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Cerrar la brecha entre hombres y mujeres respecto a sus derechos sobre la tierra aumentaría la productividad y la producción total, y contribuiría a la realización de los derechos ciudadanos de la población femenina, afirmó el Director de la Secretaría de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC por sus siglas en inglés), Madiodio Niasse.

El experto señaló que el papel cada vez más importante de las mujeres en la producción agrícola no concuerda con el aun limitado acceso a la seguridad en la tenencia de las tierras que se cultivan.

"Si bien el sector agrícola depende cada vez más del trabajo de las mujeres, su influencia en las decisiones agrícolas es limitada debido a su falta de seguridad en la tenencia de la tierra. Por este motivo, cerrar la brecha de género en cuestiones de acceso al derecho de tenencia para garantizar los derechos sobre la tierra tiene sentido desde el punto de vista económico, así como desde las perspectivas de la justicia social y los derechos humanos", sostuvo el experto.

Uno de los resultados más directos y tangibles de cerrar dicha brecha de género –dijo Niasse- sería el aumento de productividad y la producción total del sector agrícola, ya que hay una fuerte relación entre el acceso equitativo a la tierra y la mejora de la eficiencia del sector agrícola.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), estiman que menos del cinco por ciento de las mujeres del mundo en desarrollo tienen acceso a derechos de tenencia seguros, con grandes fluctuaciones en función del país.

"Las mujeres aportan una proporción considerable de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo. La FAO estima esta cifra en un 43 por ciento, mientras que UNIFEM calcula entre el 60 y el 80 por ciento. Estas cifras, aunque en ocasiones debatidas representan una ilustración plausible de la realidad y forman parte de una tendencia hacia la creciente feminización de la mano de obra agrícola", señaló.

En criterio de Niasse, las desigualdades actuales en el acceso a la tierra, plantean una cuestión de derechos humanos, ya que la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho a la propiedad para todas las personas, que incluye el derecho a la tierra, al ser el bien físico más importante en las economías agrarias pobres. También la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer reclama la igualdad de derechos de ambos conyugues en términos de propiedad, adquisición, gestión, administración, empleo y disposición de la propiedad familiar.

La efectividad de los medios legales y de otra índole que velen por la seguridad de la tenencia depende del contexto, según el experto, ya que la propiedad de la tierra puede ser un medio para lograr la seguridad de su régimen de tenencia, pero rara vez es una condición suficiente o el único modo de asegurar los derechos sobre la tierra.

Sin embargo enfatizó que en la actualidad no se presencia un progreso generalizado ni rápido en el acceso de la mujer a la propiedad de la tierra, que se responde en cierta manera por las normas y creencias culturales, religiosas y sociales que confinan a las mujeres a papeles secundarios en la toma de decisiones.

Las desigualdades de género en otras esferas clave como la educación y la salud reproductiva también dijo que impiden que las mujeres se beneficien plenamente a las oportunidades que crean las políticas progresistas sobre la tierra en aquellos lugares donde se han adoptado.