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Foto: Agência Brasil

Claudio Dourado, antropólogo con postgrado en derecho agrario, y miembro de la Comisión Pastoral por la Tierra de Brasil, y Aymara Llanque, postdoctorante del Centro de Desarrollo y Medio Ambiente, fueron parte de las Conversaciones sobre el Covid-19 y el mundo rural. La charla fue el 14 de mayo, en el Facebook del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio y estuvo centrada en el Brasil.

Dourado propuso un análisis sobre el impacto de la expansión de la pandemia en el Brasil y Llanque promovió un intercambio en “portuñol” para facilitar la comprensión en la región. Brasil vive un momento muy tenso con la pandemia, y además, un gobierno autoritario.

Un país como Brasil, que equivale geográfica y poblacionalmente al resto de Sudamérica, aglutina a comunidades tradicionales, quilombolas, indígenas, rivereños, catadores de mangaba, entre otros, unos 300 pueblos, entre indígenas, millones de personas en extensos territorios, todos ellos, acorralados por el latifundio y el agronegocio. Considerando además, que en el Brasil, no se terminan de regularizar los derechos territoriales ancestrales; y ahora, tienen mayor dificultad de hacerlo, 287 áreas de demarcación están pendientes y sólo 117 millones de hectáreas están regularizadas, un porcentaje muy pequeño, en relación a las tierras usadas por otros sectores  impactados por conflictos con la minería, hidroeléctricas, extractivismo y agronegocio.

Dourado explicó, con la ayuda de mapas y gráficos, que la presencia de mayores casos se da en la región Amazónica. “Hay una distribución diferenciada según el territorio, son las poblaciones más vulnerables, pero también que muestran estrategias de resistencia al actual gobierno” afirmó.

En cuanto a las medidas de prevención, los territorios organizados plantean algunas estrategias que tienen que ver con barreras comunitarias, evitar la salida de la comunidad, evitar reuniones, festejos y asambleas, para protegerse del Covid-19. Sin embargo, las comunidades rurales son altamente vulnerable, porque pueden estar a mil quilómetros de distancia de un hospital o tendrían que caminar días para llegar a un centro de salud. Sin embargo, las comunidades están tomando medidas como la redistribución de la comida, si la demanda alimentaria de las ciudades ha bajado por el paro del sistema de la comercialización, ese excedente se redistribuye como una estrategia de solidaridad. Llanque interpreta estas actividades de solidaridad como estrategias de autocuidado, que muestran la fuerza de las comunidades.

Además, se crearon estrategias como la Plataforma de emergencia del campo, el bosque y las aguas por la vida, que se articula a sectores urbanos para enfrentar la crisis, y que se basan en lo único que tienen, su autonomía comunitaria y estructuras sociales fuertes, para comunitariamente, informarse y tomar medidas de autocuidado. De esta forma y es importante de remarcar en palabras de Dourado “enfrentar la epidemia como una medida social y política, no solo un instrumento de control y poder, proponiendo la alternativa agroecológica frente al aumento de la violencia desde el Estado”.

Hicieron notar que los medios de comunicación muestran al agronegocio como la salvación a la crisis alimentaria. Sin embargo, dado que el gobierno central de Bolsonaro más bien sabotea las medidas de prevención y convoca a romper la cuarentena, mucho menos se ha pensado en medidas para que sectores populares empobrecidos enfrenten la pandemia o la crisis económica. Serán las fuerzas comunitarias, las estrategias y plataformas, las que a través de la producción agroecológica, con saberes ancestrales alimentarios y medicinales, más eficiente que el agronegocio, encamine hacia la Soberanía alimentaria.

Los expositores enfatizaron también en el tema de la información. Sólo una minoría de la población que vive permanentemente en condiciones de vulnerabilidad, los adultos mayores y personas con enfermedades de base, tiene diagnóstico; la mayoría no se está identificada, son casos subnotificados. Existen entonces, intenciones de ocultar la cantidad de muertos en territorios indígenas, además, Brasil tiene la menor cantidad de test en el mundo.

Se estaría promoviendo una necropolítica y eugenesia puesto que a inicios de abril, la mayoría de los casos eran de poblaciones blancas, y luego, el contagio en los negros se disparó. Existe una distribución de la enfermedad, se inició la propagación de la enfermedad por gente que viaja a Europa y por la migración forzosa. Ahora, la mayoría de las muertes son de población negra, la población blanca muere mucho menos que la población negra, al menos cinco veces menos. Y por otra parte, el número de casos de Covid-19 empieza a crecer en las áreas rurales, principalmente, por la falta de empleo en la ciudad, y el retorno o la migración al campo. Esta política de blanqueamiento es correlativa a las manifestaciones radicales en Brasilia, aquellas que niegan el Covid-19, y convocan a romper el distanciamiento y las medidas de prevención.

En cuanto al escenario post Covid-19, Dourado y Llanque se refirieron a cuatro aspectos: el peligro de la narrativa del enemigo estigmatizando a sectores populares, la precariedad del empleo, el neoextractivismo sostenido también por las izquierdas que ahora están paralizadas, y la ofensiva radical de la derecha.

Los pueblos y las comunidades rurales están unidas, saben cómo enfrentar a los enemigos, están impedidos circunstancialmente por el distanciamiento social, sin embargo, tienen mejores estrategias a largo plazo, que la extrema derecha negacionista del peligro de la pandemia. Los pueblos siempre han manifestado mucha capacidad de recuperación y regeneración, la emergencia sanitaria contribuye a la renovación de estrategias y horizontes.

Reviva la conversación entre Claudio Dourado y Aymara Llanque:

https://www.facebook.com/MovTierraTerritorio/videos/2823010491130962/?t=5