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Un estudio del BID que analiza los efectos brutos y netos del cambio climático sobre los rendimientos agrícolas en el país recomienda generar investigación sobre nuevos cultivos, aumentar la cobertura del riego y mejorar la planificación territorial para reducir las pérdidas por inundaciones.  

Los autores del informe “La economía del cambio climático en Bolivia. Estimación de impactos en equilibrio general”, preparado en el marco del BID por Lykke E. Andersen, Luis Carlos Jemio y Horacio Valencia, mencionan que aún existe incertidumbre sobre los procesos físicos del cambio climático en la próxima centuria, pero en ese contexto recomiendan: un programa de investigación sistemática para identificar qué especies de cultivos reaccionan mejor a la fertilización por la concentración de CO2 en la atmósfera; aumentar la cobertura de sistemas de riego y de captura de agua en las zonas donde se sufren sequías y probablemente las sufrirán en el futuro; y mejorar el sistema de planificación territorial y reducir la deforestación ilegal para reducir las pérdidas por las inundaciones.

El cálculo de pérdidas en condiciones de cambio climático muestra que habría una pérdida neta de 106 mil millones de dólares en los próximos 90 años, lo que corresponde en promedio a perder el 16% del valor neto presente del PIB sectorial. La pérdida neta implica condiciones de una adaptación espontánea a la variación climática a través de la sustitución de cultivos.

La pérdida neta considera que el impacto en otros sectores va a afectar al sector agropecuario, como por ejemplo la infraestructura pública, especialmente caminos, y cuyo costo no sólo se carga a una gestión porque puede afectar a los siguientes años de la ocurrencia del siniestro. Las opciones de adaptación espontánea son mejores para áreas frías porque allí se pueden adoptar cultivos que rinden bien en climas más calientes. En cambio las áreas más calientes de Bolivia tienen pocas opciones de adaptación debido a que no se conocen cultivos adecuados para climas aún más calientes.

El estudio tomó en cuenta además el efecto de la fertilización de CO2, el efecto de aumento en la frecuencia de eventos extremos, el efecto de cambios en el nivel de biodiversidad y servicios eco-sistémicos que sostienen el sector, y el efecto de cambios en la disponibilidad de agua para riego. Los efectos directos sumarían pérdidas de 45 mil millones de dólares durante 2010-2100.

El estudio puede ser visto en el siguiente link: http://bit.ly/1sPlZVn