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De acuerdo a un análisis de la cantidad de transgénicos aprobados en el mundo entero, Paraguay se ubica en el cuarto puesto en nuestro sub-continente americano.

Colombia tiene liberados 73 cultivos, Brasil 50, Argentina 41, Paraguay 20, Uruguay 17 y Bolivia solamente 1. Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, de acuerdo al informe, no tienen aprobado ninguno.

Estos datos forman parte del artículo “La biotecnología en el mundo”, de la analista Inés Franceschelli, que formará parte de un informe anual sobre agronegocios , a presentarse por Base Investigaciones Sociales(BASE IS) en diciembre próximo.

En la introducción de su ensayo señala que de 194 países del mundo reconocidos por las Naciones Unidas, sólo 40 tienen aprobados cultivos transgénicos, sumando 385 organismos genéticamente modificados los aprobados a nivel mundial.

En este mapa, analiza que en el Cono Sur la biotecnología se ha centrado en el negocio de la venta de sustancias químicas y en la producción de oleaginosas con fines industriales.

Y que esto ha representado gran parte de los esfuerzos mundiales de las corporaciones que se dedican al ámbito. Lo que orientó a que Brasil, Argentina y Paraguay se encuentren entre los seis más grandes productores y exportadores de soja transgénica de todo el globo.

En términos territoriales esta tendencia hizo que en 2014 Brasil ocupe 42 millones de hectáreas de sus mejores tierras para cultivar soja transgénica; Argentina, 24; Paraguay, 3.5; Uruguay, 1.6 y Bolivia 1 millón de hectáreas.

El informe dice que Brasil, Argentina y Paraguay suman casi el 50% de la producción mundial de OGM, “lo que denota la condición de enclave de este territorio para el sistema corporativo que se ha hecho del control agroalimentario mundial”.

“En todos los países donde se aplica esta tecnología el impacto sobre la población fue anterior al impacto sobre las sociedades consumidoras. En los países donde se produce, especialmente en el Cono Sur -que es el reino de esta producción- el impacto se dio a través de la deforestación, del acaparamiento de tierras y su consecuentes desplazamientos forzosos y el envenenamiento”, explicó a Base Is.

Dijo que en los países consumidores las consecuencias se dieron mucho después, cuando las afecciones a la salud les hicieron darse cuenta de que estaban cautivos y no hacían otra cosa que comer transgénicos.

“Ante la barbarie de esta tecnología, los pueblos del mundo se están rebelando, lo que en América del Sur se expresa a través de una permanente movilización del campesinado”, dijo.