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A propósito de la “crisis de los tomates” debido al cierre del paso fronterizo con Argentina, el economista Luis Rojas analiza cómo funciona el modelo de producción en Paraguay. Estamos viviendo la pérdida de la soberanía alimentaria, asegura.

En un semana los precios del tomate y otras hortalizas como la papa, cebolla, locote, zapallo…se dispararon por los aires en Paraguay, luego de que los paseros o pequeños importadores locales y del lado Argentino decidieran bloquear el ingreso de productos de todo tipo desde Argentina en los puertos Falcón, Nanawa y Clorinda.

Esta reacción se dio luego de que el gobierno intente poner en vigencia impopulares medidas de restricción hacia la pequeña importación. Y luego de una represión violenta contra las protestas, el pasado 16 de febrero.

La medida de protesta se sintió con la escasez de verduras y la suba generalizada de los precios especialmente en Gran Asunción. A esto sumamos la especulación de proveedores, especialmente los supermercados.

Para Rojas lo que está pasando es muy gráfico y sintomático, muestra el mal que afecta a la producción paraguaya.

“El modelo agro-exportador, estimulado por el gobierno paraguayo, deforma la matriz productiva. Hace crecer exageradamente los rubros de renta y exportación(soja, maíz, trigo) en detrimento de los rubros de consumo cotidiano de la población nacional”, explica.

De acuerdo a datos proveídos por el Ministerio de Agricultura y Ganadería(MAG) la producción local de tomate bajó de 2.268 hectáreas en 2003 a 1.324 hectáreas en 2013.

La caída de la producción es la tendencia general de los demás cultivos alimentarios, mientras lo que crece es la producción de soja y ganado.

“Esto demuestra que ya no dependemos de nosotros mismos para comer. A no ser que comamos sandwich, milanesa y empanada de soja. Muestra que somos vulnerables al comercio”, analiza.

Lo más preocupante en este escenario, indica, es que se da en un contexto de campesinado -que históricamente viene alimentando a la población con su producción- empobrecido, en proceso de migración y desarticulación por la falta de oportunidades económicas.

Esta crisis pone en evidencia que sí hay demanda interna y mercado y que lo que falla es el papel del Estado, que abandona a su suerte a la producción de alimentos.

Los actores involucrados en esta realidad que deforma la economía son las empresas transnacionales sojeras y lo complementan las empresas importadoras como los supermercados, dice.

“Los paseros son gente sin trabajo y sin oportunidades. Para no caer en la delincuencia se dedican al comercio minorista. Son campesinos en su mayoría, gente que podía estar cultivando, pero por el modelo que expulsa a la gente a las ciudades, están aquí ¿Qué le ofrece el gobierno a esta gente, van a esperar las grandes inversiones de las que habla Cartes?”, analiza.


FOTO: Feria campesina en Asunción