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En Ecuador el Presidente Correa está nacionalizando la renta petrolera, pero paralizó el Proyecto Yasuni (dejar bajo tierra el petróleo ubicado en un Parque Nacional) y da luz verde a nuevos grandes proyectos mineros. Argumenta que el Fondo Yasuní estaba mal diseñado y que el país necesita la renta petrolera y minera, pero sus críticos dicen que no quiere romper con el modelo primario exportador y que por eso es un neo extractivista.

En Bolivia, el Presidente Morales se ha comprometido a triplicar la exportación de gas a Argentina manteniendo las exportaciones a Brasil. Pare ello necesita extraer más gas, lo que ya está generando contradicciones con los sectores ambientalistas y los grupos indígenas, que sienten que YPFB comienza a acercarse a las aéreas naturales protegidas y los territorios indígenas. Ellos lo acusan, también, de neo extractivista.

En el Perú este tema ya hace rato que es central en la agenda de los movimientos sociales (poblaciones indígenas amazónicas defendiendo sus territorios y sus bosques contra las petroleras y las plantaciones agroindustriales; poblaciones andinas contra la minería en defensa de su agua y su agricultura). Pero recién entra al debate político, y muy lentamente. De hecho, las izquierdas hemos puesto énfasis en la nacionalización y redistribución de la renta (menos gollerías tributarias a las empresas, mayor pago de regalías, impuestos a las sobre-ganancias, etc.) pero sin cuestionar la apuesta de fondo por las industrias extractivas como motor del desarrollo. Hasta ahora, hemos sido -también- neo extractivistas.

Es ciertamente importante que las industrias extractivas generen mayor renta y que estas se repartan y se usen mejor. Pero ni en la Amazonía, ni en Tambogrande, Majaz, Andahuaylas, Espinar, Chumbivilcas, o Islay, la gente discute cuanto pagan las empresas ni como se distribuye esa renta. Lo que la gente discute es como se protegen los territorios y las aguas que sustentan otros modos de vida.

El reto hoy es construir políticas públicas hacia un escenario post extractivista, con menor dependencia de este sector. Ese es el reto de hoy. Comencemos por respetar los territorios indígenas y por hacer zonificación y ordenamiento territorial participativos para definir que industrias extractivas son viables en donde. Veamos cómo se sustituye la energía y la renta que las industrias extractivas ahora generan. Apostemos por otros motores del crecimiento. Reto complejo, pero ineludible, si queremos que superar las trampas del neo extractivismo y pensar desarrollo, bienestar y buen vivir en nuevos términos.

Por Carlos Monge