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Los enlhet, una de las etnias autóctonas del Chaco paraguayo, sobreviven en Paraguay habiendo perdido el 98 % de su territorio en los últimos 90 años a causa de las atrocidades relacionadas con el conflicto bélico, que causó la muerte de 50.000 bolivianos y 40.000 paraguayos, y el asentamiento descontrolado de colonos menonitas.

Las comunidades enlhet viven a pocos kilómetros de Filadelfia, la principal colonia de religiosos menonitas, que desde su llegada a Paraguay en la década de 1920 se dedican principalmente a la cría de ganado vacuno y la agricultura extensiva.

Desde ese momento, la historia de los nativos chaqueños y la de los menonitas, migrantes europeos que fueron llegando a América en diferentes tandas huyendo de persecuciones religiosas, quedó entrelazada.

Hanes Kalisch, un lingüista alemán asentado en la comunidad enlhet de Boquerón hace décadas y que habla perfectamente su idioma explicó a Efe que los últimos grupos de este pueblo autóctono que permanecen en el territorio aún luchan por conservar sus tierras, su idioma y su cultura, que desaparece en las generaciones de jóvenes.

“El territorio perdido es ya irrecuperable tras el avance de la deforestación hasta sus lagunas. Se lucha por la subsistencia, se ha perdido la memoria, las costumbres, es un pueblo diezmado”, declaró Kalisch, quien ha producido piezas audiovisuales para reivindicar la historia de los enlhet.

La iniciativa de la comunidad ha logrado que el Gobierno paraguayo apoye la instalación de carteles en puntos clave de las colonias menonitas para recordar los lugares más importantes de su historia y su cultura. Proyecto que no gusta a los residentes, quienes protestan cuando cámaras se acercan a los carteles.

El proyecto llamado “El país de los enhlet” señala lugares simbólicos donde sus abuelos pescaban, cazaban o se reunían. Lugares ubicados a las fuera y en el casco urbano de lo que ahora es la colonia menonita Neuland.

Los ancianos enlhet explican que los religiosos marcaron un antes y un después irreversible, describen como era antes la vida allí. Todas sus frases empiezan con referencias a los menonitas: “antes de la llegada de, cuando llegaron los…”.

Según Kalisch, la falta de control del Estado durante décadas ha permitido grandes desmontes irregulares y ha aislado a las comunidades por la falta de infraestructuras en la región.

El Gran Chaco, la segunda superficie boscosa más extensa de Suramérica, calificada como reserva de la Biosfera por la Unesco, y compartido entre Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil, es la región del mundo que más rápido está siendo desforestada en estos momentos, afectando al ecosistema y a los pueblos nativos y campesinos, dijo.

En Paraguay unas 2.300 hectáreas de bosques son taladas cada mes, según cifras de la organización ambiental Guyra Paraguay.

El avance descontrolado de la deforestación es la mayor preocupación de los pueblos nativos del Chaco, pero su actual condición en muchos casos de sin tierras, o de carentes de recursos para alimentación, vivienda, educación y salud dignas viene de un poco más atrás de la llegada de la ganadería y los menonitas.

Desde los tiempos de la Guerra del Chaco.

Un conflicto que no solo enfrentó a las naciones paraguaya y boliviana, si no que estas arrasaron con un territorio desde siempre ocupado por varios pueblos autóctonos diferentes que no resistieron los abusos militares, las violaciones, persecuciones y enfermedades transmitidas por los soldados, explicó a Efe la historiadora paraguaya Milda Rivarola.

En el contexto del nacionalismo de inspiración fascista de los años 20 y la ausencia de diplomacia paraguaya, ambas naciones se enfrentaron en un territorio que sus propios gobernantes consideraban “tierra de indios”.

Allí quedaron los enlhet y otros pueblos de la zona, siendo atropellados hasta hoy.

Santi Carneri – EFE