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Organizaciones sindicales y populares panameñas convocaron esta semana a la Cumbre de los Pueblos, Sindical y de los Movimientos Sociales de Nuestra América, que efectuarán el 10 y 11 de abril de 2015 de manera paralela a la VII Cumbre de Las Américas de jefes de Estado, convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Bajo el lema “América Latina, una patria para todos, en paz, solidaria y con justicia social”, el evento se efectuará en el Paraninfo de la Universidad de Panamá.

Las organizaciones y personas que deseen mayor información dirigirse al correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.; o a los teléfonos: (507) 214-6982; (507) 203-8147.

El Comité organizador lanzó la convocatoria a “las organizaciones sindicales, campesinas, indígenas, estudiantiles, de derechos humanos, ecologistas, feministas y a todas las que tengan algo que decir sobre los grandes y graves problemas que afectan a nuestros pueblos y que queremos que escuchen nuestros gobernantes y medios de comunicación social”.

El Comité aclaró que no son una especie de anticumbre de las Américas. Por el contrario, aseguran que no se oponen al foro hemisférico ni a que sus organizaciones participen de este.

Sergio Gómez, Consulotr de la FAO en América Latina propone el diálogo y la negociación como el espacio para resolver los conflictos por la tenencia de la tierra en los países de América Latina. Indica que en los últimos años este problema se ha agudizado en nuestra región.

¿Cuál es el origen de la preocupación del problema de la gobernanza y tenencias de tierras?

–Pero hace seis años, cuando ocurre un alza de los productos agrícolas, se encienden las alarmas por el tema del hambre y, paralelamente, aparecen noticias en los medios de comunicación acerca de la compra de grandes extensiones de tierras en África y Asia. Ahora los compradores no son inversionistas nacionales, sino son países, entre China y los del Golfo Pérsico, que están preocupados por el abastecimiento de sus poblaciones.

La gran frecuencia y magnitud de la variabilidad climática con el aumento de la temperatura global y su consecuente alteración del régimen de lluvias están modificando la geografía de los cultivos y producción de alimentos en los trópicos.

El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, en inglés) estima que el cambio climático va a generar alzas de precios de los alimentos de hasta 30%.

El campo es el primer sector directamente afectado por la alteración del clima alertó Andy Jarvis, investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y especialista en agricultura de bajo carbono, del Programa de Investigación de Cambios Climáticos, Agricultura y Seguridad Alimentaria.

"Clima y agricultura van mano a mano y es el clima que define si un cultivo va bien o mal. La geografía de donde están los cultivos se va a mover y los impactos pueden ser extremadamente negativos si no se hace nada", dijo Jarvis a Tierramérica durante el Global Landscapes Forum, realizado en diciembre en Lima (Perú).

Al exponer ante la CIDH la preocupación de la Iglesia sobre los efectos negativos que tienen las industrias extractivas sobre las poblaciones "no solo se se pretende aprovechar el espacio para posicionar la visión de la Iglesia, sino garantizar un proceso de seguimiento a los casos paradigmáticos", expresó el Secretario Ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica, REPAM, Mauricio López. Así lo dijo al explicar que en la audiencia pública de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que se cumplirá el próximo jueves 19 de marzo, los representantes de la Comisión de Justicia y Solidarida del CELAM y la Red Eclesial Pan Amazónica presentarán la visión tanto pastoral, social y de cómo la Iglesia viene acompañando los procesos de resistencia y de lucha por los derechos humanos.

En una entrevista para el programa Contacto Sur de ALER, Mauricio López adelantó que durante la audiencia se expondrá la preocupación de la Iglesia ante casos emblemáticos en los que se vulneran los derechos humanos de poblaciones indígenas y campesinas, afectadas por las industrias extractivas. Entre los casos especiales se denunciará el de Piquiá de Baxio, en Brasil; San José, el Progreso y Magdalena, en Oaxaca, México; el del Parque Nacional Yasuní, en Ecuador; el de la comunidad Nueva Esperanza, de Honduras y el caso de la explotación petrolera en el campo 116 en la amazonía de Perú.

"La mayor parte de las personas ve a las plantaciones forestales como algo esencialmente bueno. Ellas evocan el paisaje perdido de los antepasados. A menudo escuchamos que promueven el desarrollo y generan trabajo. Los árboles cultivados alimentarán la industria, harán crecer al país, y producirán los bienes que la sociedad necesita. Los árboles, además, son vistos como un elemento que mejora los ambientes. Es casi inevitable entonces que se apoye la expansión (de la industria) forestal."

Las plantaciones de pinos, eucaliptos o de cualquier otra especie de árbol sea nativa o exótica, no son bosques. Son sistemas artificiales creados y sostenidos por el hombre, destinados a producir sólo una parte de sí mismos: el tronco de los árboles de una de estas especies.