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El acuerdo de paz firmado esta semana por el Estado de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), representa una verdadera lección de reconciliación en Latinoamérica. Un claro ejemplo, son las implicancias del propio documentos firmado el lunes 26 de setiembre en una ceremonia celebrada en Cartagena. 

Uno de los puntos claves del documento firmado por el Presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño (alias Timochenko), es sin duda alguna los objetivos trazados para la inserción social, principalmente para con la población rural y los pueblos originarios. 

El objetivo final es la erradicación de la pobreza y la satisfacción plena de las necesidades de la ciudadanía de las zonas rurales, de manera que se logre en el menor plazo posible que los campesinos, las campesinas y las comunidades, incluidas las afro descendientes e indígenas, ejerzan plenamente sus derechos”, reza el histórico documento.

Respeto a pueblos nativos

Otro punto importante, alcanzado por el acuerdo de paz es sin duda alguna el respeto y el mantenimiento de las costumbres ancestrales.

Como se sabe, durante décadas las FARC convivieron en la selva colombiana con los pueblos indígenas, razón por la cual estos pasaron a formar parte de las mesas de negociación que se instalaron en La Habana.

En ese sentido, el acuerdo señala “que la política debe mantener el reconocimiento de los usos ancestrales y tradicionales de la hoja de coca, como parte de la identidad cultural de la comunidad indígena”.

Por último, demandas como la inclusión de los pueblos originarios en los programas sociales del Gobierno de Colombia, así como el establecimiento de leyes de ordenamiento territorial y social para con las comunidades campesinas y los pueblos nativos, son solo algunos de los logros del acuerdo de paz en materia social. 

 

Fotografía: Colombia Informa

Texto: Servindi