a medida que sean más competitivos.

Se prevé que las exportaciones de azúcar se mantendrán concentradas, con 48 por ciento procedente de Brasil, donde la producción de caña de azúcar se divide entre el suministro de azúcar -de los cuales 72 por ciento se exporta- y el etanol para uso doméstico.

Biocombustibles 

Se espera que la demanda brasileña de etanol se expanda en 6.000 millones de litros en el período analizado. El mandato brasileño de biodiesel debería alcanzar 10 por ciento para el año 2019, lo que daría lugar a un aumento de la producción de más de 40 por ciento en los próximos 10 años.

En Argentina, se supone que el cumplimiento de la mezcla de 12 por ciento de biodiesel y etanol se cumplirá para el año 2020. La producción argentina de biodiesel también debería ser impulsada por la demanda de importaciones estadounidenses para cumplir con el mandato avanzado de este último país.

No se espera que las exportaciones brasileñas de etanol se expandan, ya que es probable que el etanol estadounidense siga siendo más barato en el período analizado. Se espera que Argentina sea un importante exportador de biodiesel, con la mayoría de las exportaciones dirigidas hacia los EEUU. 

Se prevé una desaceleración en el crecimiento de la producción de etanol durante el período analizado por el informe. El crecimiento anual de la producción de etanol se proyecta en alrededor de uno por ciento al año.

La desaceleración del crecimiento del etanol se debe en gran parte al estancamiento del uso obligatorio de etanol en Estados Unidos, mientras que se espera que la demanda de combustibles para el transporte en Brasil se mantenga.

 

La soya transgénica, un mito 

No está en todo el mundo

La creencia extendida es que los transgénicos están en todo el mundo, pero no es así. El mayor área de expansión es el cono sur de Sudamérica, con Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. También existe en México, poco en Canadá y en EEUU “donde es el paraíso” asegura la experta Elizabeth Bravo. También se da en China, Sudáfrica e India. No hay datos precisos de lo que sucede en el África. “Son muy pocos los países que están produciendo masivamente transgénicos”

Beneficios transnacionales

La experta Elizabeth Bravo apunta directamente a los beneficiarios del cultivo de soya transgénica. “El primero son las élites agroindustriales locales que en los casos de Bolivia y Paraguay implican a muchos extranjeros”. Luego están quienes venden las semillas y los tóxicos que es básicamente la transnacional Monsanto, quien tiene la mayoría de las patentes y en el caso de Bolivia controla el 100 por ciento del negocio.

Y las ventas

El tercer grupo de poder que participa del negocio son quienes venden la soya, es decir, las empresas transnacionales Cargill, ADM, Bunge y Dreyfus. Las tres primeras son estadounidenses y la cuarta, francesa. Las cuatro empresas trabajan muy cerca de Monsanto y son capaces de monopolizar la producción de un país, controlando también los precios de compra y venta, que en los últimos años han caído.

 

Bolivia, soya transgénica y la crisis de alimentos

De acuerdo a los datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Bolivia sigue importando anualmente unos 700 millones de dólares en alimentos, una cantidad que se mantiene más o menos estable desde el año 2014, lo cual demuestra que no se ha avanzado en la productividad del agro nacional.

La soya es un producto habitual de exportación boliviana, si bien se hace en el marco del acuerdo de la Comunidad Andina de Naciones con destino prioritario Colombia, donde se procesa en otro tipo de utilidades. Según los datos del IBCE, en 2016 se alcanzó un pico de exportación con 2,3 millones de toneladas, que no se alcanzaba desde 2013, cuando se alcanzó el record de 2,4 millones; sin embargo ha perdido valor por el incremento de producción a nivel mundial. Si en 2013 se ingresaron 1.203 millones de dólares, en 2016 apenas llegó a los 892 millones de dólares.

Específicamente, el censo de exportación del IBCE señala que el 61 por ciento de la soya y sus derivados se exporta a Colombia y el 24 por ciento a Perú, el 6 por ciento a Ecuador, 4 por ciento a Chile mientras que el resto se lo reparten entre otros 11 países. 

Del total exportado, el 62 por ciento se hace en forma de torta, el 32 por ciento aceite, el 4 por ciento en grano y el 3 por ciento en harina.

El censo agropecuario de 2014 reveló un incremento de superficie cultivada en el país, que llegó a las 3,5 millones de hectáreas cultivadas de las que 1,2 millones pertenecen a la soya. Según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agroambientales (ISAAA), en Bolivia se han cultivado 1,2 millones de hectáreas de soja genéticamente modificada, si bien solo se permiten ciertas modificaciones.

El presidente del IBCE, Reinaldo Díaz Salek, indicó que en 2016 se perdieron 182.000 toneladas de maíz por la plaga del gusano cogollero, “algo que pudo evitarse con semillas genéticamente modificado. Bolivia después tuvo que importar maíz por 20 millones de dólares”.

El argumento de los partidarios de las semillas genéticamente modificadas tienen que ver con la crisis mundial de alimentos, mientras que los detractores argumentan los efectos sobre la salud y sobre el propio mercado. 

FUENTE : EL PAÍS