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El panorama del acceso a la tierra y territorio en los países de Sudamérica es cada vez más complicado con asesinatos de campesinos e indígenas que defienden o demandan tierra frente a una desigual concentración de la tierra en manos de pocos. Pero en esta tensa situación, hay experiencias inspiradoras de personas y colectivos que acceden a la tierra y territorio con formas de desarrollo distintas a la capitalista.

Esa fue una de las conclusiones del conversatorio “Acceso a la Tierra y Territorio en Sudamérica. Necesidad de visibilización y articulación”, una de las actividades del V Encuentro de aliados del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio —iniciativa del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) y de ICCO.

El conversatorio se realizó del 20 al 21 de este mes, en la Subcentral agraria de Huancapampa, del municipio de Palca, Bolivia. Contó con la presencia de Juan Wahren, investigador y activista argentino; Ruth Bautista, dinamizadora del Movimiento; Wryce Pérez, presidente de la Nación Wampí, Perú; y Luz Mery Panche de la Nación Nasa de Colombia.

Esta mesa permitió generar reflexiones colectivas respecto a la agenda territorial a partir del “Informe 2016 Acceso a la tierra y territorio en Sudamérica”, publicado cada año por el Movimiento y por el IDPRS; los procesos actuales las organizaciones indígenas, campesinas y afrodescendientes; y sus estrategias de su visibilización y articulación.

“Siempre es importante asistir a un territorio para saber cómo se vive, para acercarnos y para conocernos mejor por eso hacemos los encuentros en territorios (…) Lo que hace nuestro proyecto es visibilizar, mostrar a un mundo que nuestras comunidades existen, a veces no nos damos cuenta”, motivó la charla Ruth Bautista, investigadora del IPDRS y dinamizadora del Movimiento.

Acceso en Argentina

El investigador argentino Juan Wahren, autor del capítulo Argentina del Informe 2016, comenzó su intervención informando sobre la muerte de Santiago Espinoza, joven activista por la cusa de los mapuches en Argentina que desapareció hace tres meses. Explicó que en su país los mapuches, al igual que en Chile, reclaman tierras ancestrales que están ocupadas en la mayoría de los casos por empresas y hacendados, y que, muchas de las veces, sus demandas son criminalizadas o castigadas, como en el caso de Espinoza.

Asimismo, señaló al agronegocio como uno de los factores que más amenaza el acceso a la tierra y territorio de campesinos en indígenas.

“La tierra está en manos de los grandes terratenientes y del agronoegocio que es este modelo ultracapitalista, ultra extractivo que aprovecha los recursos naturales al máximo para ganar dinero y no puede entender que haya otra forma de producir alimentos en un relación con la naturaleza, de reciprocidad de ida y vuelta como hacen ustedes”, se dirigió a los asistentes, que, mayormente, eran campesinos e indígenas de Bolivia.

A esa amenaza se suman, las explotaciones hidrocarburíferas, mineras y las agroforestales “Eso es lo que resiste el pueblo indígena”, dijo.

Pero ante esta compleja situación, el investigador contó que en su país hay importantes experiencias inspiradoras de acceso a la tierra que se dan gracias a acciones colectivas. Entre ellas, destacó la vivencia de trabajadores rurales migrantes bolivianos en Mendoza que tras el cierre de la finca en la que trabajaban tomaron la misma para comenzar a producir de forma agroecología hortalizas. “Se están volviendo a ser campesinos como sus abuelos y están reaprendiendo producir sin veneno”, dijo.

Colombia y la lucha indígena

Por su parte, Luz Mery Panche, relató que en Colombia hay 103 pueblos indígenas, de los que 64 conservan sus tradiciones e idiomas y que 34 pueblos están a punto de desaparecer. “Hubo presiones sobre nosotros desde hace 525 años hemos ido perdiendo mucho de nuestra riqueza, de nuestros sitios sagrados, relación con la naturaleza”.

Explicó que en ese contexto se dio y se da la lucha de resistencia de los indígenas para reestablecer sus derechos y que en las últimas tres décadas se lograron modificaciones legales, entre ellas la Constitución que reconoce a los pueblos indígenas.

Asimismo, contó que debido a todo el impacto que tuvo la guerra interna de más de 50 años en los pueblos indígenas y que gracias a varias medidas de presión fueron parte del acuerdo de paz Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC realizado en la Habana, Cuba.

“En se momento hacemos parte del acuerdo de paz, fuimos a la habana, construimos un capítulo étnico y estamos en la tarea de que todo lo que dice en el acuerdo tiene que implementarse en los territorios indígenas, pero el Gobierno no quiere meterle el tema de los pueblos indígenas (…) porque el enemigo nuestro es esta forma de gobierno, de Estado, de economía, que no le importa la vida, menos los indios”, explicó Panche.

Asimismo, habló de la importancia de articularse entre las organizaciones indígenas que luchan por el acceso a la tierra y territorio.

La nación wampí y la importancia de la autonomía

Wrays Pérez, pamuk de la nación Wampís, caso sistematizado 147 del Movimiento, comenzó su participación con un saludo en wampí y en explicar que en su pueblo conciben al tiempo como agua, por la importancia vital de este recurso.

Pérez, equivalente a presidente de su nación, relató que ésta cuenta con aproximadamente 7.000 años de existencia y es uno de los 52 pueblos indígenas amazónicos del Perú. Esta nación tiene 15 mil habitantes entre hombres y mujeres y su territorio supera el millón de hectáreas, pero según el Estado peruano la nación Wampís solo posee 400 mil hectáreas.

Relató que a los wampís en Ecuador se los denomina Shuar, y que debido a problemas de los países éstos se enfrentaron en dos oportunidades, pero que después de eso prometieron a no enfrentarse por casusas ajenas pues son un mismo pueblo.

Explicó que la autodeclaración de la nación wampís y su autonomía anunciada a inicios de este año, responde a una estrategia de cuidar la naturaleza y de gobernar y controlar su territorio ante las amenazas extractivistas que amenazan la vida.

Asimismo, explicó que un modo de estrategia ante los peligros y amenazas al acceso a la tierra y territorio es importante la unidad entre los pueblos indígenas y la producción natural.

“Hay que pensar que tenemos que comer, hay que hacer un trabajo de sostenibilidad respetando la naturaleza, buscando un sistema económico propio que no destruya esta naturaleza que ha dado vida a nuestros antepasados y a la vida a nosotros y a las generaciones que vienen”

De este modo se generó un diálogo donde se conoció las diferentes vivencias y estrategias de acceso a la tierra y territorio en tres países. Y una de las principales conclusiones fue la unidad y articulación entre los pueblos indígenas y campesinos de Sudamérica.