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El día 22 de octubre, en la oficina del IPDRS, se realizó el convite “Contexto político en Brasil y sus influencia en Sudamérica”. La conversa fue dinamizada por Diana Aguiar, con una vasta experiencia en investigación sobre megaproyectos y conflictos con los derechos territoriales de los pueblos y comunidades campesinas y quilombolas, y Leonel Wohlfarhrt, parte del equipo de FASE en Mato Grosso, con un importante trabajo en el fortalecimiento de la agroecología y la soberanía alimentaria en el estado brasileño con mayor producción agroindustrial de soya.

Ambos participantes expusieron sus reflexiones sobre posibles implicaciones para el desarrollo rural en caso de confirmarse la votación del pasado 7 de octubre, que favoreció en la primera vuelta de la elección presidencial a un ex militar representante del Partido Social Liberal (PSL), Jair Bolsonaro, con cerca del 47% de los votos. Candidato en el que el racismo, machismo, homofobia y poco o nulo compromiso con la sostenibilidad de los recursos naturales son expresadas sin disimulo, pero a la vez este mismo candidato capitaliza un viejo anhelo y discurso de las elites brasileñas “orden y progreso”.

Diana, tras una mirada histórica de la ocupación del territorio brasileño, permitió visibilizar, la continua ampliación de la frontera agrícola, principalmente por el sector soyero. Sector que si bien enfatiza y relaciona sus logros de mayores rendimientos y producción, a las innovaciones tecnológicas, como señala la investigadora, el principal factor sigue siendo el incremento de tierras para esta producción.

Asimismo, con base a estos mapas de ocupación, expuso la correlación de votos a favor del PSL con los territorios de mayor presencia del agronegocio soyero en Brasil. La siguiente imagen permite apreciar esta correspondencia. El mapa de la izquierda refleja las áreas en hectáreas de producción soyera y el mapa a la derecha, resaltado en verde, muestra la distribución territorial de la votación por el partido de Bolsonaro.

La profundización de la ampliación de la frontera agrícola para el agronegocio soyero con la victoria de Bolsonaro es evidente, y ésta, señala Diana, “significa poner en riesgo incluso las Unidades de Conservación, (que) son espacios protegidos legalmente de la explotación capitalista”, es  decir, es abrir paso para la intervención y despojó, ahora si legal, de áreas protegidas de la explotación minera, maderera, agroindustrial, petrolera, etc., pues, como indica, ya fue anunciado por Bolsonaro que el futuro del país es el agronegocio, como también su intención de acabar con la “deforestación cero”,  que era parte de la agenda que -mal o bien- el PT buscó garantizar durante sus gestiones presidenciales.

Igualmente, Diana resalta que hoy Brasil enfrenta procesos que nunca fueron resueltos, como el latifundio, el racismo entrañado, la reforma agraria nunca realizada, procesos que generan formas de relacionamiento, dominio, ejercicio de poder y ocupación territorial de manera segregacional, que si bien antes se “expresaban en la cocina, hoy salieron a la sala de la casa, a los lugares públicos”

Leonel por su parte, refiere que en el bioma del Cerrado brasilero, en el cual se encuentra gran parte de Mato Grosso, en los últimos años ha recaído cerca del 40% de los casos de violencia, persecución y vulneración de derechos humanos y territoriales de los pueblos y comunidades campesinas y quilombolas. Violencia que con la alianza y cercanía del sector del agronegocio -centrado en la ampliación de la frontera agraria- y Bolsonaro, significará  mayores procesos de despojo, persecución y criminalización de los sectores en resistencia, como también el incremento en el uso indiscriminado de agro tóxicos.

Mirar la región en este contexto, como el caso de Bolivia, propiamente la Amazonía boliviana, en la que hay una fuerte tendencia a replicar e implementar los modelos de desarrollo del país vecino, hace que la preocupación no sea menor y más cuando el actual gobierno de Evo Morales, muestra, ya sin reparo, su acercamiento al sector agroindustrial más interesado en estas réplicas.

Finalmente, a pesar de la sensación de final ya casi confirmado, como señala Diana, aún se mantiene la esperanza de que este domingo, 28 de octubre, la población brasileña vire los resultados por unos que no expongan a los territorios y la población indígena, campesina, activista y a todos/as los considerados opositores a un nivel inusitado de represión y despojó.