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Cuatro estudios de caso realizados en el trópico de Santa Cruz, en el chaco de Tarija, en el valle tarijeño y en el altiplano de La Paz, muestran a las mujeres como principales actoras de la soberanía alimentaria de su familia, región y el país, pero también confirma las amenazas y limitaciones que sufren al momento de encarar sus múltiples labores, afirma la investigadora Bishelly Elías Argandoña.

La autora del libro “La soberanía alimentaria desde las mujeres: cuatro estudios de caso” señala que a pesar de las graves limitaciones que tienen, ellas cuentan con avances y fortalezas que han desarrollado en su duro trabajo cotidiano en el ámbito productivo y reproductivo.

“Es importante reconocer el rol de las mujeres rurales como actoras principales en la producción agropecuaria, es una prioridad para la generación de estrategias de producción, gestión de territorio y/o gestión de riesgos sostenibles de forman que puedan aportar cada vez más y de mejor manera a la soberanía alimentaria nacional”, dice.

Los municipios comprendidos para los estudios de caso fueron Porongo y La Guardia en el trópico de Santa Cruz; Karaparí, Villamontes y Yacuiba en el chaco de Tarija; Uriondo, Cercado, San Lorenzo y El Puente del valle tarijeño y Achacachi y Ayata del altiplano paceño.

La investigadora afirmó que en los cuatro estudios de caso que muestran realidades productivas en diferentes regiones del país, las mujeres demostraron ser guardianas de conocimientos y saberes en los distintos ámbitos desarrollados, en el cuidado de plantas y animales, y en la guarda de semillas.

“Tienen prácticas agroecológicas y de cuidado del medioambiente; sin embargo, existe el riesgo de perder estos conocimientos que aplican a la vida productiva y reproductiva, ya sea por falta de tiempo o de las herramientas necesarias para reflexionarlos, validarlos, sistematizarlos y transmitirlos”, afirma.

Limitaciones y amenazas

El trabajo realizado bajo el auspicio de la Red Boliviana de Mujeres Transformando la Economía (REMTE), muestra que la principal limitación que sufren las mujeres campesinas al momento de producir, es el acceso a recursos naturales, principalmente a la falta de titularidades y acceso a la tierra, y su restringido acceso al agua.

“Aunque existe una normativa favorable para que posean tierra, falta garantizar su cumplimiento y cambiar las inequidades que se han dado en periodo previo o durante el inicio del proceso de saneamiento y titulación. En la práctica se ve que muchas mujeres fueron negadas a firmar el proceso porque no tuvieron el carnet o no estuvieron presentes en el acto de saneamiento”, señala.

El acceso al agua es una limitación en distintos sentidos, dice la investigadora, ya que por un lado, el derecho al agua potable todavía no está garantizado en toda el área rural boliviana, y quienes acceden a otras fuentes aseguran que está disminuyendo el caudal en algunos casos está contaminado, lo cual repercute directamente en una mayor carga laboral para las mujeres que tienen entre sus tareas la recolección del recurso hídrico para uso doméstico.

Las mujeres productoras también están amenazadas por el contexto en que se desenvuelven, por un lado, por los fenómenos climáticos y, por el otro lado, por el mercado y la presión hacia el agronegocio y las políticas locales y/o regionales o a falta de ellas, que las invisibiliza como actores del desarrollo rural.
El trabajo contó también con la participación de Graciela Raquel López en la coordinación del libro, y Helen Álvarez, en la edición del texto. 

Bibliografia: “La soberanía alimentaria desde las mujeres: cuatro estudios de caso”. B. Elías Argandoña. REMTE, La Paz, 2013