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La propuesta se recoge en el proyecto "Multifuncionalidad rural y desarrollo local: realidades y mitos. La experiencia europea y la potencialidad de Colombia", elaborado por investigadores del Grupo de Investigación Interdisciplinario de Estudios Críticos y de América Latina (GIECRYAL) de la UA.

Uno de los apuntes que refleja esta investigación se centra en la idea de una reforma agraria que "implique una suavización de la concentración de la propiedad de la tierra" en Colombia, actualmente en propiedad de "unas pocas manos".

Las conclusiones a las que ha llegado el grupo, coordinado por el catedrático de Geografía Humana José Antonio Segrelles, pueden ser "orientativas" para las autoridades colombianas en todos los niveles de la administración, tanto nacional, como departamental y local, han añadido las citadas fuentes.

El objetivo del estudio ha girado en torno a la experiencia europea en materia de desarrollo rural y la consiguiente comparación con las potencialidades de las áreas colombianas que han sido analizadas (departamentos de Valle del Cauca y Quindío) para conocer la viabilidad socioeconómica, cultural y ambiental de las mismas.

De este modo, se pretendía conocer cómo se compatibiliza la progresiva multifuncionalidad de las áreas rurales de Colombia con una economía eminentemente agropecuaria y agroexportadora, y dilucidar si las iniciativas multifuncionales y de desarrollo rural emprendidas tienen más de mito inalcanzable que de realidad.

Los investigadores han comprobado que la experiencia europea no se puede trasplantar sin más disquisiciones al mundo colombiano en particular, y a América Latina, porque se corre el riesgo de cometer los mismos errores que en su día representó la llamada "revolución verde".

Colombia tiene sus propias condiciones y características para el desarrollo de una multifuncionalidad que suponga una diversificación de las rentas rurales y un beneficio para las comunidades que habitan en este medio, según señala el informe.

En opinión de los investigadores de GIECRYAL, son tantos los problemas de la agricultura colombiana que, "sin una solución clara y definitiva de los mismos, resultará imposible que se puedan desarrollar otras fuentes de ingresos en los espacios rurales y que Colombia consiga aprovechar sus grandes potencialidades".

Entre estas últimas, los investigadores destacan los paisajes de interior y litorales, la abundancia de agua potable, la tradición artesanal y étnica o la variada gastronomía.

La "enorme" concentración de la tierra y, por lo tanto, el "injusto reparto" de la misma, una agricultura que produce para la exportación y no para alimentar a la población, miles de campesinos desplazados de sus tierras o la existencia de una poderosa agroindustria "ante la que poco puede hacer el pequeño y mediano agricultor" son los problemas que revela el estudio.

En total, el documento final del estudio contiene 16 propuestas y recomendaciones para el campo colombiano.

Éstas inciden en la necesidad del cese del desplazamiento y desarraigo de los pequeños campesinos, la interrupción de los movimientos poblacionales campo-ciudad, ayudas públicas para las pequeñas y medianas empresas de explotaciones agropecuarias y el retroceso del monocultivo por su carácter excluyente y contaminante.

Asimismo, los investigadores abogan por fomentar los cultivos alimentarios para disminuir las importaciones de alimentos básicos y paliar así el hambre y la desnutrición de amplias capas sociales, y el control público de los precios y de los canales de distribución de los alimentos.

Los autores del estudio sostiene que las conclusiones también pueden ser de utilidad para la propia Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) con el fin de que disponga de elementos tangibles para implementar cualquier estrategia de ayuda y cooperación al desarrollo en Colombia.