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Las integrantes de la asociación Madres Cuidadoras de la Cultura Qom, de Pampa del Indio en la provincia argentina de Chaco, llevan 20 años luchando por recuperar y difundir su cultura. A través de decenas de iniciativas han logrado resucitar danzas y leyendas tradicionales de su pueblo. Ahora, para consolidar ese avance, están decididas a extender todo ese conocimiento en las aulas escolares.

En la cuarta jornada, los viajeros de Chaco Ra’anga, acompañados por Edgardo Álvarez, técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se reunieron con las Madres Cuidadoras de la Cultura Qom.

Las mujeres qom han conseguido recuperar la historia de su grupo y han actualizado los nombres de sus lugares sagrados o tradicionales, los juegos, relatos e incluso las técnicas de medicina ancestral que practicaban sus parientes.

Las integrantes de la asociación Madres Cuidadoras de la Cultura Qom, de Pampa del Indio en la provincia argentina de Chaco, llevan 20 años luchando por recuperar y difundir su cultura. A través de decenas de iniciativas han logrado resucitar danzas y leyendas tradicionales de su pueblo. Ahora, para consolidar ese avance, están decididas a extender todo ese conocimiento en las aulas escolares.

En la cuarta jornada, los viajeros de Chaco Ra’anga, acompañados por Edgardo Álvarez, técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se reunieron con las Madres Cuidadoras de la Cultura Qom.

Las mujeres qom han conseguido recuperar la historia de su grupo y han actualizado los nombres de sus lugares sagrados o tradicionales, los juegos, relatos e incluso las técnicas de medicina ancestral que practicaban sus parientes.

“Recorrimos el que fue todo nuestro territorio ancestral para anotar los nombres que recordaban nuestros abuelos, ellos estuvieron entusiasmados y nos acompañaron”, explicó.

Al caer la tarde, la comitiva de Chaco Ra’anga llegó hasta las tierras de Mariano Peñalosa, un indígena campesino y luchador que transmitió su historia de resistencia frente a una gran empresa que regaba sus animales y alimentos con el mismo pesticida que usaba para sus plantaciones de cultivos transgénicos.

Peñalosa pertenece a una comunidad qom que desde hace 22 años posee los títulos de tierra de 704 hectáreas, algo que les permitió desarrollar abundante ganado, ricas huertas, y el primer galón de miel hecho por indígenas de la región para la exportación.

Sin embargo, el desarrollo económico y social de su grupo se detuvo en seco cinco años después cuando el dueño de la propiedad de enfrente, de 50.000 hectáreas, comenzó a fumigar sus campos de productos transgénicos, afectando a los de la comunidad.

Sus árboles y hortalizas comenzaron a quemarse, las gallinas y los cerdos empezaron a tener abortos espontáneos y el agua de alrededor dejó de ser potable.

Peñalosa tuvo que hacer varias denuncias y aguantar las burlas de un fiscal que en connivencia con la empresa ignoró sus pedidos de socorro hasta que un recurso de amparo terminó en 2013 con la actividad irregular de la empresa.
Ahora él y su familia, con el apoyo del INTA, se esfuerzan por recuperar las tierras envenenadas y aumentar su diezmado ganado.