fbpx
VISITA NUESTRO
NUEVO SITIO WEB

 

 

 

 

Posts @IPDRS

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizará el lunes 2 de noviembre una Audiencia Especial en la que analizará los impactos de los megaproyectos de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) sobre los pueblos indígenas.

Esta medida fue adoptada debido a la solicitud hecha por la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) e Indian Law Resource Center.

Una delegación integrada por representantes de Perú, Bolivia y Brasil, viajará a Washington DC (Estados Unidos), para presentar en la Audiencia de la CIDH los informes técnicos y jurídicos que sustentan la vulneración de los derechos de los pueblos indígenas amparados por el Convenio 169 de la OIT.

IIRSA nació en agosto del año 2000, por acuerdo de la Reunión de Presidentes de los Países Suramericanos con el objetivo de conectar la infraestructura suramericana para facilitar la extracción de los bienes naturales.

Comprende alrededor de 500 megaproyectos cuya ejecución impacta territorios indígenas y provoca severos daños al medio ambiente y la biodiversidad.

Además, implica la multiplicación geométrica de la deuda externa de los países de la región. Es financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) y el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil (BNDES).

La propuesta de la CAOI y demás organizaciones es la "reestructuración estratégica de la IIRSA sobre la base de la consulta y el consentimiento previo, libre e informado a los pueblos indígenas sobre cada uno de los megaproyectos de esta iniciativa".

En tanto se realice dicha consulta, la ejecución de los megaproyectos debe ser suspendida.

Además, la conducción de esta iniciativa no debe estar en manos de las instituciones financieras, sino de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), de acuerdo con sus postulados declarados de respeto al medio ambiente y a la pluriculturalidad de sus países integrantes.

 Construyendo capacidad para mejorar la seguridad alimentaria y la vida rural en las Américas

Los Jefes de Delegación de 33 países miembros del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que participan en la Quinta Reunión Ministerial en el marco de la Semana de la Agricultura y la Vida Rural de las Américas, firmaron este 29 de octubre en la ciudad de Montego Bay, el Acuerdo Ministerial Hemisférico Jamaica 2009.

El acuerdo busca construir capacidades para mejorar la seguridad alimentaria y la vida rural en el hemisferio.

Quinta Reunión Ministerial "Agricultura y Vida Rural en las Américas" en el contexto del Proceso Cumbres de las Américas Montego Bay, Jamaica 26-29 de octubre de 2009

PLAN AGRO 2003-2015 Acuerdo Ministerial Hemisférico Jamaica 2009 para la Agricultura y Vida Rural en las Américas

Nosotros, los Ministros y Secretarios de Agricultura o Jefes de Delegación, reunidos como la Quinta Reunión Ministerial "Agricultura y Vida Rural en las Américas", en la ciudad de Montego Bay, Jamaica y en el marco del proceso Cumbres de las Américas, en seguimiento del Acuerdo Ministerial Guatemala 2007 y de los mandatos relacionados con agricultura, seguridad alimentaria y vida rural de la Quinta Cumbre de las Américas (Puerto España, Trinidad y Tobago 2009), reafirmamos mediante el presente acuerdo nuestro compromiso con la implementación y la actualización del Plan AGRO 2003- 2015 para la Agricultura y la Vida Rural en las Américas.

Por ello, vistos los informes nacionales de avances y desafíos identificados en la implementación del Plan AGRO durante el proceso ministerial 2008-2009 y con base en el consenso alcanzado por los Delegados Ministeriales en la Reunión del GRICA 2009 (Grupo de Implementación y Coordinación de los Acuerdos sobre Agricultura y Vida Rural), adoptamos las acciones estratégicas de la Agenda Hemisférica para el bienio 2010-2011 y las medidas para la implementación y el seguimiento del Plan AGRO.

www.sudamericarural.org/files/acuerdo_ministerial_jamaica_2009.pdf

 

Por Eduardo Gudynas, Asier Hernando y Oscar Bazoberry*

Esta reunión se inicia en momentos de turbulencia. Hasta hace poco más de un año atrás, se registraban picos inéditos en el valor de los productos agropecuarios de exportación, los que generaron un fuerte impulso económico en muchos países, pero, simultáneamente, los precios de los alimentos se encarecían. En los meses siguientes la situación cambió radicalmente: la crisis económica impactó sobre esos sectores, los precios de los commodities agrícolas se desplomaron y esas exportaciones cayeron. Hoy existe incertidumbre sobre si se aceleraron los ciclos que afectan los precios de los agroalimentos, o si se trató de una situación excepcional en los mercados mundiales.

En esos vaivenes, los pequeños agricultores, como pueden ser los campesinos en los países andinos, o los productores familiares del Cono Sur, enfrentaron coyunturas exigentes mientras recibían poca o ninguna atención. El estilo de desarrollo agrícola volcado a la exportación y la agroindustria, empresarial y de gran escala, hace que en muchos sitios esos pequeños agricultores sean desplazados, su rentabilidad se estrecha, y en otros lugares quedan relegados a nichos de mercado a nivel local o regional, o sobrevivan bajo el autoconsumo.

“Se suele olvidar que ese amplio conjunto de actores rurales incluidos bajo el rótulo de pequeños agricultores, incluyen cientos de miles de familias, juegan papeles claves en la seguridad alimentaria en la mayoría de los países americanos, han mantenido y desarrollado muy diversas tecnologías agropecuarias adaptadas a sus ambientes locales, y guardan el acervo de ricas tradiciones culturales”

A lo largo de los últimos años, el apoyo estatal a la producción agropecuaria se ha reducido en casi todos los países, y allí donde persiste se enfoca en la producción empresarial volcada a la exportación. Se genera así una situación perversa, donde los pequeños agricultores en unos casos son vistos como grupos tecnológicamente y socialmente atrasados, que el Estado debería “modernizar”, y en otros casos, se los acepta con resignación como una carga social que se deberá amparar.

Se suele olvidar que ese amplio conjunto de actores rurales incluidos bajo el rótulo de pequeños agricultores, incluyen cientos de miles de familias, juegan papeles claves en la seguridad alimentaria en la mayoría de los países americanos, han mantenido y desarrollado muy diversas tecnologías agropecuarias adaptadas a sus ambientes locales, y guardan el acervo de ricas tradiciones culturales.

Se debe reconocer y aprovechar las capacidades de esos pequeños agricultores, por ejemplo, en sus prácticas de producción de bajos insumos, menor uso de maquinaria y derivados del petróleo, y adaptaciones más adecuadas a los ecosistemas locales. En otras palabras, en el camino hacia un desarrollo futuro, que debe enfrentar el cambio climático y las restricciones ecológicas, esos pequeños agricultores antes que “atrasados”, ofrecen prácticas de gran valor que en más de un caso se tendrán que aprovechar.

Por lo tanto, la pequeña agricultura no puede estar ausente de las discusiones ministeriales que se iniciarán en Jamaica. Los acuerdos gubernamentales actuales, expresados en el “Plan Agro 2003-2015”, rubricado en encuentros ministeriales en Panamá y Guayaquil (2005), necesitan una revisión sustancial. Expresan otras prioridades, tales como otorgar un fuerte papel a una agricultura recostada en empresas rurales competitivas, y que correspondían a un contexto político que ha cambiado sustancialmente en muchos países del hemisferio. Por si fuera poco, atendían al optimismo económico pre-crisis típico de aquellos años.

Además, los gobiernos llegan a la cumbre de Jamaica no sólo con el objetivo de revitalizar la agricultura, sino también la “vida rural”, un concepto más amplio que el que puede ofrecer un mero abordaje agronómico o comercial. Bajo ese propósito, el papel de los pequeños agricultores debe recibir una atención privilegiada en las deliberaciones de los ministros y en el plan de acción que acuerden.

Un primer aspecto a señalar es la necesaria recuperación del apoyo estatal. Esto implica, en el caso de los países que, como Brasil, mantienen programas de subsidios y apoyos crediticios que están esencialmente enfocados en la agricultura empresarial o la agroindustria, otorgar los mismos volúmenes de asistencia a la agricultura familiar. En los países donde el apoyo estatal se ha derrumbado, es urgente comenzar a recuperar las inversiones y asistencias orientadas a esos sectores. Mientras que 1980, el 7% del gasto total de los gobiernos en América Latina se destinaba a la agricultura, en la actualidad apenas alcanza al 3%.

Otro aspecto clave reside en apoyar y fortalecer a las comunidades locales dedicadas a la pequeña agricultura. Esto incluye componentes tales como asegurarles protección jurídica, apoyarlos desde el punto de vista tecnológico y comercial, implementar procedimientos efectivos de acceso a la información y su participación en la definición de políticas.

Esos y otros aspectos indican que es necesario un cambio profundo en el desarrollo rural. Tiene razón Chelston Brathwaite, director del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), cuando afirma que la seguridad alimentaria requiere de un “nuevo modelo de desarrollo”. Ese nuevo modelo no es posible sin la participación de los pequeños agricultores.

Los ministros de agricultura deberán incorporar esa cuestión, y deberán hacerlo acompasándolo con las cuestiones de la “vida rural”. Las actuales discusiones sobre el “buen vivir” que están en marcha en varios países sudamericanos permiten dotar de una nueva dimensión a estas discusiones, y vincularla más directamente a la problemática del desarrollo. La agricultura no puede ser vista como una mera proveedora de mercaderías de exportación, sino que desempeña roles mucho más amplios y complejos dentro de cada uno de los países.

La atención a la “vida rural” también permite explicitar el papel de las mujeres en el medio rural. Ellas desempeñan papeles claves en la pequeña agricultura y la mayoría de las veces son las que soportan el peso de la crisis, por lo requieren una atención especial.

Por estos y otros caminos, el encuentro ministerial de las Américas debe volver a poner a los pequeños agricultores en el centro de un nuevo estilo de desarrollo rural, que no puede ser meramente empresarial o comercial, ya que deberá nutrirse de muchas otras dimensiones.

* Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), Uruguay; Asier Hernando es responsable de agricultura y recursos naturales de Oxfam en América del Sur; y Oscar Bazoberry Chali es Coordinador del Instituto para el Desarrollo Rural en Sudamérica (IPDRS), Bolivia.

 

www.servindi.org/actualidad/opinion/18343

Ante los Ministros de Agricultura de las Américas, CEPAL, FAO e IICA presentaron el informe más reciente sobre agricultura y desarrollo rural en la región.

La agricultura es uno de los sectores más importantes de la economía regional, pero no se ha logrado aprovechar todo su potencial. Para ello los gobiernos deberían modernizar la institucionalidad, ajustar sus políticas e invertir más y mejor en este sector.

Esta es la principal conclusión del informe "Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe 2009", elaborado conjuntamente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

El informe fue presentado este 28 de octubre durante la Semana de la Agricultura y la Vida Rural de las Américas, que se realiza en Montego Bay, Jamaica, y donde estuvieron presentes la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, el Representante Regional para América Latina y el Caribe de FAO, José Graziano da Silva, y el Director General del IICA, Chelston Brathwaite.

Este evento reúne a delegaciones de más de 30 países encabezadas por los Ministros de Agricultura de la región e incluye también la realización de la Quinta Reunión Ministerial sobre Agricultura y Vida Rural en el proceso de Cumbres de las Américas, y la Décima Quinta Reunión Ordinaria de la Junta Interamericana de Agricultura (JIA).

De acuerdo con el informe, en el 2008, la agricultura regional generó en promedio alrededor del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) regional, con diferencias significativas entre países: desde cerca de un 1% en varios Estados del Caribe hasta alrededor o más del 20%, en Nicaragua (18,2%), Haití (20,3%), Paraguay (21,2%) y Guyana (30,2%).

Sin embargo, el medio rural y la agricultura ampliada (que toma en cuenta las actividades que se relacionan directamente con ella) contribuyen al desarrollo más allá del valor agregado agrícola (VAA) que reflejan usualmente las estadísticas oficiales. Al ser un sector altamente generador de empleo e ingresos de los sectores más pobres, la agricultura y el medio rural desempeñan "un rol protagónico" para enfrentar los desafíos globales. América Latina tiene "un potencial enorme para contribuir a la seguridad alimentaria a nivel mundial en cuanto a su componente de disponibilidad de alimentos", señalan los organismos.

Según el documento "esta es la región que más ha crecido en la producción agrícola, ganadera, forestal y pesquera en los últimos 15 años, así como en sus exportaciones".

Sin embargo, estas características no aseguran per se la reducción de la pobreza interna, la seguridad alimentaria, ni el bienestar social, por lo que se insta a los gobiernos a repensar "el modelo de desarrollo vigente" y darle al sector el protagonismo que se merece.

Se necesitan "políticas integradas de protección social, seguridad alimentaria, desarrollo rural y protección ambiental que les ofrezcan a los pobladores rurales oportunidades para producir más alimentos y obtener, de manera sostenible, mejores ingresos, reduciendo, al mismo tiempo, los impactos ambientales negativos y los riesgos sociales". Estas recomendaciones son particularmente relevantes frente a un entorno de volatilidad de precios y a un escenario de mayores desafíos por el cambio climático.

Gracias a sus estrechos vínculos con el resto de la economía "se ha demostrado que un dólar invertido en la agricultura reditúa más que uno invertido en sectores no agrícolas", especialmente si se invierte en los sectores más pobres. Por lo tanto, el mensaje principal que permea este documento resalta la necesidad de invertir más y mejor en el sector".

Al respecto, se recomienda destinar recursos a cuatro temas prioritarios:

  • Investigación, desarrollo y transferencia de variedades mejor adaptadas frente a los cambios climáticos previstos, de tecnologías de riego más eficientes en el uso del agua y de sistemas productivos ambientalmente más sostenibles
  • Rescate de la agrobiodiversidad, sistemas productivos locales, conocimientos tradicionales y productos alimenticios que contribuyan a diversificar la dieta
  • Promoción de hábitos alimenticios más saludables y en el desarrollo de productos y sistemas productivos con menor impacto ambiental
  • Mecanismos financieros y no financieros de gestión de riesgos, tanto asociados al mercado como a la variabilidad climática.

También vinculado a la inversión, el documento recomienda apostarle a la juventud, porque "al darles a los jóvenes rurales esperanza en el futuro y romper el círculo de la pobreza, los gobiernos estarán haciéndoles un favor a las generaciones futuras".

Más información

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

http://www.iica.int/Esp/prensa/Lists/Comunicados%20Prensa%202009/DispForm.aspx?ID=169

Con el objetivo de analizar los avances de las negociaciones sobre cambio climático realizadas recientemente en Bangkok (Tailandia) y la agenda de la próxima reunión global en Barcelona (2-6 de noviembre), previa a la XV Cumbre Mundial de Cambio Climático- COP 15, se reunirá este jueves 29 de octubre, la Comisión Nacional de Cambio Climático, integrada por 20 instituciones del sector público, privado y ONG.  

En la reunión que se realizará en la sede institucional del MINAM participará la Viceministra de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales, Rosario Gómez Gamarra, que asume la responsabilidad del Punto Focal Nacional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.  

La referida comisión que es una instancia de participación de diversas instituciones busca construir consensos con miras a afianzar la posición del Perú para llegar a un acuerdo global en Copenhague (Dinamarca), que dará continuidad al Protocolo de Kyoto, que entró en vigor desde el año 2005.    

El Perú busca un acuerdo global, ambicioso y efectivo contra el cambio climático y considera como uno de los ejes es la conservación de 66 millones de bosques amazónicos presentado por el Ministro del Ambiente en Poznan (Polonia) durante la XIV Cumbre Mundial de Cambio Climático.