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Incertidumbre es la palabra que han usado diferentes analistas políticos para describir el actual escenario en Colombia. El domingo 2 de octubre los colombianos votantes en el plebiscito, que buscaba refrendar la paz, han rechazado el acuerdo alcanzado entre el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón y la guerrilla de las FARC.

Con una diferencia de 61.000 votos, el 'No' se impuso con el 50.23% frente al 'Sí' que alcanzó el 49.76% del total -un 0,43% de diferencia-. La abstención en el plebiscito se presentó como la más alta en la historia reciente de Colombia, alcanzó el 62.6 %.

Tras 52 años de guerra y ocho años de negociaciones, el acuerdo alcanzado entre el gobierno de Santos y las FARC no podrá ponerse en marcha tras el veredicto de los votantes colombianos. Los resultados en las urnas resultaron desconcertantes para el gobierno colombiano que, ante la confianza de las encuestas que otorgaban un voto favorable en torno al 60%, no expresó claramente cuál sería el plan B. De hecho, en una entrevista dada a la BBC, Santos aseguró que «Colombia retornaría a la guerra si ganaba el no». Sin embargo, la noche del 2 de octubre, tras conocerse el resultado, Santos convocó a su equipo negociador junto al que dio una rueda de prensa en la que expresó su voluntad de «no rendirse y continuar los diálogos en La Habana». Por su parte, el líder de las FARC, Rodrigo Londoño dijo que «el grupo insurgente mantiene su deseo de paz y el cese al fuego bilateral firmado, pese a los resultados de los comicios». «Las FARC reiteran su disposición a usar las palabras y no las armas para construir el futuro del país», agregó Londoño.  

Ante la falta de un plan B, en una alocución presidencial Juan Manuel Santos aceptó el resultado y afirmó que le dio la instrucción a los negociadores Humberto de La Calle Lombana y Sergio Jaramillo de viajar a La Habana para mantener informada a la delegación de las FARC sobre los próximos pasos. Explicó que, por el momento, el cese al fuego bilateral, se mantiene vigente.

Dada la campaña a favor del 'Sí' en la que estaba inmersa el gobierno de Santos, el presidente colombiano nunca aclaró que el plebiscito fuera estrictamente vinculante. Sin embargo, una de las promesas del presidente, desde el comienzo de los diálogos de La Habana, era que el acuerdo de paz debería ser aprobado por los ciudadanos. Por eso, aún cuando Santos pueda hacer maniobras jurídicas para poner en marcha el acuerdo, la paz en Colombia quedaría deslegitimada en tanto que no convence -como lo demostró el plebiscito- a la mayoría de los colombianos.

"Según la sentencia de la Corte Constitucional la decisión sólo tiene carácter vinculante para el Presidente de la República, lo cual implica que al menos políticamente Santos queda sin oxígeno".

Polarización, la clave del 'No'

Una de las conclusiones que ha dejado la votación de los colombianos es la evidente polarización del país. El gran crítico del acuerdo de paz es el expresidente, y ahora senador colombiano, Álvaro Uribe Vélez, quien lidera el partido político Centro Democrático. Uribe y su partido manifestaron su oposición a los acuerdos desde el comienzo de las negociaciones, ocho años atrás.

El punto más criticado por los opositores fue el acuerdo alcanzado en materia de justicia. El acuerdo sostiene que los guerrilleros se someterían a tribunales especiales en los que tendrían que declarar sus crímenes y pedir perdón público por los mismos. Los crímenes considerados «políticos» serían juzgados hasta con penas de 8 años de cárcel. El acuerdo no contemplaba una amnistía para crímenes de lesa humanidad como matanzas o secuestros.   

Los críticos, en cabeza de Álvaro Uribe, consideran que el acuerdo no es lo suficientemente «duro» con los combatientes de las FARC y, además, rechazan que la guerrilla tuviese participación política asegurada con 10 escaños en el Congreso colombiano.

El expresidente Álvaro Uribe llegó al plebiscito tras dos derrotas electorales, una nacional y otra regional, sin recursos, opacado por los medios y ninguneado por las encuestadoras que daban una clara victoria al 'Sí'. Sin embargo, el exmandatario sale reforzado con casi seis millones y medio de votos que dijeron 'No' al acuerdo de paz. Aunque la Ley le impide volver a presentarse a la presidencia de Colombia, el electorado ha dejado claro que no tiene seguidores, sino fieles y que su discurso aún cala en varios rincones del país. No se puede pasar por alto que en las últimas elecciones del Congreso fue el senador más votado y que su región, Antioquia, con más de un millón de votos por el 'No', se convirtió en un bastión clave para la oposición.

"Los colombianos, vamos a corregir el camino", dijo Uribe después de conocer los resultados finales de la votación. "Insistimos en correctivos, que haya justicia y no la excepción de las instituciones, el pluralismo político y sin que parezca ser un premio para los delincuentes", comentó Uribe.

Sin embargo, los sectores que apoyaron el acuerdo aseguraron que no es el momento de que Colombia se rinda. "Aunque imperfecta, el acuerdo representa una forma concreta de avanzar por la paz y la justicia", dijo Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas. "Es imperativo que Colombia no camine lejos de este proyecto y que el país continúe moviéndose hacia la paz", agregó.

En una ceremonia el 26 de septiembre en Cartagena de Indias, que contó con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, una docena de líderes latinoamericanos, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, entre otros, Santos y Rodrigo Londoño firmaron el acuerdo. 

El sábado 1 de octubre, observadores de la ONU supervisaron la destrucción de más de 620 kilogramos de explosivos de las FARC, lo que pretendía demostrar una intención de entregar las armas y despojarse del arsenal que el grupo insurgente aún tiene en su poder.

Pero las disculpas y promesas parecen haber llegado demasiado tarde para influir en los votantes. «El día que estén (las FARC) tras las rejas voy a ir a darles la mano y perdonarles», dijo Nohora Tovar, senadora del partido Centro Democrático, liderado por Álvaro Uribe, quien fue secuestrada por las FARC en el 2000.

Para los opositores del acuerdo de paz, el asunto del dinero de las FARC también se anunció tarde. El sector crítico aseguró que sólo hasta el sábado 1 de octubre la guerrilla dijo que destinaría recursos para reparar a las víctimas. Antes del sábado la guerrilla aseguraba no tener dinero, a pesar de que la Revista Forbes afirmara en una publicación que es el tercer grupo terrorista más rico del mundo.

"El 'No' se impuso con el 50.23%, frente al 'Sí' que alcanzó el 49.76% del total. La abstención en el plebiscito se presentó como la más alta en la historia reciente de Colombia, alcanzó el 62.6 %"

¿Un voto de castigo al gobierno de Santos?

Tal parece que los votantes tampoco le dejaron pasar a Juan Manuel Santos algunas falencias en otros temas que consideran que están empeorando la calidad de vida de los colombianos.

En una encuesta de Gallup de principios de septiembre, los colombianos encuestados señalaron que temas como la corrupción, la calidad y el cubrimiento en salud, el costo de vida, la inseguridad, la economía, el desempleo y la lucha contra la pobreza estaba empeorando.

A esto se suma la Reforma Tributaria que presentará el gobierno de Santos próximamente, que tiene una meta de recaudo de 12 billones de pesos y que afectaría las finanzas de los asalariados.

Un panorama gris

Fernando Giraldo, analista político, asegura que el hecho de que tanto el gobierno como la guerrilla reiteraran su compromiso con la paz es una buena señal, pero el futuro no está claro. "El plebiscito puso todo en blanco y negro y ahora está atrapado en una zona gris", dijo.

No obstante, se espera el anuncio definitivo de los próximos pasos en búsqueda de la paz. Algunos analistas han coincidido en que la opción más viable es la renegociación.

Las especulaciones advierten que se tendría que volver a conformar el equipo negociador del gobierno, dándoles participación a los voceros del 'No'. La pregunta es si el presidente Santos está dispuesto a darle cabida al expresidente Álvaro Uribe en la renegociación, o preferirá dar un paso al costado, al menos en la negociación de paz.

Por su parte, el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, Augusto Ibañez, manifestó que la única salida es el camino constituyente, es decir, convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con participación de todos los sectores sociales, como desde un principio lo pidió la guerrilla y el mismo uribismo, pero esta opción dejaría en el aire temas centrales en el acuerdo como la dejación de armas o la entrega de menores de edad reclutados en las FARC. "Ahora corresponde volverse a sentar a negociar y volver a barajar las opciones. Esto no significa volver a negociar todos los puntos que ya están en el papel", explicó Ibáñez.

El director del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia), César Rodríguez, observó que según la sentencia de la Corte Constitucional la decisión sólo tiene carácter vinculante para el Presidente de la República, lo cual implica que al menos políticamente Santos queda sin oxígeno. El Congreso o las cortes pueden entrar a llenar ese vacío, pero los promotores del 'No' y sus principales líderes, tendrán mayor injerencia para decidir el futuro inmediato del acuerdo final de paz. En otras palabras, es un revés a todo lo que se preveía, un panorama político totalmente polarizado y una Colombia en una zona gris.

 

Fotografía y Texto: El Porta(l)voz / Vivian Murcia