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El presidente Rafael Correa denunció un intento de golpe de estados desde un hospital donde fue internado tras haber sido agredido por policías que se tomaron el jueves el principal cuartel capitalino en protesta por reformas laborales.

"Tienen prácticamente secuestrado al presidente", dijo Correa. Denunció que agentes rebeldes rodearon el hospital de la policía al que fue conducido tras resultar intoxicado por una bomba de gas lacrimógeno lanzada por los sublevados.

Afirmó que algunos policías intentaron ingresar por la fuerza a su habitación.

Correa consideró la revuelta policial como "un intento de golpe de Estado", y denunció que grupos rebeldes y opositores venían preparando la "conspiración" desde "hace mucho tiempo".

"Me quitaron la máscara para que me asfixie... Entonces me trajeron (a la clínica). En verdad que no podía respirar", aseguró el mandatario. "Me tuvieron que ingresar al hospital... ¡Es impresionante nuestra fuerza pública: atacaron al Presidente!", añadió.

El ministro de Seguridad Unterna y Externa, Miguel Carvajal, informó que se declaró el estado de excepción y que las fuerzas armadas y las unidades de la policía garantizan el orden público

"No toda la policía está en una situación de insubordinación. Este tema de la insubordinación de la policía es de algunos sectores, y nosotros estamos tomando las medidas para garantizar la seguridad pública", agregó.

El canciller Ricardo Patiño dijo tener información que "hay gente que está intentando meterse por los techos (del hospital) para atentar contra su integridad personal (de Correa)".

"Están tratando de consolidar un golpe de Estado", denunció Patiño desde un balcón del palacio de gobierno, ante cientos de seguidores del gobierno. Los instó a marchar hasta el hospital para "rescatar" al mandatario.

Ante la ausencia de policías en algunas ciudades, se reportaron saqueos de comercios.

En declaraciones a radio Sonorama, el ejecutivo del aeropuerto, Philippe Baril, dijo que alrededor de 300 militares cerraron las pistas del lugar, y que unos 700 pasajeros se han visto afectados por dicha medida, añadió. Tropas militares mantienen cerrado el aeropuerto para proteger las instalaciones.

Los policías rebelados rechazan la nueva Ley de Servicios Públicos que les extiende de 5 a 7 años el tiempo para ser ascendidos y les quita algunos beneficios económicos.

Antes ingresar al hospital, Correa calificó a los rebelados de "unos ingratos, bandidos, nadie ha apoyado tanto a la policía como este gobierno".

"Si quieren matar al presidente, mátenme... pero este presidente seguirá haciendo lo que tiene que hacer", gritó exhibiendo su pecho a los manifestantes.

Los sublevados se tomaron cuarteles policiales en Quito, Guayaquil y otras ciudades, quemaron llantas, lanzaron gases lacrimógenos y cerraron las carreteras de acceso a la capital, según reportes de las radios y canales de televisión, que mostraron imágenes de los incidentes.

Cientos de partidarios del gobierno se concentraron frente al palacio de Gobierno, en el centro de Quito, para apoyar a Correa, que desde uno de los balcones arengó a la multitud.

El Coronel Joel Loaiza, jefe del comando de Guayas, al sur de Quito, afirmó que "acá estamos en un caos... a pesar de que ya no hay mando ni control ... los policías están tratando de dar seguridad a la ciudadanía" .

Dorís Soliz, ministra Coordinadora de la política de Ecuador, afirmó que la rebelión será controlada: "el gobierno está unido ...los altos mandos están absolutamente respaldando la democracia".