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La Cumbre Mundial, convocada por  la FAO, sobre la alimentación realizada en 1996 en Roma, plantea que la seguridad alimentaria es el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, sin importar el origen nacional de los mismos. Esta  definición, establece la apertura de los mercados internos de los países atrasados e impulsa  un beneficio para las empresas é industrias de los países desarrollados. Esta orientación de la economía expresada en la producción agropecuaria ha supuesto un fortalecimiento sin precedentes del sector de los agronegocios a nivel mundial, mas no en la calidad de los alimentos, provocando graves consecuencias globales en el plano social,  ambiental  y la salud pública. 
  
Es así que en la actual coyuntura mundial, existe una amplia discusión -fruto de la preocupación global - con referencia a la crisis alimentaria, la crisis energética, la crisis económica  y la crisis ambiental. Todas interrelacionadas.
 
También existe una fuerte presión desde los intereses económicos de  algunos  países  y empresas que plantean la  solución a la  crisis alimentaria en base a sus intereses.  Plantean el aumento de la producción  de alimentos, a través de  semillas transgénicas, que soló rinden si van acompañadas de herbicidas, insecticidas, fungicidas, etc., todos estos insumos que son  fabricados por las mismas empresas semilleras y/o por sus socios. 
 
Esta “crisis” alimentaria, desde la perspectiva de estas empresas, implica a su vez el crecimiento sustancial de los precios de los alimentos en el mercado internacional y su lógica consecuencia del crecimiento de la frontera agropecuaria (por la oportunidad de ganancias). Asimismo crece la demanda de energía (oportunidad para promover la producción de agrocombustibles y biocombustibles). Este conglomerado de causa-efecto representa una fuerte amenaza para la biodiversidad y al medio ambiente en su conjunto.
 
Frente a la crisis alimentaria mundial, en muchos sectores del mundo y también en Bolivia han surgido las voces de las organizaciones campesinas é indígenas, así como de las asociaciones de productores, instituciones de desarrollo,  académicas, consumidores,  etc. , que plantean la necesidad de establecer políticas de Estado que prioricen la seguridad y soberanía alimentaria.      
 
La seguridad y soberanía alimentaria no es solamente la capacidad de generar suficientes alimentos para el consumo interno, se deben brindar alimentos sanos, conocer en manos de quienes está la producción de los mismos y cuáles son las variables externas (Bolsas de Valores de Chicago y Rosario, por ejemplo) é internas (las estructuras de costos, el contrabando, etc.) que influyen en los precios. Es esencial no perder de vista que la seguridad y soberanía alimentaria se asienta en: el uso y acceso del recurso tierra, uso de recursos genéticos y recursos hídricos. Su optimización tiene que ver con el carácter de responsabilidad social y ambiental que debe imperar en un modelo productivo sostenible. 
 
En este contexto, las organizaciones e instituciones abajo firmantes creemos que es importante aclarar lo siguiente:
 
1.- Han surgido las propuestas del sector del agronegocio relacionado con las exportaciones, en sentido de que la biotecnología es una herramienta fundamental para el incremento de la productividad en la lucha contra el hambre y por lo tanto proponen la legalización de transgénicos para la siembra de soya, maíz y algodón fundamentalmente. Esta posición ha generado un falso debate en torno al uso de la biotecnología. 
 
En realidad se pretende confundir a la opinión pública con que la biotecnología es sinónimo de transgénicos.  Nada más falso! La biotecnología se usa hace más de 3.000 años cuando los  asirios y sumerios fabricaban vino, quesos, y otros derivados. Esa es la biotecnología de primera generación.  Los transgénicos son una parte de la biotecnología y no son sinónimo de la misma.  Por lo tanto nuestra oposición a los transgénicos no es una oposición a la biotecnología en sí.  
 
Por otra parte, éste tipo de agronegocio local insiste en presionar al actual gobierno en liberar más eventos de soya transgénica, autorizar el uso de maíz transgénico y de algodón transgénico, coincidiendo con las tendencias globales del uso de transgénicos en esos tres cultivos principalmente.
 
Queremos aclarar que el cultivo transgénico no es sinónimo de mejor rendimiento.  El incremento de la productividad y por lo tanto de los rendimientos, está en función a las siguientes variables: calidad de la semilla, buen manejo del cultivo, suelos y principalmente el clima.  Estas cuatro variables inciden en el rendimiento del cultivo independientemente de que el mismo sea transgénico o no.  Lo anterior demuestra que a los sectores del agronegocio no les interesa  la seguridad y la soberanía alimentaria del país sino más bien generar mayor ganancia a costa de provocar dependencia a estas semillas patentadas y a su tecnología.  
 
2.- Nuestro país tiene más de 77 variedades nativas de maíz que se encuentran en todas las regiones, desde la Amazonia al Chaco y desde el Altiplano a la Chiquitania. Bolivia tiene la mayor diversidad genética del planeta en este cultivo seguido por México que cuenta con 69 variedades. Autorizar y legalizar el uso de maíz transgénico generara un desastre ambiental, social, alimentario y productivo para nuestro país, ya que todos los bolivianos tienen como base de su alimentación al maíz.
 
La posibilidad de incorporar el maíz transgénico en la agricultura boliviana viola la Constitución Política del Estado, las leyes sectoriales aprobadas y vulnera las bases de la seguridad y soberanía alimentaria subordinando las políticas públicas  a los intereses del sector del agronegocio.
 
Nos preocupa que este tema se plantee en el debate y que el gobierno no tenga una postura firme al respecto.
  
3.- La ampliación de la frontera agropecuaria en un millón de hectáreas anuales, supone la destrucción de enormes extensiones de bosques tropicales ricos en biodiversidad y no aptos para la agricultura con el propósito de subordinar más la agricultura nacional a los mercados externos. Esto profundizara más el desabastecimiento y el aumento de precio de alimentos para los bolivianos. Además esta ampliación supondrá mayores gastos como:
 
 
a) Según la CAO se requiere 100.000 millones de litros de diesel, es decir que l os gastos  en la subvención por el diésel soló para el desmonte representaran más de 46 millones de dólares. Los mismos que tendremos que pagar todos los bolivianos, para el beneficio del agronegocio dedicado  a los cultivos de exportación  como la soya, girasol, chía,
sésamo, caña, etc.
 
b) La ampliación de Un millón de hectáreas suponen inversiones millonarias en infraestructura, energía, subsidios, créditos, etc. ¿Quiénes se van a beneficiar?  ¿Qué se va a sembrar?  ¿Hortalizas, tubérculos, granos, frutales?  No!!!. Se pretende sembrar cultivos industriales destinados mayormente a los mercados internacionales, en detrimento de la alimentación de los bolivianos.
 
c) Miles de campesinos  e indígenas  están siendo expulsados  del campo ante la imposibilidad de  asumir estos  “ paquetes tecnológicos”  vinculados  a  la  producción de soya  transgénica  y  otros  productos  del agronegocio.  
d) La deforestación de estas amplias áreas, afectará fuentes de agua, suelos  y biodiversidad  de todos los bolivianos. 
 
4.- Más del 51% de las importaciones, corresponde al trigo, harina de trigo, arroz, maíz y papa.  Dichos productos son los fundamentales para la seguridad alimentaria de los bolivianos.  Hasta hace unos años, el consumo de arroz, el maíz y la papa, eran cubiertos totalmente por la producción nacional. Es decir, existe un retroceso en la producción de dichos cultivos, que se refleja en un déficit que no ha sido abordado adecuadamente por el gobierno ni por los sectores productivos y ello debe analizarse en dicha Cumbre a fin de tomar en serio la tendencia cada vez mayor a la importación de alimentos, aspecto que incide en la economía nacional.  
 
La creciente tendencia a demandar productos que no son de la producción de la agricultura familiar, sino de la agroindustria, incide también en una disminución gradual del aporte de la producción familiar.  ¿Qué está haciendo el Estado al respecto? 
 
5.- El modelo agrícola industrial vinculado al agronegocio en Santa Cruz, es insostenible desdeel punto de vista ambiental, ya que ha erosionado más de  300.000 has de suelos productivos, contaminado fuentes de agua, erosionando especies, expulsado poblaciones indígenas y campesinas.
 
Asimismo en el occidente el cultivo de la quinua, es punta de lanza del agronegocio ya que se destina el 90% de su producción a la exportación, por su alta demanda y sus precios atractivos que también son establecidos en las bolsas internacionales, lo que motiva a una ampliación de la frontera agrícola en un ecosistema muy frágil. Lo anterior está generando graves impactos socioambientales en el altiplano boliviano, dando lugar al desplazamiento de la actividad ganadera (camélido y ovino) y agudizando los procesos de desertificación en los suelos.
  
Lo anterior nos muestra la importancia que tiene un análisis profundo de lo que verdaderamente significa la seguridad y soberanía alimentaria en Bolivia.
 
Las organizaciones que asistan a la cumbre agroalimentaria deben analizar el actual modelo de producción y tomar en cuenta:
 
- ¿Qué pasa cuando usamos semillas patentadas de transnacionales?
- ¿Cómo afectan  los precios internacionales en el mercado interno? 
- ¿Cuáles son las consecuencias de la dependencia tecnológica en el uso de los  insumos químicos y semillas?
- ¿Cuál es el valor de la biodiversidad y los recursos genéticos para la soberanía y  seguridad alimentaria? 
- ¿Cuál es la consecuencia de enfocarse  solamente en unos cuantos cultivos para la exportación?
- ¿Qué pasa cuando se centra solo en transgénicos y no se impulsa  otros aspectos de la biotecnología para mejorar la productividad? 
- ¿Qué pasa cuando no se orienta correctamente el desarrollo de la biotecnología (control biológico, mejoramiento de semillas, etc.) para mejorar la productividad en función de la soberanía alimentaria?  
 
 
El debate debe estar centrado en el fortalecimiento de la   seguridad  y soberanía  alimentaria  y  no en el fomento al agronegocio que solo generan grandes ganancias a costa de mayor  dependencia de insumos, afectando de manera irreversible el medio ambiente, la salud pública y la economía nacional.
 
Santa Cruz 6 de Marzo de 2015
 

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