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Cansado de las trabas argentinas a las exportaciones brasileñas, el gobierno de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está preparando una serie de medidas de represalia contra la Argentina, informó ayer el diario O Globo. "Se acabó la conversación. Ahora vamos a actuar", advirtió al diario carioca un funcionario de alto rango que pidió el anonimato.

La Nacion intentó ayer en vano hablar con el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Alessandro Teixeira, y con la secretaria de Comercio Exterior, Tatiana Prazeres. "No van a dar declaraciones sobre el tema hoy", resumieron desde la oficina de prensa, intentando bajar los decibeles de la disputa comercial.

Sin embargo, desde la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), ratificaron el enojo del gobierno brasileño y confirmaron que se está estudiando un contraataque, que incluiría obstáculos para el ingreso de productos argentinos a Brasil, la suspensión de las negociaciones sobre inversiones en la Argentina y hasta un recurso ante la Organización Mundial del Comercio. "Nuestro límite de tolerancia explotó e iremos por la retaliación. El gobierno está analizando cuáles serían las medidas más efectivas. Si lo que el gobierno argentino quiere es una guerra comercial, la tendrá", dijo a La Nacion Roberto Giannetti, director de Comercio Exterior de la Fiesp, y aseguró que los exportadores tienen todo el apoyo de los ministerios de Relaciones Exteriores, de Desarrollo, de la Jefatura de Gabinete y de la misma presidenta.

Tras la detención de los camiones brasileños en la frontera argentina, el aumento de las licencias no automáticas de importación y los obstáculos a la exportación de maquinaria agrícola brasileña, la nueva disputa comercial tiene carácter sanitario. Según denunció la Fiesp, varias empresas brasileñas de pastas y golosinas tienen varados sus productos en depósitos en la Argentina por falta del certificado sanitario de libre circulación, que el Instituto Nacional de Alimentos se ha demorado en entregar.

"Normalmente, es un trámite que demora unos cuatro o cinco días; ahora llevan más de 30 días sin entregarlos y las empresas reciben amenazas de multas por no tenerlos. Mientras tanto, millones de dólares en mercadería con plazos de vencimiento sensibles se están echando a perder en los depósitos -explicó Giannetti-. Estamos indignados; eso no se hace entre socios comerciales. Pareciera que estuviésemos tratando con adversarios."

Unos 15 fabricantes brasileños tienen paradas mercaderías por un valor de US$ 5,2 millones. La firma de chocolates Bel, por ejemplo, tiene varados productos por US$ 400.000; Docili, por US$ 250.000, y la empresa de caramelos Riclan, por 500.000 dólares.

De acuerdo con datos de la Fiesp, la mitad de los exportadores brasileños que negocian con la Argentina han registrado problemas en los últimos años. Desde 2008, la Argentina aumentó de manera significativa la lista de artículos con licencias no automáticas. En 2008 había sólo 53 ítems en la nómina; hoy hay 577, y las licencias se demoran ahora hasta cuatro meses en ser aprobadas.

"Lo que la Argentina hace es un problema interno de ellos, pero tenemos que buscar rever la situación", comentó la semana pasada Alessandro Teixeira al diario Zero Hora, haciéndose eco de las quejas de los fabricantes de maquinaria agrícola, que a raíz de las trabas argentinas están perdiendo cada vez más negocios y despidiendo empleados.

Fuentes del Ministerio indicaron que existe gran preocupación por la errática actitud argentina, que atribuyen al ambiente electoral. "Como parte de un acto de campaña, están llevando adelante un proteccionismo abusivo para defender su industria, pero al final eso les repercute también en un alza de precios y un aumento de la inflación", señalaron.

Para la Fiesp, lo peor es que los cambios en las reglas de juego no están plasmados en regulaciones concretas. "No hay nada escrito; son todas órdenes verbales", se quejó Giannetti. Al preguntársele si se refería a disposiciones del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, prefirió no dar nombres. "No quiero entrar en conflictos personales, pero el gobierno argentino sabe muy bien quién está detrás de todo esto", dijo.

Reacción

En Buenos Aires, el Gobierno destacó que en la comisión bilateral de monitoreo del comercio -que encabezan Teixeira y el secretario de Industria argentino, Eduardo Bianchi- "no hay registro de ninguna queja formal por parte de empresarios brasileños". Anteayer, la ministra de Industria, Débora Giorgi, recibió al alto representante general del Mercosur, Samuel Pinheiro Guimarães, y al embajador de Brasil, Enio Cordeiro, "quien no refirió inquietud alguna" sobre trabas a las exportaciones brasileñas, destacaron fuentes oficiales.

En 2011, destacan en el Gobierno, las ventas brasileñas a la Argentina crecieron un 35% interanual. Y advierten que las quejas por los obstáculos a las golosinas (cerca de US$ 5 millones) representan un mínimo porcentaje de los US$ 6532 millones importados en todo el cuatrimestre.

Fuentes del Ministerio de Industria apuntaron al sector privado brasileño y descartaron que el malestar llegue al gobierno de Rousseff. "Aplicando la misma lógica, muchas pymes argentinas tienen serias dificultades en el ingreso de sus productos al mercado brasileño, como por ejemplo, la leche en polvo y distintos electrodomésticos (que están tácitamente vedados por la asociación de fabricantes de productos electro-electrónicos de Brasil)", indicaron. Otro caso de malestar argentino es el de Iveco, que desde hace tres años espera que el Banco de Desarrollo brasileño (Bndes) financie la venta de sus camiones para no quedar excluido de ese mercado.