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Un grupo de investigadores de la Universidad de Almería (UAL), junto con expertos de la Universidad Andina Simón Bolívar y Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca (Bolivia) impulsarán un centro de tecnologías agrícolas compatibles con el medio ambiente en la región boliviana de Chuquisaca, donde pretenden aplicar la experiencia del modelo agrícola almeriense a las condiciones de la localidad, ya que ambas zonas cuentan con coincidencias geográficas y climatológicas.

En una nota, Andalucía Innova explicó que se trata de un proyecto del Programa de Cooperación Interuniversitaria que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) financió con 246.480 euros.

Afirmó que, pese a las potencialidades hídricas que ofrece el río Cachimayu y la diversidad de la región, no cuenta con estrategias que obren su transformación productiva, por lo que el centro tecnológico pretende validar, adaptar y transferir la tecnología agrícola almeriense a la mejora y optimización de los cultivos de la zona.

En concreto, el centro tecnológico se centrará en el desarrollo de procesos de validación de tecnologías agrícolas en zonas semiáridas para, después, aplicar esos instrumentos a las condiciones productivas y climáticas de Sucre. Asimismo, planificará y desarrollará programas de formación de recursos humanos.

"La idea es que, una vez se apliquen estas técnicas, se produzcan emprendimientos empresariales y microempresariales", señaló el catedrático de proyectos de la Universidad de Almería y coordinador de la investigación, José Antonio Salinas Andújar.

El proyecto comprende una serie de mejoras de los terrenos e instalaciones que aportan las universidades bolivianas, inicialmente dentro del nuevo Campus de la Universidad Andina. Asimismo, persigue la construcción de un invernadero experimental para acometer ensayos sobre cultivos con posibilidad de adaptación a la zona, además del equipamiento de laboratorios de campo que permitan apoyar las pruebas de tecnologías.

Asimismo, los expertos estudiarán la adecuación de las especies vegetales, especialmente las hortalizas, que pueden cultivarse con éxito de acuerdo a las condiciones naturales y climáticas. "Probaremos técnicas poco conocidas en la zona como la producción de diferentes variedades hortícolas, sistemas de riego tecnificado, materiales de cobertura y protección de cultivos, así como técnicas de mercado y comercialización de productos", explicó Salinas.

El centro no sólo se centrará en el ámbito de la producción, también transferirá a los productores estos conocimientos adquiridos en los ensayos, además de formar a especialistas. La iniciativa se suma al proyecto de irrigación Cachimayu, que surgió de una iniciativa ya en marcha destinada a transformar el área semiárida que circunda Sucre en una zona productiva basada en la agricultura sostenible y generadora de empleo.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) consideró el sábado (19) que la 15ª Conferencia de las Partes (COP 15) de la Convención-Cuadro de ONU sobre el Cambio Climático excluyó a la mayoría de los países de las discusiones. El evento se cerró en el último viernes, en Copenhague, Dinamarca, sin resolución sobre la emisión de gases de efecto invernadero y sin definición de un acuerdo que sustituya el Protocolo de Kyoto.

Según Alba, la COP 15 ha tenido un proceso de negociaciones viciado por la violación de principios esenciales del sistema multilateral. "Este proceso antidemocrático, no ha reconocido la igualdad de todos; turbio y poco transparente, exclusivo", ya que tendría sido diseñado para asegurar las posiciones de un pequeño grupo de países, garantió la Alianza.

El "desencuentro" se caracterizó, en la evaluación de Alba, por la exclusión de la mayoría de los países de las discusiones. "Un pequeñísimo grupo de países", convocado por Dinamarca, "ha estado desde hace varias semanas produciendo líneas para un acuerdo" con las "partes interesadas", "estableciendo como criterio la existencia de países de primera y países de segunda", afirmó.

Como ejemplo de la exclusión promovida en Copenhague, Alba citó el encuentro a puertas cerradas entre las grandes potencias mundiales, en la madrugada de jueves para viernes. No hubo "participación de la mayoría" y no explicaron "los criterios de esta elección", denunció.

Para la Alianza, los países desarrollados fueron a Copenhague "con una agenda previa", medida que tendría violentado el procedimiento democrático. Entre las naciones responsables por el fracaso del diálogo, Alba citó Estado Unidos, que "no quiere comprometerse sobre una base de esfuerzos comparable con los otros países desarrollados".

"Los países en vías de desarrollo somos naciones dignas, soberanas, víctimas de un problema que no causamos", dijo la Alianza. Para ella, los países desarrollados deben proveer recursos suficientes para aplicar en la deuda climática. "Los países desarrollados han sobreexplotado el espacio atmosférico", justificó.

El Cambio Climático depende del cambio del sistema, añadió Alba. "El modelo de producción y consumo capitalista está llevando a un punto de no retorno de la vida en el planeta, resulta un momento crucial de la historia humana y el debate en estos escenarios no puede estar reducido a los intereses económicos de un pequeño grupo", criticó.

El grupo también criticó la manutención del mercado de carbono, a través del cual los países desarrollados compran la capacidad excedente de emisión de gases de los países poco desarrollados. "A través de los mercados de carbono quieren [...] seguir contaminando, mientras que la carga de la reducción de las emisiones se traspasa a los países en desarrollo", denunció.

Fracaso de Copenhague

El plenario de la 15ª COP decidió dejar para 2010, en México, las discusiones sobre el clima y la posibilitad de consenso sobre un acuerdo que sustituya el Protocolo de Kyoto. El pasado viernes, los gobiernos reunidos en Dinamarca recusaron el "Acuerdo de Copenhague", presentado por Estados Unidos, China, Brasil, India y África del Sur.

Países como Sudán, Tuvalu, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela no aceptaron el documento, que precisaba del consenso para adopción de COP 15.

A pesar de establecer la destinación de US$ 30 mil millones para el pago de la deuda climática en los próximos tres años y US$ 100 mil millones para los años de 2013 a 2020, el documento no establece metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernaderos.

El Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático, instancia que agrupa a los representantes de las Naciones Indígenas de varia partes del mundo, reunidos en Bella Center Copenhague, hizo entrega oficial de una propuesta a ser considerada en la redacción del documento final que elabora el grupo de trabajo Ad-Hoc sobre Acciones Corporativas de largo plazo bajo la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Los resultados de este grupo se consideran claves para salvar la COP15, que actualmente se encuentra estancada ante la insistencia de los países desarrollados liderados por los Estados Unidos de poner fin al Protocolo de Kyoto.

El Foro Internacional solicita a los gobiernos un compromiso para que "respeten y promuevan el pleno goce de los derechos de los pueblo indígenas, respetando los estándares y obligaciones de derechos humanos en todos los asuntos relacionados al cambio climático, asegurando la plena y efectiva participación, incluyendo su consentimiento libre previo e informado, de conformidad con la Declaración de las Naciones Unidas".
 
El Maluku del Consejo de Autoridades de Bolivia, Rafael Quispe, miembro del Foro Internacional considero que "el espíritu de cualquier acuerdo que se pueda alcanzar en COP15 debe incluir el derecho de los pueblos indígenas a libre determinación y al autogobierno, para evitar la imposición de soluciones desconociendo la realidad socioeconómica y cultural de las comunidades locales", además acotó que es urgente superar el carácter estrictamente político para que el posible acuerdo sobre cambio climático incluya un Tribunal Internacional de Justicia Climática en el que se pueda exigir y sancionar su efectivo cumplimiento.
 
Por su parte, organizaciones de 35 pueblos indígenas de los Estados Unidos han demandado al Presidente Obama su compromiso con "una política climática y energética justa", especialmente considerando la necesidad de limitar el desarrollo de las industrias extractivas y la energía  fósil que actualmente se impone a las comunidades de muchos países.

Las esperanzas de la humanidad hacia un futuro exento de egoísmos y respetuoso del medio ambiente adquirieron hoy (7) aquí visibilidad, bajo la mirada escéptica y las incertidumbres.

En un mundo azotado por guerras y crisis económica, con el precedente cercano de una cita cimera en Roma para llamar la atención de la existencia de más de mil millones de personas hambrientas, Copenhague puede ser la última oportunidad.

Los habituales discursos, esta vez menos protocolares y más concretos, dieron la arrancada de la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15), que se extenderá hasta el 18 de diciembre.

Si puede considerarse una buena noticia, vale destacar que ya son 105 los jefes de Estado o Gobierno que confirmaron su participación en el evento, ante la presión internacional y la gravedad del calentamiento global de la atmósfera. La pregunta que domina la cumbre, excedida de 15 mil a 34 mil personas acreditadas y con problemas de logística para la prensa, apunta hacia si se darán declaraciones de intención o predominará la voluntad real de responder a los desafíos del clima.

En la fecha, 56 diarios de 15 países, entre ellos Le Monde de Francia, publicaron grandes editoriales en los cuales demandan a los ricos "meter las manos generosamente en sus monederos", y también a las naciones en vías de desarrollo, a mostrarse unidos.

Si hay un objetivo ahora de justicia social, mirando con honestidad al porvenir de la humanidad, debe ser inclusivo y preciso en una Declaración de Copenhague, apuntó el cotidiano francés.

La COP 15 fue inaugurada en el plenario Tycho Brahe del palacio de congresos Bella Center de esta capital, con palabras del primer ministro danés, Lars Loeke Rasmussen, y el secretario de la ONU sobre cambio climático, Yvo de Boer.

Estamos en una conferencia depositaria de las esperanzas de la humanidad en las próximas dos semanas, sentenció Rasmussen en su intervención.
De Boer, a su turno repitió sus conceptos expresados la víspera en rueda de prensa, al recalcar que los gobiernos deben acordar acciones en tres campos.

Son ellos implementación rápida y efectiva en torno al calentamiento global; compromisos ambiciosos para limitar y cortar emisiones; y una visión compartida a largo plazo para bajar las emisiones de CO2.

Con amenazas tan inminentes como el deshielo en las cimas del Himalaya y las fatales consecuencias para mil 300 millones de asiáticos, las ONGs aparecen en Copenhague como una suerte de grupos fiscalizadores y dudosos de la actitud de los políticos.
En presencia además de la presidenta de la COP 15, Connie Hedegaard, y el director científico de las Naciones Unidas sobre el clima, Rajendra Pachauri, se proyectó un documental que alerta sobre las catástrofes que amenazan al planeta.

Ante los mil 200 delegados de 192 países que tomaron parte en la ceremonia, el material fílmico muestra a una niña que duerme junto a su oso de peluche. Al despertar se encuentra en un paisaje desértico, antes de ser arrollada por un oleaje desencadenado.
A continuación aparecen el ex arzobispo sudafricano Desmond Tutu y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que llaman a concluir un acuerdo ambicioso para evitar que el mundo sea presa de ese tipo de catástrofes.

 

*ARIANE ARPA

La agricultura es probablemente la actividad humana que más depende del clima. Nuestros abuelos miraban al cielo para calcular el momento de la siembra. Hoy, en Bangladesh, Mohammad Iliasuddin trata de seguir la enseñanza de sus antepasados pero se queja de que "desde hace varios años el clima ya no coincide con lo que esperábamos tradicionalmente". Un problema similar sufre Florence Madamu, en Uganda, que asegura que "ahora la estación seca es más larga y dura hasta finales de septiembre, y cuando llueve lo hace tan torrencialmente que el agua destruye nuestros cultivos". La evidencia científica se ha visto confirmada con los testimonios recogidos por Intermón Oxfam en los países donde trabajamos. Y el mensaje es siempre el mismo: con cambios de estación cada vez más impredecibles, lluvias erráticas y torrenciales, sequías más frecuentes y temperaturas extremas, cada vez es más difícil decidir cuándo sembrar o cosechar.
Y es que 150 años enviando gases a la atmósfera han alterado el ritmo de las estaciones y la temperatura del planeta. La ciencia nos dice que será muy difícil evitar un calentamiento de más de dos grados: el umbral hacia un cambio climático catastrófico e irreversible. La opulencia de una minoría tiene un precio demasiado alto e injustamente repartido. En las zonas templadas -donde están la mayoría de países industrializados- los inviernos más suaves y las lluvias más abundantes podrían incluso resultar favorables a la agricultura, al menos por un tiempo. Pero, cuanto más cerca del Ecuador, más acusado y dañino será el impacto.

En las regiones más castigadas las cosechas disminuyen, las plagas y enfermedades se extienden y la falta de agua mata de sed al ganado. Tres de cada cuatro personas que sufren la pobreza viven en estas latitudes y dependen de la agricultura y ganadería para su subsistencia. Los riesgos que enfrentan son demasiado altos, y su capacidad de adaptación, limitada. La producción de cereales en el África Subsahariana, casi carente de sistemas de riego, podría caer a la mitad de aquí a 2080 a causa de la sequía. Mientras, los temporales, cada vez más frecuentes en el sudeste asiático, inundarán muchos arrozales. Según un reciente estudio del Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias (IFPRI), los cultivos de regadío serán los más afectados, entre ellos el arroz, el alimento del que dependen más personas en el mundo. El dato más alarmante es que 25 millones de niños más sufrirán malnutrición en 2050.

La combinación de peores cosechas y más población conducirá a nuevas subidas abruptas de precios en el futuro. ¿Cómo alimentar al mundo en el año 2050? Con más de 9.000 millones de personas, la mayoría en zonas muy castigadas por los cambios en el clima, el reto parece inmenso. Aunque contamos con los medios para hacerle frente sin necesidad de esperar que se produzcan avances científicos milagrosos. Es el momento de impulsar la agricultura familiar, las semillas locales y los métodos tradicionales de producción, más resistentes a los cambios. También se necesitan nuevas tecnologías, pero que respondan a las verdaderas necesidades de los campesinos y campesinas. Una de las claves consistirá en desarrollar variedades que produzcan razonablemente bien en un amplio rango de condiciones climáticas, en lugar de concentrarse en variedades altamente productivas pero que sólo funcionan en condiciones óptimas. Con métodos agrícolas más sostenibles, además, se reducirán significativamente las emisiones provenientes del cambio de uso del suelo o por el uso intensivo de fertilizantes nitrogenados.

Nuestros países ya se están preparando. Desde hace tiempo contamos con extensas redes meteorológicas y sofisticados modelos que reproducen el crecimiento de los cultivos en diferentes escenarios climáticos. Mientras, para el mundo en desarrollo, los 7.000 millones de dólares anuales que se necesitarían para adaptar la producción al clima están fuera de su alcance. Por eso necesitan apoyo. Por eso y porque además es lo justo. No son los causantes del problema -las tres cuartas partes de los gases en la atmósfera proceden de los países ricos-, pero están siendo los primeros en sufrirlo.

La financiación va a ser uno de los principales escollos a salvar en las negociaciones sobre el clima. Además de reducir primero y de manera profunda sus propias emisiones, los países ricos deben ayudar a los países en desarrollo para que crezcan de forma menos contaminante que nosotros. Y también a adaptarse a los cambios ya inevitables. El 0,1% de la riqueza del mundo industrializado sería suficiente para proteger a los países en desarrollo de las consecuencias futuras del cambio climático y asegurar un mañana más próspero, estable y seguro para todos. Pero hasta ahora el compromiso es mínimo, y los pocos pasos que se están dando pretenden obtener estos recursos de los fondos ya comprometidos para ayuda al desarrollo.

La semana pasada asistimos en Roma a una deslucida cumbre mundial sobre la alimentación. Mientras el contador de personas hambrientas supera por primera vez los mil millones -una de cada seis personas en el mundo ve violado su derecho a la alimentación-, la ausencia de los líderes de los países ricos ha demostrado una total falta de compromiso y ambición. El Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir el hambre a la mitad para 2015 parece cada vez más lejano, y se hace urgente ya definir un plan de rescate si queremos evitar el fracaso.

En diciembre, en Copenhague, tenemos la oportunidad de alcanzar las bases para un nuevo acuerdo mundial sobre el clima que sea justo y seguro. Pero el tiempo apremia. Una parte del éxito de este acuerdo se medirá en los compromisos de reducción de emisiones y en los fondos a disposición de los países en desarrollo. Pero el verdadero éxito o fracaso se contará en vidas humanas.

Por todo ello exigimos a nuestros gobernantes que actúen ya.

*Ariane Arpa es directora general de Intermón Oxfam

Ilustración de Enric Jardí