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“Miles de hectáreas de bosques, montes y humedales se incendian para que se sumen nuevas tierras a la producción de cultivos como commodities de exportación y agrocombustibles (principalmente soja y maíz transgénicos)”.

Así lo indica un trabajo elaboradora por el investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani y del Conicet, Juan Wahren, titulado “Pandemia y alimentos en la Argentina”.

“Campesinos e indígenas que hasta hace poco trabajaban con la tierra para producir sus alimentos y vender sus excedentes en los mercados locales, son despojados de sus tierras y bosques para migrar forzadamente hacia las barriadas populares de las grandes ciudades, apenas sobreviviendo con trabajos precarios”, asegura Wahren, sociólogo con una maestría en investigación en ciencias sociales y un doctorado en ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Wahren argumenta que “año tras año consumimos (que es una forma elegante de decir destruimos) enormes cantidades de bosques, biodiversidad, energía, oxígeno y agua, devastando en unos pocos cientos de años de desarrollo capitalista lo que la naturaleza tardó cientos de millones de años en formar”.

El investigador del Conicet invita a diferenciar “quiénes son los que producen alimentos sanos y sin agrotóxicos, quiénes son los que fumigan y acaparan tierras, quiénes son los que producen alimentos transgénicos para el mercado global de commodities y quiénes luchan por un pedazo de tierra para producir”.

El sociólogo asegura que las nociones de “Soberanía Alimentaria y de Agroecología abonan a la resignificación de una vieja demanda campesina e indígena: la Reforma Agraria”, la cual implica “una recuperación integral de los territorios rurales que incorpore múltiples dimensiones como la educación, la salud y una forma de producción alternativa, asociada a la reciprocidad con la Naturaleza y a la producción de alimentos para el autoabastecimiento y los mercados locales”.

Wahren considera “preocupante” la idea de la posible coexistencia del agronegocio con las agriculturas campesinas e indígenas y se sorprende que tal posibilidad sea contemplada “también en algunos de los movimientos campesinos e indígenas más importantes del país”.

“¿Es posible una coexistencia del modelo de agronegocios con los modelos agroecológicos y las agriculturas campesinas e indígenas? Creemos que no, que el modelo del agronegocio por su propia lógica expansiva y excluyente no permite una convivencia con otros modelos alternativos. Por la propia lógica expansiva del Agronegocio en su carácter extractivo y depredador de los bienes comunes de la naturaleza y por su pulsión a fagocitar y mercantilizar todas las formas de producción bajo su propia lógica, es imposible que en su seno convivan las agriculturas indígenas y campesinas ni las experiencias de Agroecología”, sostiene el investigador del Conicet.

“Desde nuestro punto de vista, las alternativas se encuentran en una Reforma Agraria Integral (una Revolución Agraria) que distribuya la tierra entre millones de familias en todo el país y vuelvan a poblarse las zonas rurales, en la masificación de la agroecología en pequeñas granjas multiplicadas por todo el territorio, en la conformación de cadenas cortas y descentralizadas de acopio y distribución de alimentos que sean frescos, sanos y baratos. Parece una utopía, pero no sólo es posible, sino que resulta necesario para salir de la crisis actual de la Argentina y para frenar, aunque sea un poco y desde lo local / nacional, la crisis climática y ambiental a escala global”, concluye Wahren.