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¿Cómo se formulan las políticas públicas indígenas? ¿Cuáles son los paradigmas en los que se han sustentado sus contenidos? ¿Cuáles son los valores y principios que prevalecen en la agenda? ¿Cuáles son las visiones que operan desde las sociedades dominantes? ¿Cuál es el rol que han jugado efectivamente los pueblos indígenas en la toma de decisiones (si lo han jugado)? Estas y otras interrogantes adquieren especial relevancia a la luz de los hechos ocurridos en el último tiempo en la Región de la Araucanía en Chile, y que habla de situaciones aún no resueltas.

El reciente lanzamiento del libro “Formulación de Políticas Públicas Indígenas en Chile: evidencias de un fracaso sostenido” demuestran que la falta de pertinencia de las políticas públicas son, en gran medida, las responsables de esta situación. Es aquí donde encontramos a los pueblos indígenas quienes, a pesar de los cambios legales y normativos internacionales, no han sido reconocidos adecuadamente por las políticas como pueblos distintos y con culturas diferentes. Esto supone, entre otras cosas, incorporar variables culturales, políticas, económicas, valóricas, históricas, relacionales, a una discusión política de carácter complejo

Sin embargo, esto no es un hecho aislado en Chile, sino que se extiende a Latinoamérica. Parte del problema que enfrentan los pueblos indígenas es que, a pesar de la incorporación de la diversidad como aspiración en diferentes instancias políticas, los proyectos estatales aún están atrapados en viejos conceptos.

En el caso latinoamericano, durante las últimas décadas los pueblos indígenas han adquirido una mayor fuerza y visibilidad producto de una serie de demandas insatisfechas y de reclamaciones que involucran aspectos culturales, territoriales, económicos y/o políticos, entre otros, lo que sugiere no sólo una deficiencia de las políticas públicas sino que, a lo menos en algunos países de la región, ha emergido un nuevo actor social y en algunos casos, un nuevo actor político que desafía a las formas tradicionales de hacer e implementar la política pública. Como señalan algunos autores, la influencia política de los pueblos indígenas de América Latina, medida según la cantidad de partidos políticos indígenas, representantes electos de origen indígena, disposiciones constitucionales a favor de los pueblos indígenas o políticas de salud y educación, ha crecido durante los últimos 15 años. La democratización, la globalización y las presiones internacionales son razones que pueden explicar este notorio cambio.

Sin embargo, esta visibilidad no ha derivado en una mejora efectiva de sus condiciones sociales, culturales o políticas ni ha involucrado una reflexión profunda en torno a las limitantes del liberalismo o del modelo Estado-Nación actual. Más bien ha sido parte de una retórica que tiende a mantener a los pueblos indígenas en roles secundarios en la toma de decisiones o que vienen a reforzar una lógica colonial basada en la negación de la existencia de estos pueblos como verdaderos actores en la toma de decisiones, siendo vistos como culturas que deben ser superadas en pos de avanzar hacia una mayor modernidad.

En ese sentido, se hace necesario entender la multidimensionalidad y multicausalidad de factores que inciden en estas condiciones y que nos generan nuevas preguntas: ¿Qué sociedad queremos construir? ¿Existe disposición a cambiar las estructuras de poder existentes? ¿Existe voluntad para romper con las lógicas coloniales que subyacen a los procesos políticos y romper así con la hegemonía que legitima las desigualdades con los pueblos indígenas? ¿Existen espacios para el desarrollo de nuevo conocimiento que avance en el reconocimiento de los saberes ancestrales?

Estas interrogantes nos remiten, una vez más, a que el proceso de política pública (como tantos otros procesos) no puede ser analizado sin hacer una referencia al poder. Sin embargo, el análisis del poder no puede darse en abstracto sino que requiere ser situado desde la realidad que viven los pueblos indígenas de manera histórica y que ha definido el lugar secundario que ocupan en la actualidad. La toma de decisiones se ha fundamentado en la represión de las formas de producción de conocimiento de estos pueblos, en la subvaloración de sus valores y creencias, en el desconocimiento de sus instituciones y en la preeminencia de la “modernidad” como elemento que ha definido los patrones de relación y que no ha permitido la formación de una cultura ciudadana pluralista e interculturada, necesaria en el mundo en el que vivimos.

En la medida que se continúe profundizando en el estudio de los procesos y resultados de las políticas indígenas, tanto en términos conceptuales como teóricos, se estará aportando al proceso de democratización de nuestras sociedades donde las relaciones interculturales y el respeto a las diferencias deben ser considerados como parámetros que promuevan sociedades realmente inclusivas, como base para promover cambios profundos en las estructuras de pensamiento que no permiten la valoración igualitaria de los pueblos indígenas.


Verónica Figueroa Huencho es Profesora asociada del Instituto de Asuntos Públicos, Universidad de Chile; Doctora en management Sciences (ESADE). Postdoctorada del Center for Latin American Studies (STANFORD). Directora Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad de Chile.


Miembro del Comité Ejecutivo de la Cátedra Indígena de la Universidad de Chile. Autora del libro ““Formulación de Políticas Públicas Indígenas en Chile: evidencias de un fracaso sostenido”, entre otras publicaciones.